La desaceleración de la corriente oceánica podría ser positiva para el Ártico al reducir su calentamiento
Los cambios en el flujo marino disminuiría el incremento de temperatura hasta en dos grados para final de siglo
El calentamiento del Ártico podría generar consecuencias devastadoras para el planeta, tal y como llevan años advirtiendo los científicos. La subida del nivel del mar y el cambio en los patrones climáticos del hemisferio norte son solo algunos de los efectos que traería esta situación. Estos, no obstante, variarían según la zona geográfica, ya que algunas sufrirán veranos más calurosos y secos, otros veranos más lluviosos, mientras que en otras los inviernos serán más fríos y habrá más tormentas.
Un nuevo estudio publicado esta semana avanza que otra circunstancia de la que también vienen avisando desde hace tiempo los científicos, el cambio de la circulación oceánica, podría incidir directamente en el Ártico, pero para bien. La desaceleración de la circulación de retorno meridional del Atlántico (AMOC, Atlantic meridional overturning circulation) podría reducir el calentamiento previsto en el Ártico hasta en dos grados a final de siglo.
Así se desprende de un estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), que revela que la desaceleración de la circulación meridional del Atlántico (AMOC) podría moderar el calentamiento del Ártico, que actualmente se está acelerando tres o cuatro veces más rápido que el promedio mundial. Durante décadas, los científicos han advertido que el rápido calentamiento ártico podría desencadenar efectos devastadores, pero el estudio, liderado por la Universidad de California en Riverside, sugiere que la desaceleración de la AMOC podría disminuir este ritmo de calentamiento, aunque solo ligeramente.
A pesar de que las proyecciones indican un aumento de 10 °C en las temperaturas del Ártico hacia finales de siglo, el debilitamiento de la AMOC podría reducir este incremento a 8 °C. «La AMOC es crucial en el sistema climático porque distribuye calor en el planeta», explica Yu-Chi Lee, investigadora y autora principal del estudio. «Observamos que su debilitamiento reduce la cantidad de calor que llega al Ártico, moderando el calentamiento». No obstante, aunque esta desaceleración podría aportar un alivio limitado, el estudio advierte sobre sus posibles consecuencias en otras zonas climáticas y ecosistemas.
Alteraciones climáticas
Pero no todo podía ser positivo. Aunque la desaceleración de la AMOC puede mitigar mínimamente el calentamiento en el Ártico, los investigadores advierten que esta misma desaceleración podría provocar alteraciones climáticas en otras regiones. Un cambio en la posición de la Zona de Convergencia Intertropical, un cinturón de lluvias tropicales, podría desplazar las lluvias hacia el sur, intensificando las sequías en áreas dependientes de este régimen, afectando a la agricultura y el suministro de agua.
En cambio, si el calentamiento del Ártico continúa, tendrá otras consecuencias, como que los osos polares pierdan hábitat dificultando su supervivencia. Además, la desaparición del hielo aumenta la absorción de radiación solar en aguas abiertas, lo que acelera el calentamiento en un proceso conocido como efecto albedo.
Otro punto importante es que el deshielo del hielo marino no contribuye al aumento del nivel del mar, ya que flota en el agua, similar a los cubos de hielo en un vaso. Sin embargo, el derretimiento de glaciares terrestres y la expansión térmica del agua sí impactan en el nivel del mar. Aunque la AMOC no afecta directamente esta subida, su desaceleración genera otros efectos climáticos notables.
Wei Liu, profesor de la Universidad de California y coautor del estudio, enfatiza la complejidad de la AMOC: «La desaceleración de la AMOC aporta un alivio temporal, pero no todo son buenas noticias; los ecosistemas y los patrones climáticos en el Ártico y globalmente siguen en riesgo». El equipo utilizó un modelo climático acoplado que integra océano, atmósfera, tierra y hielo marino, y realizó simulaciones en dos escenarios: uno que permitía la desaceleración de la AMOC y otro que la mantenía estable mediante la extracción de agua dulce en el Atlántico Norte.