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Un lince en el Parque Natural de la Sierra de Andújar, JaénEuropa Press

Un aliado de los cazadores

Los cotos de caza con poblaciones de lince ibérico mantienen elevadas densidades de perdices y conejos

Desde la Fundación Artemisan, subrayan que el lince «no es un problema para los cazadores, sino un aliado clave en la recuperación de especies de caza»

Los cotos de caza que albergan al lince ibérico mantienen altas densidades de perdices y conejos, sin que la presencia de este felino afecte negativamente las prácticas tradicionales de gestión, según un estudio realizado en Portugal por la Fundación Artemisan, en colaboración con la Universidade de Trás-os-Montes e Alto Douro y el CECAV.

El trabajo, publicado en la revista Journal of Nature Conservation, analizó la abundancia de especies cinegéticas y mamíferos carnívoros en cuatro cotos de caza: dos con presencia de linces reproductores y dos sin ellos. Los resultados revelaron que los cotos con linces albergan cinco veces más perdices rojas que aquellos sin su presencia, y también muestran una abundancia notablemente mayor de conejos.

El estudio destacó el papel del lince como regulador natural de predadores como zorros, meloncillos y gatos domésticos, contribuyendo al equilibrio ecológico del hábitat. Este control predador permite que las especies de caza menor prosperen sin necesidad de medidas intensivas de manejo por parte de los gestores de los cotos.

Propietarios y gestores de los cotos han señalado que la presencia del lince no representa un obstáculo para prácticas tradicionales como el suministro de agua, la siembra de cultivos específicos o el control de predadores. Por el contrario, calificaron al lince como un «guarda de caza» que fomenta la sostenibilidad del entorno.

José Antonio Torres, investigador de la Fundación Artemisan, subrayó que «este estudio demuestra que el lince no es un problema para los cazadores, sino un aliado clave en la recuperación de especies de caza menor, como la perdiz roja y el conejo». Asimismo, indicó que la experiencia en Portugal es comparable a la de España, donde la reintroducción del lince ha revitalizado cotos que estaban en declive.

La Fundación Artemisan también recordó que el lince ibérico estuvo al borde de la extinción en la década de 1990, con apenas 200 ejemplares. Gracias a los programas de conservación, su población ha superado los 2.000 individuos y se distribuye actualmente por Andalucía, Castilla-La Mancha, Extremadura, Región de Murcia y Portugal. La mayoría de estos linces habitan en cotos de caza, donde encuentran en el conejo de monte su principal fuente de alimento.