
Desierto de Rub al-Jali
El desierto más seco de Arabia tenía ríos y lagos hace 9.000 años
Las lluvias intensas que moldearon este paisaje probablemente provenían del monzón africano, como lo sugieren los sedimentos arrastrados desde los montes Asir
Aunque hoy en día se conoce como uno de los lugares más áridos del planeta, el desierto de Rub al-Jali, en Arabia, no siempre fue así. Un reciente estudio internacional ha revelado que esta vasta extensión desértica fue, en múltiples ocasiones, un territorio fértil salpicado de lagos, ríos y zonas verdes, gracias a intensos períodos de lluvias hace miles de años.
El hallazgo, publicado en la revista Communications Earth & Environment, ha sido liderado por investigadores de la Universidad de Ginebra, la Universidad de Ciencia y Tecnología Rey Abdullah (KAUST) y la Universidad Griffith de Australia. El equipo logró identificar señales inequívocas de un antiguo sistema lacustre y fluvial que transformó la fisonomía del desierto hace aproximadamente 9.000 años.
Los análisis indican que, durante el conocido como «período húmedo de Arabia Verde», que se extendió entre hace 11.000 y 5.500 años, el área albergó un lago de dimensiones colosales. Este cuerpo de agua llegó a cubrir una superficie de unos 1.100 kilómetros cuadrados y alcanzó profundidades de hasta 42 metros. Con el tiempo, el aumento de las precipitaciones provocó que el lago se desbordara, generando una enorme inundación que talló un valle de 150 kilómetros de longitud en el corazón del desierto.
Los investigadores también descubrieron que las lluvias intensas que moldearon este paisaje probablemente provenían del monzón africano, como lo sugieren los sedimentos arrastrados desde los montes Asir, junto al mar Rojo, en una trayectoria que se puede rastrear a lo largo de más de mil kilómetros.Según el profesor Michael Petraglia, de la Universidad Griffith, estas condiciones climáticas transformaron Rub al-Jali en un ecosistema más similar a una sabana, con pastizales y abundantes recursos hídricos. Este entorno habría favorecido la presencia de grupos humanos, incluidos cazadores-recolectores y comunidades pastoriles, lo cual está respaldado por numerosos restos arqueológicos hallados en las proximidades de antiguos ríos y lagos.
Sin embargo, este paraíso verde no fue eterno. Hace unos 6.000 años, las lluvias cesaron de forma abrupta, dando paso a un escenario seco y hostil. Esta transición obligó a las poblaciones humanas a desplazarse en busca de territorios más favorables, marcando un punto de inflexión en su estilo de vida nómada.
El estudio no solo reescribe la historia ambiental de la región, sino que también aporta valiosas pistas sobre cómo el cambio climático influye en la ocupación humana y en la transformación del paisaje. Lo que hoy parece un terreno inhóspito, fue en el pasado un corredor vital para la vida en la Península Arábiga.