Fundado en 1910
Ilustración: Mark Zuckerberg

Paula Andrade

Nueva era

Verdades y mentiras del metaverso donde Facebook quiere que vivamos

Este nuevo universo no podrá relevar muchas necesidades humanas aunque la nueva etapa que presenta tiene unas ventajas de gran valor para la sociedad. Pero no encubre otras realidades

Somos seres analógicos en un mundo virtual. Mark Zuckerberg le ha puesto nombre a algo que ya existía. Ha unido las partes y tiene a más de 10.000 personas trabajando en su nuevo mundo virtual. Meta llegará primero y pegará dos veces. Y pegará muy fuerte.

Verdades

  • Cortina de humo

Meta y el metaverso son las cortinas de humo de Facebook y sus satélites para que no se hable de que su realidad (presente) es muy complicada. Facebook, Instagram y WhatsApp no van a desaparecer a medio plazo. Quizá sufran mejoras y cambien, pero su función para comunicar a personas, empresas y gobiernos va a seguir. El negocio que hay detrás es muy importante para financiar Meta. No quieren que el equilibrio se rompa porque unos informes de toxicidad revelen que Instagram perjudica a los jóvenes, una extrabajadora anuncie la avaricia por llenar el Big Data o el espionaje entre gobiernos y la represión en China utilicen Facebook para sus fines. Todo eso seguirá presente con importantes consecuencias que pueden obligar a Zuckerberg a desenchufar su red social.

  • Oportunidades

Vamos a pensar en el metaverso como una plataforma para nuevas oportunidades sociales, laborales, culturales, económicas, políticas… Ahora, todo el que quiere tener visibilidad se pasa por las redes sociales. Cuando el metaverso sea una realidad (virtual) tendrá que crear un espacio para hacer comunidad y dirigirse a ella. Negocios locales virtuales a los que podrá entrar una señora de Sidney. Después llegará la venta y el envío. Muchas ventas y muchos envíos obligarán a que otros negocios se reinventen para servir al metaverso. El espectáculo y el negocio deben continuar.

  • Conectar

Facebook nos conectó. A los compañeros de colegio que llevaban años con el rastro perdido. A la familia que se reparte por el mundo. A los amigos que se cambian de domicilio o de país. A los que no tenían a nadie y crearon un grupo de amigos frikis de Star Wars. El metaverso es el siguiente paso en las relaciones interpersonales. La realidad virtual y la realidad aumentada nos situarán en el Retiro, en Central Park o subidos en el London Eye con el avatar de un familiar mientras charlamos sobre lo humano y lo divino.

  • Videojuegos

Una de las grandes verdades de la industria de los videojuegos es que va a sufrir una transformación. Mientras Google o Microsoft apuestan por jugar más y desde más sitios, Meta quiere que juguemos mejor. De los juegos en primera persona donde vemos un brazo con un arma a ser el cuerpo tras el brazo en el infierno de la ciudad de Yara en Far Cry. Si Meta pide eso las empresas se lo van a dar. Una pista: en 2022 Sony presentará la nueva PlayStation VR, la segunda desde su nacimiento en 2016.

  • Educación

La pandemia creó la necesidad y la tecnología puso los medios. Las clases online dieron paso a la doble presencialidad, a las matriculaciones mixtas en Grados con posibilidad de ir a clase o asistir desde casa, a que se invierta más en atraer a la universidad española a alumnos hispanohablantes sin necesidad de desplazarse… el metaverso hará posible mejorar ese salto virtual de mirar por una pantalla a los alumnos para pasar a compartir con ellos un aula a la medida de una clase sobre Galdós, la tabla periódica o la Segunda Guerra Mundial. La tecnología evoluciona el futuro a una velocidad exponencial. En dos décadas se ha pasado de que un preso aprobara a distancia una carrera en su celda de la cárcel de Meco a que un niño deje los libros en casa para cargar con su tablet. Tardaremos muchos menos años en dar el salto de estudiar en casa con un ordenador y una webcam a que sea la realidad virtual la plataforma educativa de colegios y universidades.

Mentiras

La tecnología nos facilita la vida, la salva y la mejora. No podemos dar la espalda a que el progreso es una necesidad de cualquier sociedad. Hemos pasado siglos viviendo entre los tiempos de paz con hijos enterrando a padres y los tiempos de guerra donde los padres enterraban a sus hijos. No había otra forma de vida. Ahora sí.

  • Privacidad

Mientras exista Internet faltará privacidad. La pregunta es cuánto de nuestro espacio privado estamos dispuestos a mostrar con tal de tener acceso a las redes sociales. En los últimos años no hemos podido responder a esa pregunta. Han traficado con nuestros gustos con la coartada de que a cambio teníamos un mail, una web o un altavoz en Twitter. El escándalo de Cambridge Analytica que incluyó el robo de datos, interferencia política y chantajes con el telón de fondo de Facebook fue el principio del fin del Big Data. La gran bolsa de datos por la que se pelean los guerreros de las empresas tecnológicas. El metaverso dará un paso más en el enorme agujero de la privacidad que nos hace Internet cada día. La realidad virtual pondrá en el escaparate nuestra cara, nuestra casa, el despacho o los gustos artísticos y melómanos si decidimos que ese espacio tenga cuadros o hilo musical.

  • Brecha digital

La brecha digital afecta a la sociedad desde hace tres generaciones. Abuelos que tuvieron un móvil en sus últimos años de vida, padres que utilizaron un ordenador por primera vez en sus puestos de trabajo, hijos que jugaron con una videoconsola a los 10 años y nietos que preguntan a sus padres cómo podían vivir sin TikTok. De los seminativos a los nativos. La grieta que creará el metaverso será complicada de salvar para quienes no acepten relacionarse con unas gafas de realidad virtual o no quieran que la realidad aumentada complemente su vida. Como ese abuelo que prefiere una llamada antes que mandar un wasap. El futuro es el padre que se niegue a que su hijo recreé su vida en su habitación durante 24 horas.

  • Ética

El metaverso no será un espacio donde la ética, los valores, la igualdad y los principios idílicos del video de Zuckerberg imperen en cada rincón. Las ideologías no entrarán porque vendrán de serie. Facebook ya impone su doctrina cuando cierra cuentas de medios que no comulgan con su ideario woke. Un ejemplo no muy alejado nos puede llevar a que las webs con contenido pornográfico que ya emiten vídeos en realidad virtual tengan su espacio en el metaverso con sus livianos limites de edad, pero un historiador no pueda explicar el franquismo en España o un sacerdote no pueda ofrecer una misa. Franco y un cura no son bienvenidos en el vertedero progre en el que se ha convertido Facebook en 2021, mucho menos en su metaverso.

  • Éxito

Hay un riesgo de que los pájaros disparen a las escopetas. De que Meta acabe como las Google Glass o cualquiera de los otros inventos de Google que han acabado en carne de meme cuando se cumple un aniversario de su entierro. Si la tribu a la que quieren dominar con el metaverso no encuentra la razón por la que convertirse en adicta a Meta, es posible que rechacen su presencia. Nadie garantiza que un proyecto acabe en gloria. El fracaso siempre está presente y las redes sociales saben bien que Tuenti, MySpace o el Messenger ya no cuentan más días de éxito.

  • Besos y abrazos

¿Llegará el momento en el que los jóvenes no tendrán relaciones físicas entre ellos? No es solo un tema sexual, también de gestos. Abrazos, besos, caricias, cosquillas… hay una parte invisible e implícita de las relaciones entre personas que el metaverso nunca podrá virtualizar. La especie humana está genéticamente incapacitada para reproducirse mediante unas gafas virtuales. Igual que en las parejas nada podrá igualar a un abrazo que ordene los sentimientos tras una discusión. El beso de un abuelo no huele igual en VR, aunque pongamos la cara y cerremos los ojos. Lo que la pandemia ha separado que no lo vuelva a descoser el metaverso. Por cierto, de todos los vídeos de presentación de Meta, hay 23 segundos de los 4.260 que dura la puesta en escena dedicados a las personas mayores. En Central Park. Jugando al ajedrez.

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