
Ejemplar de cabra montés
Un estudio demuestra que la caza de la cabra montés favorece su conservación
La caza de la cabra montés es clave para la conservación de la especie. Así lo confirma un estudio que muestra cómo la gestión cinegética ha pasado de ser una amenaza para el animal a convertirse en una herramienta fundamental para su subsistencia.
La Capra pyrenaica, conocida popularmente como cabra montés y establecida en la Península Ibérica y los Pirineos franceses desde hace miles de años, ha atravesado todo tipo de etapas en los últimos 120 años.
De la gran amenaza de extinción en el comienzo del siglo XX, donde el interés por su carne provocó una matanza indiscriminada, a la actualidad, cuya caza es apreciada por los científicos por su utilidad para la gestión sostenible en un escenario de tendencias demográficas crecientes y ausencia generalizada de depredadores.
'La caza de la cabra montés ibérica: de factor de amenaza a herramienta de conservación', firmado por investigadores de la Universidad de Jaén, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y de distintas entidades de la Administración, expone cómo la caza deportiva es positiva para la Capra pyrenaica.«La situación actual de continuo aumento poblacional, junto con la reducción en la cantidad de trofeos, podría indicar que la población general está superando su capacidad de carga», indica el artículo publicado en European Journal of Wildlife Research, que subraya el valor de la caza en esta circunstancia en la que el tamaño de la población podría ser superior al recomendable para el equilibrio de un ecosistema.
La sobreabundancia a la que podría enfrentarse la cabra montés se instalaría en el medio sin los cazadores. La gestión cinegética se vuelve crucial para evitar la expansión de enfermedades como la sarna sarcóptica que se transmite con mayor velocidad cuando hay mayor densidad de animales al multiplicarse la tasa por contactos.
El artículo científico recoge todos los datos oficiales sobre trofeos, licencias de caza y capturas. Desde 2005 a 2021, se capturaron anualmente alrededor de 6.400 cabras montés. Este ritmo frenó en 2019 y 2020 como consecuencia de la pandemia del coronavirus; sin embargo, y pese al descenso de licencias, en 2021 se superaron las 12.000 capturas del mamífero.
El impacto económico de la caza de la cabra montés también sale a relucir en este informe, ya que estas aportaciones favorecen de manera directa a la conservación del animal. «La caza de trofeos es una actividad económica importante e incluso una herramienta de conservación para múltiples especies», recoge el análisis sobre la Capra pyrenaica.
La preferencia de los cazadores por la cabra montés respecto a otras especies se hace evidente al comparar al comparar el descenso de las licencias con el incremento de capturas. Ese interés juega a favor de zonas rurales sin industrializar en las que la caza genera empleo y riqueza para hostelería y servicios, así como numerosos puestos de trabajo, y también supone una fuente importante de ingresos para las arcas municipales que se traducen en mejoras para estos pueblos.
Asimismo, la caza se convierte en uno de los mejores rivales del furtivismo, cuyo efecto es especialmente dañino al no regirse por ningún criterio científico y solo por el atractivo que suscitan las piezas en el mercado clandestino. La extracción de individuos no controlada y habitualmente sobre machos con los mejores trofeos, esta práctica sacude a la propia población y altera su estructura.