Ciencia
Los anillos de Saturno se pudieron originar por una antigua luna que explotó al chocar contra el planeta
Hace unos 150 millones de años, una de las más de 80 lunas que orbitan Saturno se volvió demasiado inestable y se acercó peligrosamente al planeta hasta impactar contra él, lo que provocó la actual inclinación de 26,7 grados que presenta con respecto al Sol y dio origen a los característicos anillos que le dan al astro un aspecto único.
Esta es la principal conclusión de un estudio de modelización realizado por astrónomos del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT) y que, tras ser publicado este jueves en la revista Science, ha concitado el consenso de gran parte de la comunidad científica respecto a varios de los grandes misterios que rodean a este cuerpo celeste.
Utilizando datos de la misión Cassini, que entre 2004 y 2017 analizó la composición del segundo planeta más grande del Sistema Solar y de muchas de sus 83 lunas, el equipo realizó diversas simulaciones numéricas con las que han terminado alcanzando esta suposición. Aunque será necesario todavía realizar más investigaciones para corroborarlo, el hallazgo supone un sólido punto de partida para explicar la actual apariencia de Saturno.
Según las simulaciones realizadas, los anillos no se formaron hasta millones de años después del impacto como consecuencia de la desintegración de la luna en innumerables fragmentos de hielo. Hasta ahora, lo único que se sabía era que los anillos eran muy posteriores al nacimiento del planeta, con una antigüedad aproximada de 100 millones de años.
Los autores han bautizado a la luna explosionada con el nombre de Crisálida, ya que, según Jack Wisdom, profesor de ciencias planetarias del MIT y autor principal del estudio, «al igual que la crisálida de una mariposa, este satélite estuvo inactivo durante mucho tiempo y de repente se activó», dando eventualmente lugar a los anillos.
Resonancia con Neptuno
La nueva hipótesis sobre la inclinación de Saturno supone un nuevo giro con respecto a la anterior, formulada a principios de los 2000 y según la cual el eje era consecuencia de que el planeta estuviera atrapado por una resonancia, o asociación gravitatoria, con Neptuno.
Pero según plantea ahora el MIT, sería realmente la migración de Titán, el mayor satélite de Saturno y que se aleja del planeta a un ritmo de unos 11 centímetros por año, y su atracción gravitatoria lo que mantendría la inclinación y la resonancia de Saturno con su planeta vecino.
«Es una historia bastante buena, pero como cualquier otro resultado, tendrá que ser examinado por otros», puntualiza Wisdom.