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Recreación artística del objeto interestelar Oumuamua

Recreación artística del objeto interestelar OumuamuaESA/Hubble, NASA, ESO, M. Kornme

Un jefe del Pentágono sugiere que una nave extraterrestre podría estar explorando el Sistema Solar

Un alto cargo del Departamento de Defensa publica un artículo científico junto a un conocido astrofísico en el que plantea esta posibilidad

La posibilidad de que una nave nodriza extraterrestre haya llegado al Sistema Solar y utilice pequeñas sondas para explorar los planetas que lo conforman es un escenario que Sean Kirkpatrick, director de la Oficina de Resolución de Anomalías en Todos los Sitios del Pentágono (AARO, por sus siglas en inglés), no descarta.

Así lo refleja en un artículo de seis páginas que firma junto al célebre astrofísico Abraham Loeb y en el que trata de dar respuesta, desde una perspectiva científica, a algunos de los llamados Fenómenos Aéreos no Identificados (UAP, por sus siglas en inglés) registrados en tiempos recientes.

Publicado en forma de borrador el pasado 4 de marzo, el escrito –que lleva por título Restricciones físicas en fenómenos aéreos no identificados– toma como referencia dos de los cuerpos que más han obsesionado a Loeb en los últimos años: el objeto interestelar Oumuamua, detectado en 2017 y conocido por ser el primero de esta naturaleza del que se ha dado cuenta en nuestro sistema solar; y el meteorito IM2, que impactó contra la Tierra ese mismo año y cuyo origen también se especula como ajeno a las fronteras solares.

Según expone la pareja, los artefactos podrían llegar de dos maneras: tanto en forma de basura espacial (como es el caso de las naves Voyager de la NASA, que llegarán a otras estrellas dentro de millones de años) como a través de equipos funcionales como dispositivos autónomos equipados con Inteligencia Artificial (IA).

En cuanto al modus operandi, los firmantes apuestan por una expedición de carácter «científico y exploratorio» en el marco de la cual, tras llegar al Sistema Solar, las sondas «podrían separarse de la nave principal por la fuerza gravitacional de marea del Sol o por una capacidad de maniobra».

«Con un diseño adecuado, estas diminutas sondas llegarían a la Tierra u otros planetas del Sistema Solar para su exploración, ya que la nave principal pasa a una fracción de la separación entre la Tierra y el Sol, tal como lo hizo Oumuamua [antes de abandonar nuestro sistema]», exponen. En cuanto a la razón por la que estas pequeñas naves no son detectadas, conjeturan que «los astrónomos no podrían notar el rocío de las minisondas porque no reflejan suficiente luz solar para que los telescopios de exploración existentes las noten».

Los autores, que no creen sin embargo que las naves estén tripuladas o alberguen entidades biológicas porque «no sobrevivirían» al largo viaje y a condiciones como los rayos X y gamma, sostienen que el agua y la luz solar podría servir a estas naves como fuente de combustible. «Al igual que con las semillas biológicas, las materias primas en la superficie del planeta también podrían ser utilizadas por ellos como nutrientes para la autorreplicación o simplemente para la exploración científica. Es importante señalar que, dado las escalas de tiempo asociadas con el esquema de propulsión discutido aquí, no es razonable afirmar que la intención de cualquier sonda de este tipo lanzada en un pasado lejano, tiene algo que ver con la especie humana. Más probable, y similar a las misiones de la NASA: el objetivo sería de naturaleza científica y exploratoria», especulan.

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