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El motor del Apollo 11, fotografiado en el fondo del océano

Uno de los motores F1, fotografiado en el fondo del AtlánticoBezos Expeditions

Llegada del hombre a la Luna

El día que Jeff Bezos recuperó el motor del Apollo 11 del fondo del océano

El fundador de Amazon se embarcó hace una década en una expedición en busca de los propulsores que posibilitaron la histórica gesta

Jeff Bezos, el fundador de Amazon, engendró su sueño de dedicarse a la exploración espacial cuando, con cinco años, vio en directo uno de los grandes acontecimientos de la historia de la humanidad: la llegada del hombre a la Luna. «Recuerdo el nerviosismo y la emoción que envolvía a mis padres y abuelos. Fue lo que sembró mi pasión por la ciencia y la exploración», ha recordado, ya siendo famoso y uno de los hombres más ricos del mundo, en varias ocasiones.

Así que, además de fundar en el año 2000 su propia compañía aeroespacial, Blue Origin, con la que operar viajes turísticos suborbitales, a Bezos se le ocurrió un día rendir tributo a aquella gesta y embarcarse en una expedición para recuperar los cinco motores F1 que propulsaron la misión Apollo 11 rumbo a la Luna el 16 de julio de 1969. «Estaba sentado en mi casa cuando se me ocurrió la idea», comentaría tiempo después. «Pensé en que esos motores se estaban disolviendo por la sal del agua, por lo que debíamos ir por ellos y ponerlos en un museo antes de que fuera demasiado tarde. Así que busqué en internet no más de –y no es broma– 15 minutos y encontré las coordenadas de donde habían caído exactamente, por lo que pensé que sería una empresa fácil. Claramente, infravaloré el grado de dificultad que conllevaba», añadió.

Bezos, junto a una de las piezas recuperadas durante la presentación de la muestra en el Museo de la Aviación de Seattle, en 2017

Bezos, junto a una de las piezas recuperadas durante la presentación de la muestra en el Museo de la Aviación de SeattleAlan Boyle (Geekwire)

Acompañado de un competente equipo de 60 personas (entre ellos, algunos de los que habían participado en la búsqueda del pecio del Titanic), tecnología puntera y varios miles de dólares desembolsados para trazar la estrategia de búsqueda, Bezos partió a bordo de un barco a principios de 2012 para llevar a cabo las pesquisas. Era la última aventura de sus Bezos Expeditions, una sociedad de inversión personal dedicada a sus propios intereses.

El 21 de marzo de ese año, el multimillonario ex director ejecutivo de Amazon daba al mundo la buena nueva en la web de su sociedad: «Estoy emocionado al poder anunciar que, utilizando nuestro propio sistema de sónar, nuestro equipo ha encontrado los motores del Apollo 11 a 14.000 pies (algo más de 4 kilómetros) bajo la superficie y estamos haciendo planes para sacar al menos uno». Misión cumplida.

No fue, no obstante, lo único que encontró Bezos. Además de los supuestos motores del primer viaje tripulado a la Luna (supuestos, porque faltaba aún por confirmar que habían sido los empleados en la histórica gesta), Bezos también halló cámaras de empuje, generadores de gas, inyectores, intercambiadores de calor, turbinas, colectores de combustible y docenas de otros artefactos pertenecientes a los cohetes Saturno 5 empleados entre 1967 y 1972 por la NASA en el marco de su programa Apollo.

Un año más tarde, en julio de 2013, el magnate confirmó en su web que, tras comprobar su número de serie, uno de los motores encontrados en el fondo del Atlántico pertenecía, efectivamente, al Apollo 11.

El patrimonio rescatado, sin embargo, seguía siendo propiedad de la agencia espacial, por lo que Bezos inició una serie de negociaciones con la NASA para realizar las labores de limpieza y conservación que permitieran identificar cada una de las piezas recuperadas y exponerlas, al mismo tiempo, al público.

Uno de los motores del programa Apollo, tras ser recuperado del fondo del océano

Uno de los motores del programa Apollo, tras ser recuperado del fondo del océanoBezos Expeditions

Tras varios años de trabajo, el Museo de la Aviación de Seattle (ciudad en la que creció Bezos y donde se encuentran las sedes de Amazon y de Blue Origin) abrió en 2017 una exposición permanente titulada Apollo que, sirviéndose de varias de las piezas conseguidas por la expedición, contaba la historia de dicho programa espacial. De todas ellas, las joyas de la corona eran dos motores F1 pertenecientes a las misiones Apollo 12 (1969) y Apollo 16 (1972).

Respecto al resto de los vestigios, las últimas noticias disponibles datan de la inauguración de la muestra, cuando se avanzaba que varios de ellos serían expuestos en el Museo Nacional del Aire y el Espacio del Instituto Smithsoniano, en Washington D. C. Sin embargo, el apartado dedicado a los motores en la web de Bezos Expeditions está actualmente inhabilitado, por lo que el rastro, al menos virtual, se pierde a partir de 2017.

Tras separarse de la segunda etapa de los cohetes Saturno 5, los motores F1 de las misiones Apollo cayeron al mar desde más de 60 kilómetros de altura.

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