Elon Musk asegura que habrá vuelos tripulados a Marte en solo cuatro años
Los plazos resultan harto irrealistas en comparación con los que maneja la NASA
Fiel al estilo empresarial delirante que ha definido su trayectoria, pero también le ha convertido en una de las personas más exitosas del mundo, Elon Musk volvió este fin de semana a hacer gala de sus objetivos generalmente irrealistas y fantasiosos al afirmar en X que su compañía aeroespacial, SpaceX, comenzará a enviar las primeras naves espaciales a Marte para 2026. Y que, de tener éxito al aterrizar, los vuelos tripulados al Planeta Rojo serán una realidad solamente dos años más tarde, en 2028.
«Las primeras naves espaciales a Marte se lanzarán dentro de dos años, cuando se abra la próxima ventana de transferencia Tierra-Marte. No habrá tripulación para comprobar la fiabilidad de un aterrizaje sin daños en Marte. Si los aterrizajes salen bien, los primeros vuelos tripulados a Marte se realizarán dentro de cuatro años. A partir de ahí, la tasa de vuelo crecerá exponencialmente, con el objetivo de construir una ciudad autosuficiente en unos 20 años. El hecho de ser multiplanetario aumentará enormemente la probable duración de la conciencia, ya que ya no tendremos todos nuestros óvulos, literal y metabólicamente, en un solo planeta», explicó el magnate en un hilo de mensajes en la red social de la que también es propietario.
La declaración de intenciones de Musk rebaja en más de diez años, posiblemente en el mejor de los casos, el cronograma que maneja la NASA, que ve inviable que los primeros viajes tripulados a Marte tengan lugar antes de finales de la década de 2030 o principios de la de 2040.
Y es que, teniendo en cuenta que antes de llegar a tierras marcianas –un trayecto cuya duración puede ser de entre tres y seis meses, en función de diversas variables– es necesario volver a la Luna, y que ese primer regreso no será antes de 2026, de acuerdo a los plazos del Programa Artemis, resulta ciertamente difícil creer que dos años más tarde ya haya astronautas viajando hacia Marte. Y que esos viajes, en cualquier caso, reciban la autorización de la propia NASA y del Gobierno de EE.UU. para llevarse a término.
Innumerables retos
Son muchos los desafíos que los científicos deben resolver primero para un periplo de semejante envergadura: exposición a la radiación cósmica y solar, reducir costes de un viaje que se prevé extremadamente caro, proteger a los astronautas y a la nave de las hostiles condiciones marcianas... Demasiadas cortapisas para que en cuatro años, incluso si se logran los aterrizajes seguros que Musk pone como condición previa, sea posible imaginar a astronautas acometiendo la que sería una de las mayores gestas de la historia de la humanidad.
«Se intentará aterrizar naves espaciales gigantes en Marte en ese período de tiempo, pero los humanos solo lo harán una vez se haya demostrado que los aterrizajes son fiables. Cuatro años es el mejor escenario para los humanos, podrían ser seis, ojalá no ocho», escribió poco después para matizar, no sin desechar su desbordante optimismo, los plazos que bosqueja en su cabeza.