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Vista de la formación 'Kimberley' tomada en Marte por el rover Curiosity.NASA/JPL-Caltech/MSSS

La temperatura, la radiación y la comida, los grandes desafíos a los que se enfrentarán los astronautas en Marte

«Llevaremos nuestra bandera a horizontes nuevos y bonitos. Vamos a llegar a las estrellas, lanzando a los astronautas de nuestro país para que la bandera de las barras y las estrellas ondee sobre Marte». Con esta frase, Donald Trump ponía el punto de partida para la llegada del ser humano a Marte. En su investidura, el presidente de Estados Unidos se mostró confiado en que la bandera del país ondee en suelo marciano.

El entusiasmo del presidente era compartido y escenificado por uno de sus socios más destacados de cara a la nueva legislatura. Elon Musk fue la viva imagen de la alegría, reaccionando entusiasmado a las palabras del presidente, haciendo el gesto de los pulgares de sus manos hacia arriba. Y es que en los últimos meses la obsesión espacial del magnate sudafricano ha estado dirigida hacia Marte, planeta que aspira a conquistar en 2028.

«Las primeras naves espaciales a Marte se lanzarán dentro de dos años, cuando se abra la próxima ventana de transferencia Tierra-Marte. No habrá tripulación para comprobar la fiabilidad de un aterrizaje sin daños en Marte. Si los aterrizajes salen bien, los primeros vuelos tripulados se realizarán dentro de cuatro años», señaló el multimillonario en septiembre pasado.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, acompaña a Elon Musk durante el lanzamiento del cohete StarshipAFP

El optimismo desplegado por el CEO de SpaceX choca con la gran realidad de un proyecto cuya financiación es realmente desorbitada, además de las distintas dificultades que incluye la llegada de la raza humana a Marte.

Fechas de lanzamiento incompatibles

Lógicamente, una cosa es la teoría y otra muy distinta poner en práctica la misión en sí. En este contexto hay que tener en cuenta las famosas «ventanas de lanzamiento». Este término se corresponde con el periodo de tiempo –acotado entre dos fechas– en el que es posible llevar a cabo el lanzamiento del cohete. Este fenómeno tiene lugar cada 26 meses y tiene lugar cuando las órbitas de la Tierra y Marte se encuentran en su punto más próximo.

Para hacernos una idea de su complejidad, el próximo momento idóneo para seguir con la carrera espacial en el planeta rojo lo estamos viviendo justo ahora. El pasado 15 de enero fue el día más adecuado para llevar a cabo un lanzamiento, alargándose hasta este miércoles. Una vez sobrepasado la duración de dos semanas —una antes y otra posterior del día indicado— sería prácticamente inviable llevar a cabo el lanzamiento. Por ello, el optimismo de Musk con acelerar la carrera espacial hacia Marte en 2026 y 2028 sería algo realmente complicado, dado que las próximas ventanas de lanzamiento tendrán lugar a lo largo de 2027 y 2029.

Condiciones de vida extremas

Para los primeros astronautas que decidan aventurarse en conocer el planeta rojo, el viaje no será un trayecto de primera clase. En el caso de que el despegue tenga lugar en alguna de las ventanas de lanzamiento, este tardará unos tres años en llegar al planeta. Además, los expertos tendrán que llevar una alimentación basada en comida liofilizada. El sueño y la psicología también son aspectos a tener en cuenta para garantizar el éxito de la misión. Una vez en suelo marciano, las condiciones a las que se expondrán los astronautas serán una auténtica aventura, confiando en la impermeabilidad y garantía de los trajes espaciales.

En comparación con las agradables condiciones climáticas de nuestro planeta, las de Marte se diferencian notablemente. La NASA señala que la temperatura puede oscilar entre los 20 °C y los -153 °C, con una media de -65 °C.

La temperatura no es el único factor a tener en cuenta, ya que la radiación cósmica del planeta rojo es otro de los puntos más sensibles para el ser humano. Para hacernos una idea, según los informes de la NASA, una persona promedio en la Tierra está expuesta a aproximadamente 0,33 milisieverts de radiación cósmica por año. En Marte, esa exposición anual podría superar los 250 milisieverts. A esto hay que sumar, lógicamente, la ausencia de oxígeno, que representa menos del 0,2 % del aire marciano –compuesto mayoritariamente por dióxido de carbono (95 %) y argón (5 %)–.

Un destino más asumible: Venus

Por ello, a lo largo de los últimos años distintos expertos han debatido sobre la necesidad de un cambio de objetivo, señalando a Venus como un planeta mucho más asumible. «El paradigma actual de la Nasa es ir de la Luna a Marte. Intentamos defender a Venus como un objetivo adicional en ese camino», señaló Noam Izenberg, del Laboratorio de Física Aplicada de la Universidad Johns Hopkins, en declaraciones a The Guardian.

Imagen del planeta VenusEuropa Press

«Hay muchas razones para creer que Venus será un interminable país de las maravillas, con vistas y formaciones fascinantes y misteriosas», sentencia el experto.

De igual manera, investigadores como Mallory Lefland y Alexander MacDonald también ha recalcado esta idea, destacando que aunque una misión tripulada sobre Venus sería demasiado compleja con la tecnología actual, sí se podría llevar a cabo una misión tripulada que sobrevuele el planeta desde su órbita.