
Tapir
La reaparición de una especie tras un siglo extinta supone un gran seísmo ecológico para la comunidad científica
A día de hoy hay más de 46.300 especies en peligro de extinción de las que 81 lo están en estado silvestre
Desde armadillos gigantes a una nueva especie: encuentran un 'cementerio' prehistórico de fósiles bajo EE.UU.
En los últimos meses, la diversidad de la fauna mundial sufría un duro revés tras la extinción de un nueva especie. Conocido como Numenius tenuirostris, el zarapito fino era la última víctima de la intensa actividad humana sobre los distintos ecosistemas del planeta. Según un reciento estudio, este ave migratoria –que solía habitar en Europa, Asia Occidental y norte de África– vio reducida su población en un 96 %, siendo declarada prácticamente extinta. De hecho, tenemos que retroceder tres décadas para confirmar el último avistamiento de este animal en Marruecos.
En resumidas cuentas, la destrucción de sus hábitats y la caza intensiva ha propiciado este dramático final para el Numenius tenuirostris, un ejemplo que, desgraciadamente, no es único. A día de hoy hay más de 46.300 especies en peligro de extinción, de las que 81 lo están en estado silvestre. Este dato, proporcionado por la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) habría sufrido una reciente modificación, aunque en este caso positiva.
Investigadores del Instituto Estatal del Medio Ambiente de Brasil (INEA), han localizado un ejemplar de una especie que se consideraba extinta en el país desde hace mucho tiempo. Por más de un siglo, el tapir sudamericano (Tapirus terrestris) había sido considerado extinto en el Bosque Atlántico de Brasil como resultado de la deforestación, la caza furtiva y la expansión urbana entre otros motivos. Sin embargo, cámaras trampa instaladas en el Parque Estatal de Cunhambebe, en Río de Janeiro, captaron imágenes de varios ejemplares de este animal.
El hallazgo, que fue compartido por Agencia Brasil, ha causado una gran sorpresa en la comunidad científica. No solo confirma que la especie sigue viva en esta zona, sino que también sugiere que podría haber una población estable.
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«Esta es la primera vez en diez décadas que en Río de Janeiro se capturan, registran y monitorean animales de este tipo en estado salvaje, es decir, individuos que no han dependido de la acción humana directa ni de proyectos de reintroducción de fauna», afirma INEA en un comunicado. De igual manera, el secretario de Estado de Medio Ambiente y Sostenibilidad, Bernardo Rossi, ha destacado que «este redescubrimiento es un hito no sólo para Río de Janeiro, sino para la ciencia».
Los expertos coinciden en que la presencia de tapires en la zona podría deberse a una recuperación parcial del ecosistema o, incluso, a una población que ha logrado permanecer oculta durante décadas en rincones inexplorados de la selva.
El último registro oficial de un tapir en esta región data de 1914, cuando se avistaron en el Parque Nacional Serra dos Órgãos. Desde entonces, la presencia de este mamífero en el Bosque Atlántico brasileño se daba prácticamente por perdida. Aunque es un animal ampliamente distribuido en Sudamérica, su población ha disminuido drásticamente en varias regiones del continente como consecuencia de la acción humana.
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Un «guardián» del bosque
El hallazgo de esta especie en el bosque brasileño no solo es importante para el propio animal, sino incluso para el ser humano. El tapir sudamericano, que es considerado el animal terrestre más grande de Hispanoamérica –con un peso que puede superar los 250 kilos–, es clave para el equilibrio del ecosistema.
Esto se debe a que su dieta, basada en frutos y hojas, lo convierte en un dispersor de semillas fundamental para la regeneración del bosque. Sin embargo, su vuelta en el bosque brasileño no significa que el peligro se haya disipado, ya que sigue formando parte de la lista de «animales vulnerables» de la UICN.
Por ello, las distintas organizaciones ambientales y científicos han insistido en la urgencia de ampliar las áreas protegidas y reducir la deforestación para garantizar la supervivencia de la especie.
«Utilizando el material captado por las cámaras trampa, es posible promover estrategias efectivas de conservación y concientizar a la sociedad sobre la importancia de la biodiversidad y el fortalecimiento de los ecosistemas locales», afirmó el presidente del INEA, Renato Jordão.