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Tokio, bien armada, en La casa de papel

Tokio, bien armada, en La casa de papelNetflix

Los números hablan: La Casa de Papel se ha convertido en una ensalada de tiros

Contamos el tiempo exacto de disparos y explosiones en la serie: más de quince minutos de estruendo

Uno acaba de ver la nueva temporada de La casa de papel (el volumen uno de la quinta entrega, para ser precisos) con los oídos resacosos de tanta explosión y tanto tiro y con la sensación de que es un producto más apto para ser visionado con casco, chaleco y pantalón militar que con pijama, pantuflas y manta. Para entendernos, los creadores de la serie española más internacional han ideado un cruce entre Call of Duty y Platoon. No específicamente entre este videojuego y esta película, pero sí entre un shooter y un filme bélico. Lo de poner el apellido de «Volumen 1» a esta primera parte de la quinta temporada remite a Quentin Tarantino y su monumental Kill Bill, también dividido en dos volúmenes. Y es por ello que nos inspiramos en otra obra señera del director norteamericano para bautizar este reportaje: Dalí desencadenado.

Estábamos advertidos. En todas las entrevistas previas, creadores y actores de la serie anticiparon la que se nos venía encima. En el documental, también disponible en Netflix, La casa de papel: De Tokio a Berlín hay muchos testimonios en esta línea. «Si quieres sorprender al espectador, tienes que ir a un territorio nuevo», asegura Javier Gómez Santander, guionista y coproductor ejecutivo de la serie. Y ese territorio, esa tierra prometida de la sorpresa, fue el género bélico.

Para los actores, esta ensalada de tiros ha resultado tan tediosa de rodar como para un sector de los espectadores, el más crítico y decepcionado con este giro armamentístico. «Lejos de divertido, es muy duro y muy tedioso. Odio la acción», cuenta Aníbal Cortés (Río) en el documental sobre la grabación. «A nivel creativo es frustrante. Dices: ‘Jolín, llevo dos semanas haciendo lo mismo’», se sincera Úrsula Corberó (Tokio). Jaime Lorente (Denver) califica el rodaje como «el día de la marmota», pues que tras llegar «a casa vomitando polvo negro», al día siguiente te despertabas «y volvías a estar allí». Allí, en la guerra.

¿Pero es realmente tan excesiva la carga bélica de esta primera parte de la quinta temporada? Para responder a esta pregunta, contamos el tiempo exacto de tiros y explosiones de cada uno de los capítulos, y comprobamos que en tres de los cinco episodios los personajes son como jugadores de la oca, o sea, «y tiro porque me toca».

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En el primer episodio solo hay 17 segundos de disparos, lo que supone el 0,6 % de la duración del mismo, excluyendo créditos. Los momentos con tiros son solamente ocho.

La cosa cambia en el segundo. Son 4 minutos y 15 segundos de pim pam pum, el 8,9 % de la duración total. Ya antes de los créditos iniciales hay cinco raciones de tiro y explosión, a las que hay que sumar veinte más en el resto del capítulo. Llega a haber tiroteos de 37 eternos segundos. A este segmento pertenece la lucha entre rehenes y secuestradores en el polvorín del Banco de España. Fue lo más tedioso del rodaje: «En el polvorín, ¿qué hicimos? ¿Dos secuencias en tres semanas?», cuenta Úrsula Corberó en el ya citado documental.

El tercer episodio es un relax para los oídos, pues solo atronan con 13 segundos de explosión (el 0,48% de la duración total).

En el cuarto, más ‘madera’ que nunca. El 13,6 % del capítulo (6 minutos y 22 segundos) lo copan los disparos y las explosiones, que nos sorprenden hasta en 25 momentos de la historia, centrada a estas alturas en la lucha por arriba y por debajo de la terraza del edificio.

En el episodio de despedida, el del dramático asalto de la cocina, dicho tiempo baja a 5 minutos y 12 segundos (el 10,27 % del capítulo), y son 29 los momentos en que los espectadores vivimos bajo los silbidos de las balas.

En total, computamos 16 minutos y 19 segundos. Precisemos que el género bélico abarca en realidad muchísimo más metraje, puesto que solo hemos contabilizado los momentos de tiros o explosiones, excluyendo aquellos en los que, aunque aparezcan armas en pantalla, éstas no son utilizadas.

Como un tiro

Tan cierto como que hay una carga brutal de disparos es que este primer volumen de la quinta temporada ha ido como un tiro, nunca mejor dicho. Al día siguiente de su estreno en Netflix, era la serie más demandada a nivel mundial. El próximo 3 de diciembre se estrenará el volumen dos –consta de otros cinco episodios– y sin duda irá acumulando visualizaciones y, con el tiempo, se acabará aupando al top 10 de lo más visto en la plataforma que la produce. Hace unos días, Netflix ofreció su listado de series más seguidas a nivel mundial, y la cuarta parte de La casa de papel ocupa el segundo puesto, con 619 millones de horas acumuladas de visionado, solo superada por la primera temporada de Los Bridgerton, con 625 millones.

A nivel de público, La casa de papel es un éxito planetario sin parangón en la historia del audiovisual español. Lo del éxito de crítica ya es otra cosa. Entre sus propios seguidores ha habido división con esta primera ración de la quinta parte. En los extremos están, por un lado, los que piensan que los creadores de la serie se han dado un tiro en el pie y, por el otro, los que creen que La casa de papel nunca ha apuntado tan alto.

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