Historias de película
¿Fue el actor de `Nosferatu´ un vampiro real?
La película por excelencia del expresionismo alemán de terror difundió la leyenda de que su protagonista era un verdadero chupasangres
Si existe una novela que sentó las bases del terror gótico esa fue Drácula. Los ecos de Bram Stoker se mantuvieron en el tiempo hasta que en 1922 el director alemán Friedich Wilhem Murnau decidió llevarla al cine sin tener aún los derechos de la obra. Así, ambientada en 1838, cambió Transilvania por la ficticia Wisborg y la historia de Jonathan y Mina por la del joven Hutter y su mujer Ellen. El oscuro agente inmobiliario Knock decide enviar a Hutter a cerrar un negocio con el conde Orlok. Una vez en su castillo, es recibido por el siniestro conde y, al día siguiente, amanece con dos pequeñas marcas en el cuello, que interpreta como picaduras de mosquito.
Considerada por los especialistas como la más oscura de las cintas que se hayan filmado alguna vez sobre el mítico vampiro, Nosferatu resultó tan convincente que al poco tiempo de estrenarse empezaron a circular rumores sobre la posibilidad de que su protagonista, Friedrich Gustav Max Schreck, no fuera, en realidad, un actor humano, sino un vampiro real. La postura escogida y su gótica apariencia resultaban aterradoras para los espectadores y su leyenda se avivó conforme se supieron detalles sobre su vida privada, empezando por su apellido, que en alemán significaba terror.
Existen rumores que aseguran que lo abandonaron a las puertas de un teatro de variedades, por lo que creció huérfano. A muy temprana edad habría acabado en el mundo de la actuación para ganarse la vida y pronto demostró su gran talento para la interpretación, lo que le llevó por varios teatros alemanes. Allí le descubrió Max Reinhardt, importante director teatral y cinematográfico. Poco tardó en debutar en el cine con la película Tambores en la noche, obra del aclamado dramaturgo Bertolt Brecht, y en 1920 obtuvo su primer papel importante en Der Richter von Zalamea. Aquel actor de mirada expresiva resultaba ideal para el cine mudo y en muy poco tiempo alcanzó el estrellato.
Sus apariciones en pantalla grande llamaron la atención de F.W. Murnau, principal discípulo de Reinhardt y máximo exponente del terror expresionista en el cine. Para el director, el conocido vampiro debía representar a un monstruo, un asesino aterrador que no mostrase rastro alguno de su naturaleza humana y escoger a este hombre hermético, reservado y de apariencia fría para su perturbador personaje fue la mejor de sus decisiones. Especialmente, cuando se dio cuenta de que era un actor del método en toda regla.
Schreck exigió que tanto en escena como fuera de ella se refiriesen a él como Orlock. De hecho, no le permitió al director compartir con nadie su nombre real. Además, siempre aparecería caracterizado y no tuvo ningún tipo de relación con sus compañeros. En cambio, se deslizaba por los rincones más oscuros del set de grabación y se dedicaba a analizar el comportamiento de sus partenaires. Hay quien dice, incluso, que en una ocasión el productor lo llamó por su nombre y este le amenazó con morderle. Ese aura de misticismo terminó afectando a todo el equipo, sobre todo cuando Murnau decidió seguirle la corriente y difundir la idea de que le pagaba con sangre.
Tras el estreno, los productores continuaban alimentando la posibilidad de su monstruosidad y muchos llegaron a preguntarse si realmente veían el auténtico rostro de un vampiro. Solo tras la muerte del actor se reveló su verdadero nombre, pero, entonces, ya había quedado eternamente vinculado al de Nosferatu.