Aunque en la madrugada de este domingo al lunes gane el Oscar a la mejor película, El poder del perro nunca podrá superar en calidad a un western con mayúsculas como es Sin perdón (1992). Clint Eastwood vivió en 1993 la primera de sus dos grandes noches de los Oscar (la segunda sería por Million Dollar Baby) gracias a William Munny, el pistolero viudo que encarnó en este western etiquetado hasta la saciedad como crepuscular. Sin perdón, que acumuló nueve nominaciones, ganó cuatro Oscar: mejor película, dirección, actor de reparto (Gene Hackman) y montaje. Casi treinta años después, lo imperdonable es no haberla visto… y no volverla a ver.