Telecinco
El sainete de 'Sálvame' echa el telón
Hoy se acaba el programa que ha marcado una era en la televisión española
Hoy echa el telón Sálvame. Viene a cuento lo del telón: ¿no es acaso Sálvame una función teatral? Podríamos definir incluso el subgénero: ese tradicional sainete español en el que hasta una veintena de personajes convivían en una misma corrala. No sabemos que opinará el jefe de todo esto, el también actor Jorge Javier Vázquez (JJ), de esta interpretación. Como tampoco sabemos si, alejado del mundanal ruido como está por razones de salud, participará de algún modo en la despedida (presencialmente se supone que no).
Hoy acaba Sálvame, y –como hasta el rabo todo es toro– lo hará dando espectáculo a su manera: «Se va a despedir quemando el plató y los archivos secretos del programa. Entre ellos, testimonios sobre famosos que nunca llegaron a ver la luz», anuncia Telecinco (esto de irse para siempre y guardarse los secretos ya lo hizo Supergarcía, siempre pionero).
Tras 14 años de emisión, el programa producido por La Fábrica de la Tele se despide, y sus presentadores y colaboradores dirán «que nos quiten lo bailao». Lo «bailao» ha sido mucho. El programa más icónico de Telecinco, el que mejor simboliza el modelo empresarial de Paolo Vasile (el auténtico jefe de todo esto detrás de las cámaras), nació como un apéndice de Supervivientes el 19 de marzo de 2009. Lo que iba a ser un programa puntual se extendió como una mancha de aceite por la programación de Telecinco. Con Sálvame ocurrió lo mismo que había pasado con VIP Noche, que fue el primer programa de éxito de la autoproclamada «cadena amiga». Empezó en el primer time y acabó colonizando toda la parrilla del canal añadiendo al VIP apellidos como «Tarde», «Guay», «Mar» o «Corazón». Como los Pokemon o VIP Noche, Sálvame evolucionó a Limón, Naranja, Plus, Deluxe, Banana, Tomate, Sandía y sabe Dios si nos dejamos alguno en el tintero.
La gallina de los huevos de oro
Telecinco encontró con Sálvame la gallina de los huevos de oro. Un formato barato de producir: la traslación del sainete de la corrala a un plató. Gentes hablando a la vez –pisándose la palabra sin la más mínima educación– de lo humano más que de lo divino: de operaciones, del vil metal (de su falta y de su exceso), de novios y novias, de bodas y de separaciones, de exclusivas de chichinabo, de gente que entraba y salía de escena (el subgénero «me voy del plató» murió de éxito) en un constante todo vale por la audiencia. El alma al aire se podría titular Sálvame, que en principio realizaba autopsias a los famosos pata negra, a los VIP, pero que acabó mirándose a su propio ombligo: los protagonistas del sainete pasaron a ser las estrellas, y se prescindió de los VIP, que solo entraban al trapo con pecunio de por medio. Han sido tantas sus creaciones que nombrarlas a todos aburriría hasta el más ferviente seguidor, así que solo mentaremos algunos: Lydia Lozano, Raquel Bollo, Terelu Campos, Kiko Hernández, Kiko Matamoros, Chelo García-Cortés, Marta López, María Patiño, Carlota Corredera, Antonio David Flores, Mila Ximénez y, por supuesto, Belén Esteban, proclamada como La princesa del pueblo. Son todos los que están, pero no están todos los que son. Gente sin demasiados escrúpulos periodísticos, de ahí que sea el espacio televisivo que –según se dice– más veces haya incumplido el el Código de Autorregulación de Contenidos Televisivos e Infancia y que la Asociación de Usuarios de la Comunicación llegase a pedir la retirada de antena del programa.
Al final no hizo falta que lo matasen: se ha ido por muerte natural. Ya desde 2022 las distintas versiones de Sálvame se fueron reorganizando y renovando en ante la caída de la audiencia. Los tiempos en los que lideraba de calle las sobremesas y las tardes se habían acabado, pues Antena 3 había conseguido abrir grietas y llegar a ser la más vista durante algunos tramos horarios.
Pero hubo un tiempo –y es justo recordarlo– en que Sálvame fue la bomba H en cuanto a audiencias. En 2015 alcanzó su mejor share (17,9% de media) y en 2020, en pleno confinamiento, marcó su máximo de espectadores de media (1.992.000). Pero tuvo que ser la muerte de Fran Álvarez, ex de Belén Esteban, la que sirvió para que Sálvame se anotase el récord histórico de audiencia: un 22,6 % de cuota de pantalla. Ocurrió hace no demasiado, en febrero de 2020.
El final ha sido feo y desgraciado. La descomunal bronca –en aquel programa de la pandemia– entre Belén Esteban y JJ. La muerte de Mila Ximénez. El caso del (presunto) espionaje ilegal. La baja de JJ por un problema de salud. Que su supresión se anunciase en un periódico, antes que a los propios interesados…
Se acaba hoy el programa que JJ calificó como de «rojos y maricones». Diga lo que diga Jorge Javier su audiencia ha estado compuesta de forma mayoritaria por mujeres. Por señoras, para ser más precisos. El que esto escribe se cortó el pelo durante un par de años en una peluquería en la que Sálvame se emitía en bucle. Había revistas, como en todo negocio del estilo, pero casi nadie las leía. Quién va a querer leer cuando puedes escuchar a Belén Esteban, que es menos trabajoso para la vista y para el cerebro.