Entrevista
Macarena Gómez: «A muchos actores no se les entiende: les digo que vayan al logopeda y no me hacen caso»
La actriz, que este lunes estrena la segunda temporada de 30 Monedas (HBO Max) y sigue haciéndonos reír en La que se avecina, visita la redacción de El Debate
Este lunes estrena la segunda temporada de 30 Monedas, la serie de Álex de la Iglesia en HBO Max, y pronto llegará a Netflix la segunda temporada de la serie Sagrada familia. Acaba de llegar a los cines Mi otro Jon, la película benéfica de Paco Arango para ayudar a los niños con cáncer. Recientemente también ha estrenado Desmadre incluido y El hombre del saco. Y todo eso –y más–, mientras seguimos disfrutando de ella como Lola Trujillo en La que se avecina. En cuanto uno tiene delante a Macarena Gómez y escucha sus palabras (y sus silencios), confirma lo que en realidad ya sabemos todos: que es una actriz especial, que su capacidad de trabajo y compromiso no encuentran límites y que sus respuestas, como sus interpretaciones, están llenas de verdad.
–Mi otro Jon, 30 Monedas, Sagrada Familia, Desmadre incluido, La que se avecina, El hombre del saco… ¿Le cuesta decir que no?
–Sí, soy una privilegiada porque tengo mucho trabajo, pero no se basa solo en la suerte. Soy una mujer muy trabajadora y muy disciplinada con mi trabajo. Llegué ayer de Miami, y hoy a las 8:00 estaba promocionando una serie. Otro actor a lo mejor hubiera dicho que se quedaba a descansar. Pero yo creo que es mi obligación también promocionar las películas. No todos los actores lo hacen. Para mí no es un trabajo. Estoy contenta de estar aquí hoy contigo siendo entrevistada. Lo digo en serio.
–¿Qué cree que le hace especial como actriz?
–Creo que uno de mis grandes potenciales es mi mirada. Los actores tenemos dos grandes herramientas: la voz y el cuerpo. Como he sido bailarina, tengo bastante conocimiento de mi cuerpo y construyo mis personajes basándome en los movimientos, la forma de andar... A lo mejor la voz no es mi gran fuerte porque me cuesta mucho hacer acentos, pero voy a la foniatra desde hace 25 años. Quería quitarme el acento andaluz porque para ciertos personajes no pega que sea andaluza. Es muy importante que el actor vocalice. Y hay muchos actores a los cuales no se les entiende. Muchísimos.
–¿Cómo le afecta eso como actriz? Porque su trabajo también depende de los otros actores…
–Le he dicho a muchos compañeros que vayan a un logopeda y muchos no me hacen caso. Un actor, cuando actúa con otro mejor, crece. Me encanta que me pongan delante a un portento, que incluso considere mejor que yo, porque sé que voy a aprender junto a esa persona. Si esa persona brilla, yo también brillo. Si me ponen a un actor malo, mediocre o un actor que no vocaliza, a mí se me puede entender, pero luego el resultado, el que vea la secuencia, dirá: 'pues no he entendido nada'. Entonces claro que salgo perjudicada.
–¿Hay egos en la profesión? ¿Actores que se molestan por tener al lado a alguien mejor que ellos?
–No sé… Sí considero que hay actores que a lo mejor prefieren actuar con una persona que ellos consideran inferiores para lucirse ellos. Pero si piensan así, están equivocados.
–Cuando hace comedia, ¿tiene en mente a alguna actriz o a algún actor de antes?
–No, pero sí te digo que crecí y siempre me han influenciado mucho actrices como Verónica Forqué, que para mí ha sido muy importante en mi vida profesional. Quería mucho a Verónica. Carmen Maura, Ángela Molina, Victoria Abril... Me encanta lo desvergonzadas, lo atrevidas que son a la hora de actuar. Considero que, como actriz, soy como ellas.
–¿Es usted una actriz para morirse de risa o para reírse del miedo?
–¡Qué bueno!… Creo que soy más para reírse del miedo que para morirse de risa. Para la comedia se nace. Soy buena actriz de comedia. No me considero brillante ni de las mejores, creo que hay muchísimas actrices muchísimo mejores que yo haciendo comedia, pero como actriz de terror tengo un don que me hace particular y que tiene mucho que ver con mi mirada. No soy tonta, sé manejar mi mirada. Manipulo con mi mirada no cuando actúo, sino en mi vida diaria (ríe).
–¿Cree que no se le valora como actriz dramática tanto como con la comedia o el terror?
–Las películas de género, por ejemplo, de terror, pueden ser dramáticas. Musarañas era una película de terror dramática. ¿Qué pasa? Que la gente me ve como actriz de comedia o actriz de terror. Pero me dan un drama social y lo podría hacer perfectísimamente. Lo que pasa es que no me lo ofrecen.
–¿No se lo ofrecen?
–No me han ofrecido un drama social. El único, Benito Zambrano, con Padre Coraje, que fue con lo que empecé.
–¿Y qué puede hacer usted para cambiar eso?
–La gente me asocia a que Macarena le da género, Macarena se implica en las escenas de acción... Físicamente lo doy todo. Me ponen un perro a medio metro y no me quejo. No todos los actores son capaces de hacer eso. Y como saben que yo sí tengo esa capacidad, por eso me llaman. Desde aquí digo: ¡ofrecedme un drama social, por favor! (ríe).
–Dice que tiene «muchísimas ganas» de estrenar la segunda temporada de 30 Monedas, la serie de Álex de la Iglesia. ¿Por qué?
–Mi personaje es un caramelito. Se me da muy bien hacer de villana. Mi trama es muy jugosa para cualquier actor. Varios compañeros me dicen ‘ojalá me hubiera tocado hacer tu personaje’. A los actores nos gusta hacer mucho de villanos porque es algo muy distinto de la realidad. Me considero una persona buena y hacer de mala es distanciarme de mí misma. Hacer cosas políticamente incorrectas me resulta muy atractivo. Y con Álex es muy divertido porque me gusta mucho implicarme físicamente y eso le encanta. De hecho, como no entres en esa dinámica suya, no quiere trabajar contigo como actor. Si hay que tirarse desde la ventana de un primer piso, prefiere que lo hagas tú a que lo haga un doble. Y a mí eso me gusta. Me divierte.
–¿Cómo es el trabajo con Álex de la Iglesia? ¿Se enfada mucho?
–Con Álex nunca he discutido sobre una escena. Es un hombre duro. A lo mejor hay gente que le tiene miedo porque sabe que están trabajando con Álex de la Iglesia. Es como un niño chico. De repente se enrabieta y luego te pide perdón y es la persona más tierna del mundo. Tienes que entenderlo y entrar en esa dinámica. Si no, te impone. Si un día Álex me riñe y me dice: ‘no lo has hecho bien, Macarena’, le digo: ‘¡pues por tu culpa, porque no me has dirigido!’. Hay gente que le impone tanto Álex que no se atreve a decirle lo que piensan, pero yo sí. Es muy difícil ser guionista, director y productor y, aun así, él sabe todo lo que está sucediendo a su alrededor: si el actor que está esperando a entrar en la toma está inseguro, si la comida ha llegado a tiempo... Lo controla todo. Eso es física y emocionalmente agotador.
–¿Le condiciona eso a la hora de rodar una escena con él?
–Yo sé que él está al 100 % de energía y que no se queja. Sé que ha dormido tres horas porque ha estado montando la secuencia del día anterior. Y yo, como actriz, no voy a venir a ponerle problemitas. Tengo que absorber su energía y estar a su altura. Hay que ser empático. Has de tener psicología y darte cuenta de cuándo puedes puedes molestar al director y cuándo no.
–Cuando le toca grabar La que se avecina, aunque sea un trabajo, ¿lo toma en cierto modo como un descanso?
–Después de tantos años ya es como una especie de descanso. No me acuesto preocupada pensando que voy a rodar al día siguiente La que se avecina. Pero a la hora de rodar le pongo la misma pasión que si estuviera rodando una secuencia con José Luis Garci. Quiero hacerlo bien por mí, por mis compañeros y porque tampoco quiero defraudar ni a la audiencia ni al productor que me ha contratado.
–¿Qué recuerda de sus trabajos con José Luis Garci? (Holmes & Watson. Madrid Days, El crack cero)
–Cuando me llamó Garci recuerdo que yo estaba en el Festival de Cine de Toulouse. Al día siguiente me cogí el coche para Madrid para conocerlo. Yo he crecido con las películas de Garci. Yo recuerdo de pequeña ir a ver con mi papá a Almodóvar o a Garci, que no tienen nada que ver el uno con el otro. Garci es de los mejores directores que hay en este país.
–¿Le ha faltado reconocimiento a Garci en España?
–Lo tuvo en su época, con sus primeras películas. Él tiene su estilo, le gusta el cine clásico, y te gusta o no te gusta. A mí me da mucha pena porque me parece un genio. ¡Y cómo habla! ¡Y cómo escribe! Te pueden aburrir o no sus películas, no todo el mundo acierta, pero no sé… (hace una pausa). No se valora a Garci hoy en día.
–¿Tiene usted más difícil que otras grandes actrices ser nominada al Goya por el tipo de películas que suele hacer?
–Me quedé extrañada de que me nominaran por Musarañas porque era una película de género. Tenía el deseo, el sueño, de que lo hicieran porque estaba muy orgullosa de mi trabajo, pero me quedé impactada. En este país la comedia no se valora. Puedes ser un grandísimo actor de comedia pero, ¿cuántos actores de comedia han sido nominados? Los puedes contar con los dedos de una mano. Y el único que lo ganó creo que ha sido Dani Rovira. Tienes que hacer un drama social para que te nominen y te den un premio.
–Tiene el cariño del público, de los directores, que no paran de contar con usted, de los compañeros… ¿Le falta el reconocimiento de la Academia?
–No, para nada. Que no me den un Goya no quiere decir nada. Anda que no hay actrices maravillosas que no han recibido un Goya en su vida. Me dan muchos premios por cortos y por películas. Un Goya no me han dado, me da pena por no salir a recogerlo y dedicárselo a mi padre y a mi madre, pero creo que la gente de la industria me valora como actriz. Me siento valorada y respetada.
–Si José Luis Gil está viendo esta entrevista, ¿qué le gustaría decirle?
–José Luis te entiende cuando le hablas. Lo que tiene es dificultad para hablar, pero él realmente entiende todo lo que lo que está pasando. Es curioso porque José Luis y yo, en los primeros años de La que se avecina, nunca hablábamos. No tenía secuencias con él y apenas lo veía. Y el último año hubo algo que nos hizo conectar. Sé lo que nos hizo conectar pero no lo voy a contar, y empezamos a tener conversaciones muy interesantes. Me da mucha pena lo que le ha pasado. Es un ser extremadamente inteligente, una persona muy culta. Un hombre que iba a la serie, hacía teatro, doblaje... Es un grandísimo amante de su trabajo. No trabajar de aquello que te apasiona es de lo peor que te puede suceder.
–¿Se considera usted un verso libre dentro del cine español?
–Pues me gusta mucho lo que me has dicho. Pues yo creo que sí. No sé si sería un verso que haría rima asonante o rima consonante (ríe). Es una broma. Sí, me considero un verso libre. ¿Me lo puedo apuntar y copiar?
–¿Está marcado el cine español por un discurso único del que no se puede salir?
–Tú eres muy listo y sé por dónde vas y tienes toda la razón del mundo. Hay un discurso único y no te puedes salir de ese discurso.