Ni 'El Padrino' ni 'El Señor de los Anillos': esta es la mejor trilogía del cine, según Tarantino

Muchos seguidores de Quentin Tarantino creen que el cineasta no tiene rival. Es un autor consumado cuyas películas son inequívocamente suyas. Sin embargo, cualquiera que le haya oído hablar de su obra sabrá que está impregnada de influencias de otros directores.

Es cierto que sus películas están plagadas de elogiadas secuencias de violencia explícita, su estructura no lineal, su inclinación por la podofilia femenina, el gusto por los planos contrapicados o el característico estilo de diálogo. Sin embargo, según admite él mismo, gran parte de lo que hace que las películas de Tarantino sean tan electrizantes se debe a los directores que lo han inspirado.

Uno de ellos es Sergio Leone, el gigante que ayudó a transformar los westerns en un género de prestigio con su trilogía de películas protagonizadas por Clint Eastwood: Por un puñado de dólares, La muerte tenía un precio y El bueno, el feo y el malo. De hecho, de todas las contribuciones del italiano al cine, Tarantino elogia este triunvirato como uno de los mejores de la historia.

«Solo hay una trilogía que funciona completa y absolutamente y es esta», explica en un episodio del pódcast Club Random con Bill Maher. «Logra lo que ninguna otra trilogía ha sido capaz de hacer: mejorar. La primera película es estupenda, pero la segunda es tan genial y lleva toda la idea a un lienzo tan asombroso que eclipsa a la primera. Y luego la tercera hace lo mismo con la segunda. Eso es algo que nunca sucede. Verás un gran salto de la primera a la segunda y de esta a la tercera».

En los años 60, los westerns americanos estaban bastante agotados y, salvo alguna que otra película protagonizada por John Wayne, las películas de este género no eran tan rentables como en las décadas anteriores. Este vacío lo llenaron los conocidos como spaghetti westerns, con la colaboración de Sergio Leone y Eastwood a la cabeza. Mientras que los americanos tenían estructuras morales radicales, siguiendo las clásicas historias del bien contra el mal, la Trilogía del Dólar de Leone adoptó un enfoque moralmente gris, con un héroe que roza el territorio del antihéroe y tiene motivaciones egoístas.

Leone copió la trama del cuento de samuráis de Kurosawa, Yojimbo, en la que un extraño llega a un pueblo destrozado por una guerra, se ofrece a trabajar para ambos bandos y procede a desatar el infierno. Por un puñado de dólares introdujo a uno de los antihéroes que definieron la década, El hombre sin nombre de Clint Eastwood. El pistolero lacónico, vestido con un poncho y con un cigarrillo en la boca, encarnaba el nuevo ambiente nihilista.

Eastwood, que acababa de triunfar con la serie Látigo, demostró su capacidad interpretativa en este primer papel protagonista. Con su mirada de acero, su voz áspera, pero tranquila y su comportamiento estoico, le encarna con una confianza y un ingenio casi intimidantes.

Conviene recordar, además, que Leone no escribió las películas con una única línea argumental y, aunque recurrió a los mismos actores, estos tienen nombres diferentes en cada una. Con el tiempo, en las décadas transcurridas desde el estreno de las películas, los fans han creado su propia continuidad, señalando pistas sutiles que aluden a una línea temporal no lineal en la que las películas están organizadas en orden inverso.

El hecho de que Tarantino considere las películas del Dólar como una trilogía cohesiva indicaría otro recurso artístico que aprendió de Leone: líneas de tiempo no lineales. El director ha elaborado tramas cuidadosamente ensambladas que se entrecruzan y saltan de un tiempo a otro, lo que inspira múltiples visionados que permitan armar el rompecabezas, de forma muy similar a lo que han hecho los ávidos fanáticos de la trilogía de Sergio Leone.