
Joaquin Phoenix y Lady Gaga, protagonistas de la secuela de Joker
Cine
Los villanos conquistan la taquilla: la seducción del mal en el cine
Desde Joker hasta Kraven, los clásicos antagonistas se convierten en protagonistas de la cartelera
El mes pasado, el influencer Alex Sánchez entrevistaba a Aaron Taylor-Johnson, actor de la película Kraven el cazador, sobre el origen del supervillano Sergei Krávinov. Durante la conversación, el actor reflexionó sobre una idea clave: «para entender al villano hay que encontrar su humanidad (…) Si puedes ver el origen del trauma, la oscuridad y el mundo tóxico en el que ha crecido, puedes entender cómo se convierte en el villano que ahora conocemos».
En los últimos años, el cine ha sido testigo de un fenómeno mundial: la fascinación por el villano. No hay más que ojear la cartelera para descubrir que la audiencia ya no solo quiere héroes; quiere antihéroes, figuras transgresoras, o incluso villanos que desafíen los esquemas de la moralidad y la corrección social. Ejemplos de esto lo encontramos en Joker, una película que reescribió la historia del icónico antagonista de Batman y recaudó más de 30 millones de euros en taquilla mundial. En 2021 llegó a los cines Cruella, sobre el mítico personaje de 101 dálmatas. La película ganó el Oscar a mejor vestuario y fue una de las más taquilleras en España. Ese mismo año las plataformas de streaming se hicieron eco del fenómeno, incluyendo en su catálogo productos con la misma narrativa, como la serie Loki, estrenada el 9 de julio en Disney +.
Alfred Hitchcock lo resumió así: «Cuanto más exitoso es el villano, más exitosa es la película». Y no le faltaba razón. Se ha visto en la última década que el cine ha apostado decididamente por dar protagonismo a estas figuras. Ahora lo volvemos a ver en estrenos como Joker 2, Venom 3, Kraven, Wicked o la serie El Pingüino, centrada en uno de los villanos de Batman y estrenada en HBO en septiembre de 2024.

El pingüino
Un artículo publicado por la revista Comunicación y medios afirma que «las películas y series americanas han profundizado en las últimas décadas en la representación de un villano más ambiguo, más poliédrico y cercano al proceso de identificación del espectador con él». En esta línea, Javier González Torres, profesor de Estética y lenguaje cinematográfico en la Universidad de Málaga, explica que esta narrativa se logra «sacando a la luz esa parte de lo humano que a veces queda oculta por los convencionalismos sociales, las pautas de comportamientos o las normas morales».
La construcción tradicional del villano era únicamente para dar sentido a la figura del héroe. Estos personajes eran planos y no experimentaban ninguna evolución, el espectador desconocía por completo su origen y su pasado. Miguel de Ribot, responsable de prensa y comunicación en la distribuidora y productora A contracorriente, explica que esta complejidad «se puede observar en el villano Thanos, de la última entrega de Los Vengadores. Thanos considera que hay un exceso de humanos en el universo y para evitar el agotamiento de los recursos naturales, decide eliminar a mitad de la población. Evidentemente, lo que hace es malo, pero el espectador puede conocer los motivos que le llevan a eso. Se le da una capa más de complejidad al personaje. Hoy en día ocurre lo mismo: no se presenta a un villano sin más, sino las razones que le llevan a serlo». En el caso de Thanos, su visión del universo nace de la tragedia de su planeta, mientras que personajes como Joker, Kraven o Maléfica se construyen a partir de un entorno tóxico y una cadena de injusticias sociales.

Cynthia Erivo interpreta a Elphaba en Wicked
El cine actual parece haber encontrado la respuesta a la famosa pregunta de si el villano nace o se hace, una cuestión que se ha convertido en terreno fértil para explorar la humanidad detrás de los actos más oscuros. Críticos de cine como Juan Orellana creen que este fenómeno responde a «un interés por entender al monstruo, tratar de comprender al distinto, en vez de meterle en el saco del prejuicio».
De villano a héroe, o al revés
Este fenómeno no solo redefine al villano tradicional, sino que también diluye las fronteras entre este y el héroe. Personajes como Deadpool o Hellboy son solo algunos de los antihéroes actuales que parecen cuestionar las fronteras entre el bien y el mal.
Es evidente que estas narrativas constituyen un intento por hacer la trama más realista y compleja, ya que nadie es completamente bueno ni absolutamente malo. Sin embargo, en ocasiones, se puede llegar a la legitimación moral de conductas o acciones que no lo son, como señala Elena Cebrián, profesora de Ética en la Universidad CEU San Pablo: «La valoración positiva del villano se hace en clave emocional, se sustituye el criterio racional, por el sentimiento, dando lugar a un relativismo vestido de falsa tolerancia. Ahora el villano se vende con un halo de misterio, incluso tiene una estética atractiva que explica su éxito comercial. Ya no solo se ven en las películas o series, sino también en tatuajes o camisetas».
Esto ocurre con el fenómeno de La casa de papel. La serie presenta a unos delincuentes que deciden atracar la Fábrica de La Moneda y Timbre. Este grupo de ex convictos, antes marginados por la sociedad, logran despertar la simpatía del público: su rebeldía los convierte en símbolos de resistencia contra un sistema opresivo. Elementos como los monos rojos, las máscaras y la canción Bella Ciao refuerzan la identidad de los atracadores como emblemas de lucha contra los poderes establecidos y recuerdan otras producciones cinematográficas, como V de Vendetta (2005), protagonizada por un anarquista que se toma la justicia por su mano.
Algo similar sucede con el personaje Joker, interpretado por Joaquin Phoenix. El protagonista es un hombre ignorado y maltratado por la sociedad que termina convirtiéndose en un asesino de delincuentes y personas que hacen el mal. Las últimas escenas revelan a un Joker entronado y triunfante rodeado de un gentío con máscaras que vitorea sus actos y le erige en representante de los desamparados y marginados por el sistema.
Orellana afirma que esta narrativa es un reflejo actual de los valores de la sociedad. Una sociedad que no se contenta con los esquemas tradicionales del bien y el mal y apuesta por ir más allá en la psicología humana, desarrollando tramas más complejas que ponen en duda el grado de culpabilidad de los personajes que desarrollan. «Hay un rechazo a los grandes relatos tradicionales. Los límites entre el bien y el mal se desdibujan y el mal se vuelve complejo. Todo eso responde a un proceso cultural histórico que tiene que ver con las ideologías que ponen en cuestión esas verdades absolutas que ahora se perciben como totalitarias o intolerantes».

Episodio de Loki
Javier Figuero, doctor en Comunicación Audiovisual y profesor del CEU, analiza este fenómeno desde un sentido más amplio: «El mundo es cada vez más individualista, diverso, descreído, materialista, digital e independiente. Los vínculos son cada vez más débiles y las personas idolatran valores como la libertad y autonomía personal, que están por encima del bien común o la acogida a los demás. Todo esto es fruto de una sociedad posmoderna y aparece representado con fuerza en las ficciones».
Aunque está claro que se trata de una herramienta más de la libertad creativa del cine, no todos acogen con agrado esta propuesta de villanos matizados. González Torres explica que la ‘paradoja del drama o la tragedia’ favorece al villano, porque sus traumas le permiten conectar con el espectador y justificar sus acciones. Esto coincide con la teoría del cultivo, según la cual cuanto más tiempo se pasa en el mundo audiovisual, más fácil es identificar la realidad social con la ficción. En este sentido, Guillermo Fauce, doctor en Psicología, afirma que en algunas películas «la violencia se cosifica y no se advierten sus consecuencias, lo que puede fomentar conductas imitativas y de seguimiento, sobre todo en audiencias más jóvenes.»

Deadpool y Lobezno hacen equipo con un propósito en común
Todo ello explica la controversia que se generó tras el estreno de Joker (2019), cuando los familiares de las víctimas del tiroteo de Aurora (Colorado) mostraron su preocupación en una carta dirigida a Warner Bros por la influencia que podía generar la película en el uso de las armas de fuego. La respuesta de la compañía fue contundente: «Warner Bros. cree que una de las funciones de la narración de historias es generar conversaciones difíciles sobre temas complejos. No se equivoquen: ni el personaje de ficción Joker ni la película respaldan la violencia de ningún tipo en el mundo real».
Aún así, algunas cadenas de cine, como Cinesa, apostaron por «prevenir antes que curar» y emitieron un comunicado que prohibía el uso de máscaras y pistolas de juguete durante las proyecciones de la película, alegando con ello «garantizar la seguridad de todos los asistentes».
Aunque esta tendencia presenta dilemas éticos interesantes y existen riesgos evidentes, María García Amilburu, doctora en ciencias de la educación y profesora titular en la UNED, considera que «pedagógicamente, interesa más la interpretación y utilización educativa que pueda hacer el profesor/educador de ese mensaje audiovisual.»

Severus Snape.
Cuando le preguntaron al director de Wicked, adaptación del musical sobre la bruja de El Mago de Oz, qué lo motivó a dirigir la película, Jon M. Chu respondió que quería transmitir a las nuevas generaciones una historia real: «Todos crecemos y nos preguntamos quién es el que cuenta la historia, quién nos dice cómo debe ser un villano, qué es la belleza y cómo debe ser el héroe (…). Wicked es una mirada subversiva de la historia porque el camino amarillo igual no es tan perfecto como pensamos, y el mago detrás de la cortina quizá no nos da lo que nuestro corazón desea».
La fascinación contemporánea por los villanos no es solo una tendencia cinematográfica; es un reflejo de una sociedad que desafía las normas sociales para cuestionar todo, incluso la moralidad. Porque, al final, la línea entre el bien y el mal, como el camino amarillo, no siempre es tan recta como parece.