Marta Ortega se estrena a lo grande como mecenas cultural
La exposición del fotógrafo Peter Lindbergh convierte una nave abandonada del puerto de La Coruña en un contenedor artístico de moda
El muelle de Batería de La Coruña debe su nombre a que era el punto desde el que antaño se lanzaban salvas de honor para saludar la llegada de los buques a este puerto gallego. Ahora, las salvas suenan metafóricamente en honor de Peter Lindbergh, fotógrafo fallecido en 2019, y de Marta Ortega, futura presidenta de Inditex y promotora de la exposición Untold Stories.
El espacio que acoge la exposición fue escogido personalmente por el propio artista durante la visita a La Coruña para fotografiar la boda de Marta Ortega y Carlos Torretta en 2018.
El lugar
La intervención realizada por la arquitecta de confianza de Marta Ortega, Elsa Urquijo, es brillante. Donde había una nave industrial de 1.900 metros cuadrados que iba a ser derribada –antes de que la futura presidenta de Inditex mandase parar– se ha realizado una espectacular puesta a punto. Se han añadido a ese recinto una serie de contenedores portuarios, y se han desperdigado otros por la amplia superficie del muelle, que fue liberado de sus usos portuarios unos meses atrás.
El resultado arquitectónico recuerda mucho a una propuesta que el ganador del Pritzker, Jean Nouvel, realizó en su día para otra zona portuaria cercana y que fue descartada en la fase de concurso. El caso es que ha quedado una instalación muy adecuada para la exhibición de arte contemporáneo, recinto del que la ciudad coruñesa está huérfano desde el derribo en 2002 de la Estación Marítima –levantada a escasos metros del muelle de Batería– y el cierre en 2018 del MAC por parte de la empresa Naturgy.
¿Continuará esta faceta de promotora cultural de Marta Ortega o se quedará en esta acción puntual, en este homenaje a su querido Lindbergh? Se dice que la idea es dar continuidad y organizar al menos un evento internacional por año. Pero, por ahora, no hay confirmación oficial al respecto.
La exposición
En Untold Stories se muestran 161 imágenes del fotógrafo nacido en la Polonia ocupada por los alemanes y fallecido en París en 2019.
La selección, que resume cuarenta años de trayectoria profesional, la realizó el propio artista durante dos años. Nació como un proyecto para un museo alemán de arte contemporáneo, el Kunstpalast de Düsseldorf. Había itinerario a tres ciudades (Hamburgo, Nápoles y Turín), pero en otro formato, pues lógicamente se ha tenido que adaptar a las salas que acogieron la muestra en esos lugares. En La Coruña se ha podido replicar exactamente lo visto en Düsseldorf. «Es tal como se la imaginó mi padre, que no pudo llegar a verla montada», recalcó Benjamin, el hijo de Lindbergh en el acto de presentación de la exposición a los medios de comunicación.
Al adentrarse en la gran nave por una especie de finger de contenedores pisas un suelo como de tienda de Zara Home y te adentras en un ambiente cuasi catedralicio. La oscuridad te recibe en la zona de recepción y ropero.
Pasas a continuación a la primera sala, en la que cinco inmensas pantallas LED, distribuidas por las paredes, reciben al visitante. Pasan imágenes a la vez y te introducen en la atmósfera de la exposición. Habla el fotógrafo, hablan sus modelos.
Después se accede a una sala cuyas paredes están revestidas por un gigantesco collage compuesto por las 24 imágenes con las que Lindbergh resumió su carrera. Se pensó mucho la selección, durante nada memos que medio año, así que conviene no pasar rápido de largo: así era como él quería ser recordado como fotógrafo de moda.
La cuota española se cubre, entre otras obras, con un retrato de Banderas, la imagen del cartel de Hable con ella con Leonor Watling y Rosario Flores
En las paredes de las siguientes dos estancias, dotadas ya de una iluminación más intensa, vemos colgados, a gran formato y elegantemente enmarcados, sus trabajos fotográficos. La inmensa mayoría de las imágenes tienen que ver con su trabajo en la moda y están realizadas en blanco y negro. Se han impreso en un papel muy similar al que el artista solía usar para las publicidades callejeras, pues era partidario de ese acabado que definía como «bruto», apuntó Thoai Niradeth, director de proyectos de la Fundación Peter Lindbergh. En realidad, resulta de lo más sutil. Las fotos abarcan de 1896 a 2017, y, de forma deliberada, no siguen un orden diacrónico. Contemplamos muchísimos rostros conocidos del cine (como Nicole Kidman, Charlotte Rampling o Una Thurman) y de la moda (como Naomi Campbell, Kate Moss o Linda Evangelista). Destaca una serie dedicada a Naomi Campbell y una fotografía de una modelo que parece evocar un retrato clásico del XIX. En estos tiempos de pudor y cancelación se agradece que no se haya ejercido la autocensura con los desnudos, que los hay, muchos, variados y muy hermosos.
En las paredes de la quinta sala se combinan los grandes collages de la segunda sala con las fotos enmarcadas.
La cuota española se cubre, entre otros obras, con un retrato de Antonio Banderas, la imagen del cartel de Hable con ella con Leonor Watling y Rosario Flores –solo que reproducida en blanco y negro– y un paisaje tomado en una finca sevillana –Lo Álvaro–.
En las dos últimas salas está autorizado el uso del color. De las paredes de una de ellas, presidida con el inequívoco rótulo «Testamento», cuelgan varios retratos de un preso en el corredor de la muerte. Una gota –¿acaso una lágrima?– resbala por el rostro del protagonista. Desde ese punto se accede a una sala oscura, con bancos corridos, en la que vemos un vídeo en el que Lindbergh grabó a ese preso en plano secuencia durante media hora . La pieza está más emparentada con las películas experimentales de Andy Warhol que con los retratos a cámara hiperlenta de Bill Viola, artista del que –por pedir que no quede– esta sala de exposición tan coqueta pagada por Inditex pide a gritos una exposición.
El catálogo
No se ha escatimado dinero tampoco en la elaboración del catálogo, consistente en dos volúmenes encuadernados en tela. El primero de ellos es el que se ha venido vendiendo en las distintas sedes de la exposición. El segundo es exclusivo de la muestra coruñesa.
El primero reproduce sobre las fotos seleccionadas y artículos, entre los que destaca uno del cineasta Win Wenders–. El segundo cuenta con textos de expertos y de modelos como Naomi Campbell («tenía la capacidad de hacerte perder la noción del tiempo») o Kate Moss («trabajo con Peter era más bien como ir de vacaciones y hacer algunas fotos»), de actrices como Penélope Cruz («Peter sabía cómo fotografiar a una mujer») y de cantantes como Rosalía («sus fotografías de flamenco están entre las imágenes de baile más icónicas de la historia»).
Marta Ortega escribe en ambos volúmenes. En uno de sus textos sostiene que el fotógrafo homenajeado y Galicia «comparten muchas similitudes: la naturaleza salvaje, la belleza natural y esa calidez humana que nos hace sentirnos vivos».
La visita
La entrada es gratis. Por caja solo hay que pasar en el bar –recomendable el café colombiano– y en la tienda de merchandising, que comparten espacio en el bajo de unos antiguos silos cementeros.
Se prevén masas de influencers, tiktokers, youtubers y demás -ers.
El glamur
En la promoción de la exposición tampoco se han ahorrado esfuerzos económicos. La ciudad está empapelada con banderolas de la muestra. Impacta, pero no deja de ser a nivel local. Por eso se convocó a medios de comunicación de toda España y del extranjero para dar difusión al evento.
Pero lo más rentable publicitariamente hablando fue lo que ocurrió durante su inauguración : Marta Ortega organizó una cena en el interior del recinto expositivo. A ella asistieron modelos como Naomi Campbell, Esther Cañadas o Jon Kortajarena; diseñadores como Maria Grazia Chiuri, de Dior, y Pierpaolo Piccioli, diseñador de Valentino; el cineasta Luca Guadagnino; el arquitecto Vincent Van Duyse; o Diana Widmaier Ruiz Picasso, primer miembro de la familia Picasso que visita la ciudad coruñesa desde que su abuelo Pablo y el resto de su familia la abandonaron en abril de 1895. El aeropuerto local, donde habitualmente descansa el avión de Amancio Ortega, se abarrotó de jets privados. Los ecos de sociedad que generó esa cena es el equivalente a una millonaria promoción.