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Darío Villanueva, en la presentación de El Debate

Darío Villanueva, en la presentación de El Debate

Premio Umbral al mejor libro del año

Darío Villanueva: «La corrección política representa la muerte de la libertad de expresión»

El escritor y profesor habla con El Debate sobre la elección de su mordaz ensayo 'Morderse la lengua' como mejor libro de 2021: «La cancelación es el brazo armado de la corrección política»

Darío Villanueva, ex director de la Real Academia Española y académico de número de la RAE, ha centrado sus últimas investigaciones en un fenómeno muy propio del siglo XXI, aunque hunde sus raíces en la década de los 60: la corrección política, una de las formas de la censura posmoderna.

Precisamente este estudio, que se ramifica en el lenguaje y hunde sus afiladas garras en el poder político, cristalizó en el ensayo Morderse la lengua, publicado en marzo de 2021 por la editorial Espasa. Ahora, la Fundación Francisco Umbral ha reconocido el valor del ensayo, otorgándole el undécimo Premio Francisco Umbral al Libro del Año 2021 a la obra de este gallego nacido en Lugo en 1950.

Darío Villanueva habla para El Debate sobre un libro que le está dando «grandes alegrías», y no solo por el reciente premio: «Quizás porque salió en el momento oportuno, ya que la posverdad y la corrección política están en el candelero y a todos nos afectan, pero es un tema que merece nuestra atención».

−¿Qué ha supuesto este premio para usted?

−Volver a creer en los Reyes Magos después de sesenta años de descreimiento.

−¿Qué expone en el ensayo Morderse la lengua?

−La vigencia en nuestra sociedad y nuestra cultura actuales de la mentira posmoderna (ahora denominada posverdad) y la censura posmoderna (de otro nombre, corrección política).

−¿Existe realmente censura hoy?

−Para mí, la corrección política es una forma perversa de censura para la que no estábamos preparados, pues no la ejerce un poder constituido y con instrumentos represores: Estado, Gobierno, Partido, Iglesia, sino entidades difusas, casi diríamos que gaseosas, que afloran desde la sociedad civil, pero pueden ser igualmente destructivas mediante lo que últimamente se ha dado en llamar «cultura de la cancelación».

−Hay quien aduce que la censura que proviene de la corrección (política o no) no es censura, sino educación, incluso una cierta contención en las formas. ¿Dónde trazar un límite?

−En modo alguno. Decía Aristóteles en La Política que las palabras sirven para lo justo y para lo injusto, para lo correcto y lo que no lo es. Pero están ahí. La educación lo que hace es formar a los ciudadanos par que tomen la opción correcta.

−¿Cómo funciona esta «censura sutil»? Porque ya no es en abierto, sino que surge de la sociedad civil, que propicia campañas implacables de desprestigio y estigmatización...

−Afirmaba Michel Foucault que no tenemos derecho a decir todo, no podemos hablar de todo en cualquier circunstancia. Tan lacónica aseveración implica un completo modelo de censura: no digas «esto»; no digas esto «de esta manera»; no digas esto «en este contexto»; «tú» no digas esto; y, por último, no digas esto «haciendo eso». Programa que la corrección política, en sus actuaciones más exacerbadas, cumple al pie de la letra, y que por sí mismo representaría la muerte de la libertad de expresión. Y puede haber víctimas fatales. El profesor de español en Princeton, Antonio Calvo, se suicidó después de haber sido despedido por una denuncia de un alumno.

−¿Esta corrección política es propiamente de nuestro tiempo? ¿Dónde hunde sus raíces, cuál es su origen?

−Siempre ha existido la censura, por supuesto. En la época victoriana había muchas palabras y expresiones del inglés que estaban proscritas, y lo mismo en la Francia anterior que Molière retrata en Las preciosas ridículas. Pero ahora posee una fuerza y unas características peligrosas, por su origen en las tesis de lo que Herbert Marcuse denominó «tolerancia represiva», expandida desde los campus universitarios norteamericanos y la potencia vírica que le ha proporcionado la tecnología digital a través de las redes sociales.

−¿Es la cultura de la cancelación una consecuencia de esta corrección política? ¿O son dos caras de la misma moneda?

−La cancelación viene a ser el «brazo armado» de la corrección política, como también otra herramienta en auge, la llamada «apropiación cultural».

−¿Cree que hay quien se opone a la cancelación? ¿Encuentra ejemplos de valentía ante esta «dictadura de lo correcto» o es ya connatural a nosotros?

−Claro que hay oposición. Recordemos el manifiesto de 250 intelectuales y escritores publicado el año pasado en Harper's Magazine, que ha tenido su eco en España. Entre mis compañeros de la RAE hay varios que se han mojado en este sentido, además de Félix de Azúa, de Javier Marías o de Mario Vargas Llosa.

−Al haber contagiado al poder político y también, y de manera muy grave, a los medios de comunicación, ¿ve esperanza? ¿Es pesimista en su análisis?

−No soy de natural pesimista. Soy de los que cree que la verdad prevalecerá, y mirando hacia atrás veo muchos casos de censuras dictatoriales, religiosas, políticas e intelectuales que han sido finalmente derrotadas. Pero para eso hay que mojarse, no morderse la lengua y tener muy presente que, como dice el refrán, «no se pescan truchas a bragas enjutas».

−¿Cómo definiría la posverdad? ¿Cree que la posverdad afecta no solo al lenguaje sino también a nuestra manera de entender lo que es verdad y lo que es mentira?

−Es la mentira posmoderna, amparada en defectos propios de la personalidad humana, como por ejemplo el llamado «sesgo de confirmación» por el que preferimos que nos mientan si con ello coinciden con nuestros prejuicios a que nos digan las cuatro verdades, sin olvidar por supuesto la maldad de propagandistas perversos como Goebbels y últimamente el poder viral de «la galaxia internet».

−Con este premio sucede a figuras como Aramburu, Vargas Llosa o Elena Medel. ¿Qué cree que tiene que aportar frente a ellos?

−Yo soy un profesor (en septiembre, cumplo 50 años como tal). En todo caso, el que aporta algo es mi libro, el primer ensayo «literario» que publico. ¿Su mérito mayor? Estar en el lugar oportuno en el momento oportuno, como dicen los ingleses.

El libro premiado, "Morderse la lengua", de Darío Villanueva

El libro premiado, «Morderse la lengua», de Darío Villanueva

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