Feria de san Isidro
Ángel Téllez sale a hombros por la Puerta Grande y confirma su gran proyección
Las Ventas vibró este viernes ante la maestría del torero que cortó dos orejas
El joven diestro madrileño Ángel Téllez aprovechó este viernes la sustitución de Emilio de Justo para cortar sendas orejas y confirmar la gran proyección que ya apuntó con su hondo toreo hace diez días en esta misma feria de San Isidro, cuando logró dar una vuelta al ruedo.
Desde el primer momento, Téllez mostró a las claras que volvía a pisar el ruedo de Las Ventas decidido a no dejar pasar esta nueva oportunidad, en una tarde de máxima expectación y ante una plaza abarrotada que podía comprobar lo que se vio el día 17, cuando pegó los naturales de más hondura y calidad de lo que iba de abono isidril.
Por eso le cortó ya la oreja al primero de su lote, un ejemplar montado y corto de cuello que, por ese condicionante físico y por su medida raza, nunca descolgó ni se empleó tras los engaños que él manejó con criterio.
A pesar de ello, Téllez le cuajó un ajustado quite por chicuelinas antes de limarle cierta brusquedad en la apertura de la faena, para así disponerse a torear con una notable frescura, sin complejos, logrando momentos de mucha hondura a pesar de que el toro, con escasa entrega y yendo a menos, llegó incluso a cogerle en una colada inesperada.
Pero no por eso se arredró el toledano, que aún atacó otro buen rato al de Victoriano del Río para finalmente rematar la obra con unos excelentes ayudados por bajo y un redondísimo pase del desdén con los vuelos del engaño a ras de arena.
Todo ello fueron méritos suficientes para que, a pesar de una estocada baja, cortara ese trofeo que iba a doblar con el sexto, otro cinqueño –este de Toros de Cortés– engatillado de cuello pero al que un puyazo delantero ayudó a descolgarlo en la muleta.
Aun así el animal no dejó de embestir con mucha fuerza, con una seca exigencia que no arredró a Téllez, sino que, muy al contrario, volvió a darse con absoluta generosidad al buen toreo para, primero, someterle y, después, llevarle muy largo y ajustado desde el embroque hasta el final del trazo de los pases con la derecha y con la izquierda.
La faena tuvo algunas imperfecciones, muy contadas, que hicieron que el trasteo perdiera fluidez en algún momento, aunque siempre el joven espada volvía a retomar sus intenciones para poner en pie a una plaza que vibró al unísono con su toreo, sin artificiales euforias.
De nuevo el broche, con cambio de mano tan inmenso todos los pases de pecho, acabó por ameritar la oreja de peso que volvió a pasear a pesar de que no mató a la primera. Y así fue a hombros por la Puerta Grande, rodeado de entusiastas y, sobre todo, por derecho.
El resto de la corrida apenas tuvo historia, salvo la pésima suerte de Diego Urdiales con primero totalmente vacío y un cuarto muy afligido a los que, técnicamente, hizo todo lo adecuado y lo posible para sacar a flote lo poco bueno que tuvieron, que de éste último fueron media docena de derechazos a ralentí.
Alejandro Talavante, por su parte, volvió a dar una imagen decepcionante en su tercer paseíllo de la feria, pues anduvo a medio gas, en tierra de nadie, tanto con un toro soso y facilón como con un quinto que apuntó una calidad lastrada por una falta de fuerzas que aconsejaba más suavidad en el trato que la que le dio el extremeño, sin pulso ni temple.
La temporada de Talavante depende ya exclusivamente de la última bala que tiene en la recámara de este abono, el próximo sábado, con la corrida de Adolfo Martín.
Ficha del festejo
Seis toros de Victoriano del Río (el 6º con el hierro de Toros de Cortés), casi todos cinqueños, de muy desiguales hechuras y seriedad, y con el denominador común de la falta de raza, en un juego insulso y muy a menos en el último tercio, salvo el exigente sexto, de seca bravura.
Diego Urdiales, de verde botella y azabache: pinchazo y estocada (silencio); estocada delantera atravesada (palmas).
Alejandro Talavante, de tórtola y oro: estocada baja (silencio); pinchazo y estocada caída (silencio).
Ángel Téllez, de blanco y plata, que sustituía a Emilio de Justo: estocada baja (orejas tras aviso); pinchazo, estocada tendida y descabello (oreja). Salió a hombros.
Entre las cuadrillas, destacaron picando Miguel Ángel Muñoz y Marcial Rodríguez. Miguelín Murillo saludó tras banderillear al quinto.