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El diestro Román Collado en su faena durante la corrida de la Feria de San Isidro celebrada este sábado

El diestro Román Collado en su faena durante la corrida de la Feria de San Isidro celebrada este sábadoEFE

Feria san Isidro

Triunfo y cornada de Román en Las Ventas en la Corrida de la Juventud

La bravura de los toros de Luis Algarra dejó dos momentos de tensión: una cornada en la pierna y una paliza contra las tablas

La bravura de al menos dos excelentes toros de la divisa sevillana de Luis Algarra pasó este sábado prácticamente desapercibida en la llamada «Corrida de la Juventud», que estuvo rodeada de un desconcertante ambiente en el tendido y que concluyó con Román intervenido en la enfermería de una cornada menor.

En la tarde de la final de Champions, la plaza aún se cubrió en algo más de sus tres cuartas partes, pero a muchos, que se presentaron con banderas y escudos futbolísticos, parecía interesarles más bien poco lo que pasaba en la arena.

Tanto fue así que a la muerte del cuarto hubo un enfrentamiento de cánticos y gritos entre los aficionados... de los equipos madrileños, como si el tendido de sol fuera la grada del Bernabéu. Y es que parece que en esta feria las desconcertantes reacciones de la masa no han llegado aún a su límite.

Pero lo que pasó en la arena fue que en primer y cuarto lugares se movieron por ella dos bravos y destacados ejemplares de la divisa de Luis Algarra, que soltó una corrida cinqueña, claro, y muy seria de cabezas, pero con unas finas hechuras que se acercan más al prototipo de ese «toro de Madrid» que reclama parte de esa afición que confunde trapío con kilos.

Ambos entraron en el lote del valenciano Román, que tuvo así una clara oportunidad para abrir la puerta grande de Las Ventas, pero que acabó saliendo por la de la enfermería con una cornada de 15 centímetros en el gemelo derecho.

El diestro Román Collado sufre un revolcón durante su faena en la corrida de la Feria de San Isidro

El diestro Román Collado sufre un revolcón durante su faena en la corrida de la Feria de San IsidroEFE

Al primero le había cortado la oreja por una faena cuya mayor virtud fue la de asentarse en las zapatillas para pasar una y otra vez, con más ligereza que temple, las repetidas arrancadas de un ejemplar que puso casi toda la emoción antes de que el levantino lo tumbara de una estocada de gran ejecución que terminó por ameritar el trofeo.

Con el cuarto, en cambio, no le sirvió para tanto esa voluntad de asentarse, ya que este «algarra», muy ofensivo de pitones, fue aún más bravo, con una incansable repetición de sus hondas y entregadas embestidas que exigían mucho más mando y gobierno que el que aplicó Román.

Después de que su paisano El Soro, en otra imagen inédita en Las Ventas, le tocara con la trompeta una diana floreada, al estilo de las de la plaza de Valencia, Román inició una larga pelea en la que el toro acabó por remontársele y propinándole esa herida que no fue óbice para que aguantara hasta dar la vuelta al ruedo tras una injustificada petición de oreja.

Otro de los toros que apuntó bravura y clase fue el tercero, un fino castaño de pitones alirados que ya salió embistiendo con temple al capote de un pausado David de Miranda, solo que los aparatosos estatuarios con que este le abrió la faena de muleta en los medios parecieron afectar más de la cuenta a las fuerzas del de «algarra».

El diestro David de Miranda, en su faena

El diestro David de Miranda, en su faenaEFE

Aun así mantuvo su clase, embistiendo despacio y pidiendo un trato más suave de las muñecas del onubense, que luego se dilató en un largo empeño con el descastado y desclasado sexto, el más basto del sexteto.

Gonzalo Caballero pechó con un lote muy deslucido al que, además, tuvo que enfrentarse mermado por la fuerte paliza que le propinó el primero ya de salida, cuando se le coló con violencia y le volteó repetidamente contra las tablas.

El diestro Gonzalo Caballero tras ser golpeado por el toro

El diestro Gonzalo Caballero tras ser golpeado por el toroEFE

Con todo, el madrileño se aplicó con firmeza, dando ventajas, sitio y alivio al animal, para sacarle algunos muletazos estimables y limpios, a pesar de que éste siempre quiso puntearle el engaño. Y una actitud muy similar fue la que tuvo con el quinto, otro toro de escasa raza y clase con el que el esfuerzo de Caballero no obtuvo resultados.

El diestro Gonzalo Caballero da un pase con la muleta al segundo de los de su lote

El diestro Gonzalo Caballero da un pase con la muleta al segundo de los de su loteEFE

Ficha del festejo

Vigésimo primera corrida de la feria de San Isidro, con algo más de tres cuartos del aforo cubiertos (unos 18.000 espectadores), en tarde calurosa.

Seis toros de Luis Algarra, todos cinqueños. Salvo el sexto, algo más basto, corrida de serias y muy finas hechuras y bien armada, con dos ejemplares de notable bravura (1º y 4º), otro noble y con clase pero de medidas fuerzas (3º) y el resto de menos raza y juego.

Román, de corinto y oro: estocada y descabello (oreja); estocada delantera perpendicular (vuelta al ruedo tras petición de oreja).

Gonzalo Caballero, de gris perla y oro: estocada atravesada que asomar, estocada y dos descabellos (silencio tras aviso); dos pinchazos, pinchazo hondo y descabello (silencio tras aviso).

David de Miranda, de azul rey y oro: pinchazo y media estocada (silencio); pinchazo y estocada baja (silencio tras aviso).

Román fue atendido en la enfermería de una cornada en el tercio medio de la cara posterior de la pierna derecha, con una trayectoria ascendente de 15 cms. que causa destrozos en el gemelo interno. De pronóstico reservado.

Entre las cuadrillas, José Chacón destacó en la brega y en banderillas, cuando saludó.
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