Los bronces de Riace
Cincuenta años de uno de los descubrimientos más espectaculares del arte de la Grecia antigua
El 16 de agosto de 1972 se llevó a cabo uno de los descubrimientos más espectaculares del arte griego clásico: dos estatuas de bronce de dos guerreros, prácticamente intactas en el fondo del mar cerca de Riace
Hace cincuenta años, el mar Jónico devolvió uno de sus tesoros mejores guardados durante siglos: los bronces de Riace, también conocido como los guerreros de Riace, una pareja de estatuas griegas del siglo V a. C en buen estado de conservación que sorprendió a los arqueólogos de todo el mundo.
Con motivo de las celebraciones del medio siglo de su descubrimiento, se preparan una exposición y diversos eventos culturales por todo el mundo, incluyendo el Museo Metropolitano de Nueva York (Met), donde se exhiben unas réplicas con el color original de los Bronces realizada por Vinzenz Brinkmann, de la Universidad de Fráncfort, uno de los mayores expertos mundiales de policromía de la antigüedad.
También se realizaran debates y se abrirá un sitio web para celebrar el patrimonio de Calabria, ciudad en la que se hallaron las dos estatuas, hasta 2023 como parte de las celebraciones del aniversario, según informó la agencia de noticias Ansa.
Pronto se convertirían en una leyenda y en un mito por los misterios que las rodean. Para desentrañar sus incógnitas muchos arqueólogos e historiadores han dedicado muchos años de investigación para resolver sus interrogantes.
El descubrimiento de un buceador aficionado
El 16 de agosto de 1972, un joven buceador aficionado llamado Stefano Mariottini le llamó la atención algo que sobresalía de la arena del fondo marino, a unos ocho metros de profundidad. Se trataba de el brazo izquierdo de una de las estatuas. Cinco días después del primer hallazgo, consiguieron extraer la segunda del agua.
Más tarde se descubrió que las estatuas habían sido arrojas desde el barco que las transportaba, posiblemente en época romana, durante una tormenta. No se pudo encontrar rastro del pecio, pero sí localizaron 28 argollas metálicas y otros pequeños objetos de bronce.
Su limpieza y análisis posteriores revelaron que algunas partes se habían fundidas y colocadas para sustituir a las originales que probablemente estuviesen dañadas. También se observó que los dientes de una de ellas y las pestañas de ambas fueron hechos con plata mientras que los labios eran de cobre, así como la utilización de marfil y piedra caliza para otros detalles.
La restauración finalizaron en 1980 con una gran exposición en la que se presentarían las esculturas por primera vez al público en el Museo Arqueológico de Florencia. Años más tarde, entre 2009 y 2011 se realizó una segunda restauración en la que se eliminó la tierra que había en el interior de las piezas y se introdujo un producto químico para preservarlas de la corrosión. Es el Museo Arqueológico Nacional de Calabria el encargado de custodiar este famoso tesoro.
A pesar del estudio de estas dos asombrosas obras, la fecha exacta de creación, su autor o autores, y la identidad de quienes representan, siguen siendo un misterio, aunque desde su descubrimiento los investigadores han puesto varias hipótesis.
Nueva hipótesis
El pasado mes de julio, los arqueólogos alemanes Vinzenz Brinkmann y Ulrike Koch, del museo de escultura Liebieghaus de Fráncfort, presentaron una nueva hipótesis sobre el origen de los conocidos Bronces de Riace que fue presenta en Roma en la Curia Julia de los foros romanos como parte de la conmemoración del hallazgo de estas famosas esculturas griegas.
Estas dos figuras de dos hoplitas de 1,98 metros de altura y 160 kilos conocidos en términos arqueológicos como Bronce A y Bronce B se han identificado ante la duda como Policenes y Etéocles, dos de los hijos que Edipo tuvo con su madre Yocasta. Sin embargo, Brinkmann y Koch, tras realizar un riguroso estudio para determinar la identidad de estos guerreros basándose en fuentes escritas, los han reconocido como Erecteo y Eumolpo. El primero fue Rey primigenio de Atenas mientras que el segundo fue señor de los tracios; ambos enfrentados en una mítica guerra que derivó en la hegemonía del Rey de Atenas sobre sus vecinos del norte.
Según indicaba el estudio, la reconstrucción del color fue clave para saber a qué contexto étnico y la actividad que ejercían los personajes. Por otro lado, pequeños detalles de las esculturas fueron asegurando la hipótesis. Por ejemplo el bronce B muestra un dedo flexionado que según los arqueólogos es una prueba de que en algún momento el personaje portaba un arco y flechas bajo un escudo, así como un hacha en la mano izquierda. De la misma forma, los estudios señalan que la cabeza estaba protegida por un casco con piel de animal: todo indicaba a que debía ser un soldado tracio según las armas.
Por su parte, el estudio indica que en la cabeza del bronce A había un yelmo griego, un gran escudo circular en su brazo izquierdo y en el derecho una larga lanza que reposaría sobre su hombro. Brinkmann sostiene que en otro tiempo ambos guerreros estuvieron el uno en frente del otro de forma desafiante y que pudieron erigirse en la Acrópolis como indican descripciones del geógrafo Pausanias.
De esta manera las reproducciones del Met siguen las descripciones de los expertos alemanes. Las piezas forman parte de la exposición Ancient Sculpture in color del museo neoyorquino que estará disponible hasta marzo de 2023. Por otro lado, la directora del Parque Arqueológico del Coliseo, Alfonsina Russo, calificó la investigación de «muy convincente» y consideró que «da una nueva visión de los bronces antiguos» para abrir otros escenarios sobre toda la escultura y su policromía clásica.