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Quevedo y Francisco de Quevedo

Quevedo y Francisco de QuevedoGTRES

España 2022: si tecleas en Google «Quevedo» no aparece el genio de las letras sino el cantante

Apenas queda rastro en la red del pendenciero y genial escritor del Siglo de Oro, superado en las búsquedas por el autor de Quédate

A Tom Wolfe, el autor de La Hoguera de las Vanidades, o de El Coqueto aerodinámico rocanrol color caramelo de ron le confundían con Thomas Wolfe, el escritor interminable de La Mirada del Ángel o Del Tiempo y el Río, del que decía Faulkner que era el primero de su generación, tras el que se situaba él mismo. Esto eran cosas de los ochenta, sin internet y toda la información digital de facilísimo acceso.

Entonces, en los ochenta, por ejemplo, uno tenía que ir a una enciclopedia física si quería encontrar información sobre Tom Wolfe. No muy lejos, antes, quizá incluso en la misma página estaría Thomas Wolfe, ni siquiera sobreimpresionado. No había preponderancia, ni siquiera temporal, de unos sobre otros. Cuando Tom Wolfe se hizo muy famoso es posible que sólo le conocieran a él la mayoría de sus contemporáneos, aunque el Wolfe oficial hasta entonces era el otro, Thomas.

Quevedo ya no es Quevedo

También es posible que se supiera de ambos. De hecho, fue en muchas ocasiones así. Tom fue Tom para no confundirse con Thomas. Pero ahora uno pone Quevedo en un buscador de internet y lo primero que aparece es un cantante, sin rastro del pendenciero y genial escritor del Siglo de Oro. Nadie se ha planteado que Quevedo, el cantante de moda, se llame de alguna forma que le diferencie del poeta, hasta ahora el único Quevedo, con plaza y estatua en la capital de España.

No hace mucho la única Rosalía era la que se apellidaba De Castro. Era la Rosalía conocida, la poetisa compostelana cuyos versos han atropellado, casi sepultado bajo el asfalto caliente de la autopista, las Motomamis.

Ya lo dijo la ínclita vicepresidenta Yolanda Díaz entre risas huecas: «España es Rosalía». Y también Quevedo, pero no el que hablaba así del amor: «Es hielo abrasador, es fuego helado,/ es herida que duele y no se siente,/ es un soñado bien, un mal presente,/es un breve descanso muy cansado…», sino del que lo cuenta de esta otra forma: «Y nos fuimos en una/ Empezamo' a la una/ Y con la nota rápido/ Nos dieron las tre'/ Perreamos toda la noche/ Y nos dormimo' a las die'…».

El 'Bunny' más famoso ya no es 'Bugs'

En la modernidad, de momento le ha ganado Góngora a Quevedo, pues aún aparece el primero, hasta que llegue otro y entierre al hombre «a una nariz pegado», como escribió su fiero rival relegado sin remedio y sin cuidado en el conocimiento de los hombres, supeditado al tiempo y al posicionamiento, donde el Bunny más famoso en el recuerdo de los niños ya no es el viejo 'Bugs' sino el nuevo 'Bad'.

El cantante que no termina las palabras igual que el nuevo Quevedo, que se inventa pedestres y «virales» rimas consonantes por las que don Francisco, caballero de la Orden de Santiago, le retaría a duelo en una calle con eco del Barrio de las Letras (por qué no en la que lleva su nombre), al que, por supuesto, ya nadie acudiría.

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