Benny Hill o el humor anti 'woke' que fue un éxito en Inglaterra durante 40 años
A casi cien años de su nacimiento, en abril se cumplirán 30 de su muerte, el primer cómico que fue víctima de la censura de lo políticamente correcto
Lo «peor» no era que Alfred Hawthorne Hill, más conocido como Benny Hill (1924-1992), fuera detrás de un anciano dándole golpes en la cabeza al ritmo de una sintonía de sordina. Lo «peor» es que Hill aparecía en sus sketches rodeado de mujeres ligeras de ropa, mientras enarcaba las cejas en su presencia o se las ingeniaba para acercarse a ellas.
Era la parodia del hombre sicalíptico de mediana edad con la que el público se desternillaba y se sigue desternillando en la intimidad, aunque ya no se pueda. A las sacerdotisas y sacerdotisos de la cosificación de la mujer seguramente les daría un soponcio al contemplar aquellas correrías que no eran más que una pantomima del hombre medio (inglés) que se reía de sí mismo observándose caricaturizado.
«La Inglaterra más retrógrada»
El curioso ejemplo de que sigue riendo, aunque ya no le dejen (en 2007 la BBC anunció que no iba a reponer la serie por reflejar «la Inglaterra más anticuada y retrógrada... que no queremos mostrarle a nuestros espectadores») es el éxito en youtube del show, cuyos vídeos acumulan millones de visitas en el pseudo circuito underground y real alejado de una parrilla amoldada a la mal llamada corrección en plena época de la cancelación.
Todo el mundo se acuerda de Benny Hill aunque no lo mencione. O por lo menos más gente de lo que parece, como si fuera un divertimento prohibido, el alcohol de la ley seca, vídeos de Benny Hill que no se comentan, pero están presentes. Tampoco entonces lo «chabacano» tenía predicamento social, pero el show se mantuvo en antena durante cuatro décadas que contradijeron el silencio e hicieron las delicias, confesadas, del mismísimo Charles Chaplin.
Benny Hill mantuvo su programa desde 1955 hasta 1989, cuando fue cancelado sin previo aviso, lo que precipitó su declive y su muerte solo tres años después, a los 68 años, cuando su productor Dennis Kirkland lo encontró muerto sentado en su sillón delante del televisor, donde él mismo decidió morir, tras negarse a ser intervenido del corazón tras sufrir un infarto.
Durante aquellos cuarenta años de emisión el programa récord fue llegando a todo el mundo. Una costumbre arraigada en todo el mundo, ampliando el imperio, con aquel mítico comienzo del Támesis grabado en la retina de generaciones que pese a la «incorrección» de sus gags y del estilo, ni siquiera los nuevos tiempos pueden borrar. El humor «inculto» que el cultivado Chaplin definió como la auténtica renovación del estilo humorístico, la payasada típica e inspirada en Charlot que ya no tiene sitio en la televisión, pero sí en la memoria.