El revisionismo contra la tumba de Cecil Rhodes que pone en peligro la vida de miles de zimbabuenses
Los que quieren eliminarla por el racismo de su inquilino no tienen en cuenta a los ciudadanos que solo viven gracias al turismo que proporciona el túmulo del hombre que dio nombre a la antigua Rodesia
La presencia de la tumba del colono Cecil Rhodes (fallecido a los 49 años en 1902) en la sagrada colina de Matobo de Zimbabue (antigua Rodesia, nombre que viene de Rhodes), donde quiso ser enterrado, está siendo objeto de una polémica a propósito de los partidarios y detractores de su existencia. El revisionismo histórico, sobre todo en las nuevas generaciones, es el motivo por el que estas consideran un insulto el reposo en el lugar de Rhodes porque este representa, quizá como pocos en el mundo, el colonialismo.
A pesar de esto, parece que la tumba es un gran atractivo turístico que da vida a los pueblos de los alrededores: la creciente y dificultosa cuestión de las consecuencias económicas y humanas de la cancelación woke. El paraje elegido por Rhodes, que fue primer ministro de El Cabo y fundador de De Beers, la primera compañía de diamantes del mundo, es un lugar idílico (la «Visión del Mundo» llamó al paraje), razón de más que molesta a los que quieren trasladarlo por considerarlo el racista que realmente fue.
Hay quien piensa que el enterramiento fue «un acto de dominación final, deliberado y calculado porque conocía el significado espiritual del lugar para los pueblos originales". Un acto de soberbia postrera que contrasta con la sencillez de la lápida que también califican los contrarios a ella como una forma de «colonización espiritual». A otros zimbabuenses les cuesta entender esta indignación, y no piensan que se deba reescribir lo que sucedió, pese a la reconocida explotación colonial que ejecutó, ni tampoco borrarlo.
Más allá de sus conocidas y deleznables afirmaciones supremacistas: «Sostengo que somos la mejor raza del mundo y que cuanto mayor sea la extensión del globo que habitemos, tanto mejor será para la raza humana....» y del imperialismo salvaje que caracterizó su vida, la paradoja es que son los propios artesanos de la zona, los herederos de aquellos a los que Rhodes sometió y expulsó de sus tierras, los que admiten que los turistas (y la tumba) son su sustento porque no hay trabajo en el lugar y aquellos compran sus piezas y eso les permite dar de comer a sus hijos y llevarles al colegio. Razones mayores (que obligan a soluciones más amplias) frente al revisionismo local y global y la ideología, que actúan sin miramientos en contra de los intereses reales de los ciudadanos.