¿Se compuso el 'Cantar de mio Cid' para motivar a los soldados cristianos en las Navas de Tolosa?
Algunas hipótesis creen que las hazañas del burgalés sirvieron para animar a las tropas que participaron en un enfrentamiento clave de la Reconquista
A mediados de julio de 1212, la alianza cristiana entre Alfonso VIII de Castilla, Sancho VII de Navarra y Pedro II de Aragón se enfrentó cerca de Sierra Morena a un ejército almohade mucho más numeroso. El resultado de la batalla se consideró decisivo para el devenir de la Reconquista y dejó para la historia la famosa «carga de los Tres Reyes».
No era habitual en la Edad Media que se diesen este tipo de batallas campales. A pesar de la imagen que nos transmiten novelas y películas, un choque de este tipo suponía un riesgo demasiado alto y los grandes estrategas optaban por evitarlos siempre que fuera posible. La toma de puntos fuertes, fortalezas y castillos era un recurso mucho más repetido, al igual que las razias o escaramuzas.
Sin embargo, poco más de cien años antes de ese 1212, un guerrero destacó por encima de todos en el campo de batalla. Tal fue su fama que, en vida, se le llamó «Campidoctor» y hoy aún se le recuerda como el Cid Campeador. David Porrinas, medievalista de la Universidad de Extremadura y autor de El Cid. Historia y mito de un señor de la guerra, ha destacado de Rodrigo Díaz de Vivar sus éxitos en campo abierto y su interés por este tipo de choques a lo largo de su carrera militar, «un caso anómalo».
El Cid no solo no rehusaba la batalla campal sino que la buscaba incluso contra ejércitos mucho más numerosos que el suyo. Así, el verdadero guerrero se hizo un nombre en sus días y solo 50 años después de su muerte ya era recordado en algunos romances. Poco después, sus hazañas pasaron al mundo de la literatura en forma de cantar de gesta, dando forma a un héroe legendario.
Y es en este punto donde la leyenda del Cid y la batalla de las Navas de Tolosa se cruzan. Aunque los expertos dudan a la hora de poner una fecha a la composición del Cantar, si parecen coincidir a la hora de fijar los últimos años del siglo XII o primeros del XIII como momento en el que se puso por escrito. Es decir, en años muy próximos a ese 1212 en el que los ejércitos cristianos se unieron para hacer frente a la potencia almohade.
Como explicaba el profesor Porrinas, en Navas de Tolosa las tropas castellanas, navarras y aragonesas estaban en inferioridad numérica. Antes de una batalla campal se requiere tomar «ciertas cautelas y precauciones» y, precisamente, el Cantar de mio Cid pone mucha atención en todas estas cuestiones. El gran éxito militar de Rodrigo Díaz de Vivar fue la toma de Valencia. Sin embargo, en la composición que ha llegado hasta nuestros días pasa casi desapercibida en comparación con otros enfrentamientos bélicos que, en muchos casos, fueron inventados por los poetas.
Es por ese motivo por el que David Porrinas señala que el Cantar pudo servir «no solo de elemento motivador, también como didáctico» para aquellos soldados que acudían a luchar por la cristiandad en las Navas de Tolosa. De ser así, el gran héroe literario de la Reconquista sumaría dos victorias después de muerto. Si la leyenda dice que ataron su cadáver a un caballo para asustar a un ejército musulmán, ahora habría que sumar su capacidad de insuflar valor en aquellos hombres que en Sierra Morena sellaron el destino almohade y protagonizaron una de las grandes batallas de la historia de España.