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Morante de la Puebla el pasado 18 de mayo en Las Ventas

Morante de la Puebla el pasado 18 de mayo en Las VentasGTRES

Una pequeña y sencilla guía para entender una corrida de toros

Se trata del espectáculo más antiguo de España y uno de los más antiguos del mundo que se divide en «tercios» durante su desarrollo

Quien acuda por primera vez a una corrida de toros necesita que alguien le explique lo que sucede en el ruedo y por qué. Si no, siempre cabe la tentación del prejuicio ante la incomprensión si no se entienden unas «reglas», que van mucho más allá de una mera normatividad. Charles Chaplin dijo, tras asistir a un festejo en San Sebastián, que las corridas eran el espectáculo más completo que existía sobre la tierra porque reunía todo. Es posible que el autor de Candilejas, una obra de gran sensibilidad, sintiera una punzada del arte, incluso sin explicación alguna, al contemplar la ceremonia que, como la mayoría, tiene un protocolo que ayuda inevitablemente a sentir y a interpretar la Fiesta, como dijo Lorca: «La más culta que hay hoy en el mundo».

Por lo general son tres los matadores (los matadores son maestros taurinos que antes fueron novilleros) que participan en una corrida, cada uno de ellos asistido por tres banderilleros o subalternos y dos picadores. Todos ellos son toreros que se encargan de lidiar toros de entre cuatro y seis años de edad (el novillo tiene un máximo de cuatro años) en tres partes diferenciadas, llamadas «tercios», que se desarrollan durante un tiempo establecido y sometido, también los toreros y el desarrollo de la corrida, a la autoridad del presidente, a quien acompañan un asesor taurino y otro veterinario.

Tercio de varas

Al comienzo de este tercio el matador recibe y para al toro cuando sale de chiqueros (los compartimentos donde están encerrados los toros antes de salir al ruedo) con el capote de brega, y después coloca al toro para que el picador realice la suerte. Tras el primer puyazo, se saca al toro con el capote del peto que protege al caballo y el matador lo prueba para comprobar el efecto del castigo que ha de ser dosificado, como toda la lidia.

Le sigue el quite, que puede ser artístico si el matador considera que puede haber lucimiento, al que puede responder el matador siguiente en el orden de la corrida, y un segundo puyazo.

Tercio de banderillas

La banderilla, según la RAE, es un «palo delgado, de 70 a 80 cm de largo, adornado con cintas de colores y terminado en un arponcillo de metal, que los toreros clavan de dos en dos en la parte delantera del lomo del toro». De dos en dos hasta un total de tres pares en la suerte que pueden realizar los banderilleros o el propio matador.

Tercio de muerte

El matador sale a la plaza con la muleta y la espada (y normalmente ya sin la montera, según el diccionario: «Gorro de tercipelo negro que va adornado con galones de pasamanería de seda y dos borlas o protuberancias a los lados, usado por los toreros con el traje de luces cuando hacen el paseíllo»), que modernamente es una espada de torear, menos pesada, mientras se realiza la faena de muleta, que es la preparación, artística y más expuesta del diestro frente al toro (donde se requieren características variadas como ligar los pases o el temple), para la muerte de su oponente. Esta se puede ejecutar de tres maneras: esperando la embestida para apuntar con la espada al «hoyo de las agujas», el lugar exacto donde el matador debe hundir el estoque para cumplir con la liturgia que es la lidia; a volapié, que consiste en volcarse «sobre la cruz», mientras el toro está parado; o una mezcla de ambas cosas: al encuentro entre toro y torero. Una muerte que se certifica con el golpe de puntilla.

Después el toro es arrastrado fuera de la plaza por el tiro de mulillas y los tendidos, el público, expresan su opinión sobre el desempeño del toro. El presidente puede perdonarle la vida, la potestad del indulto, si así lo considera por su nobleza y bravura. Por su parte el matador, también según la opinión del público, puede ser abucheado, recibir silencio, palmas (según su intensidad pueden servir para saludar desde el tercio o dar una vuelta al ruedo), o serle concedida una o las dos orejas (el matador sale a hombros de la plaza, excepto en La Maestranza de Sevilla, donde son necesarios tres apéndices), incluso las dos orejas y el rabo, los trofeos máximos.

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