Veinte greguerías de Ramón Gómez de la Serna en su aniversario
De él se decía que «todo lo que se le ocurría lo escribía, todo lo que escribía lo publicaba y todo lo que publicaba lo regalaba, porque sus libros apenas se vendían»
La vanguardia de Ramón Gómez de la Serna casi se representa históricamente en el hecho de que es recordado, mayormente, por su obra más sucinta, la greguería, un pequeño animal (de gran personalidad), entre toda su ingente obra formada por novelas, biografías, artículos, ensayos, teatro y tertulias, si vamos a suponer que la tertulia es un género, que en él también lo era.
El surrealismo en la vanguardia de los géneros que se comprimió como comida de astronauta en el nuevo género diminuto, casi automático, de la greguería, consignada hasta en el DRAE, muestra de su importancia, como «Composición muy breve en prosa, creada por el escritor español Ramón Gómez de la Serna, que mediante el humor y la metáfora presenta una visión sorprendente de algún aspecto de la realidad».
Veinte greguerías de ramón gómez de la serna:
- Abrir un paraguas es como disparar contra la lluvia.
- La leche es el agua vestida de novia.
- La lluvia es triste porque nos recuerda cuando fuimos peces.
- Las hojas secas parecen papeletas de una rifa de pájaros.
- Las olas esculpen en las rocas cadáveres de gigantes.
- Escribir es que le dejen a uno llorar y reír a solas.
- Los pulpos son los guantes del mar.
- Si te conoces demasiado a ti mismo, dejarás de saludarte.
- La pistola es el grifo de la muerte.
- Entre los carriles de las vías del tren crecen flores suicidas.
- ¡Qué fácil es que un adulto pase a ser adúltero!
- Al dar a la llave de la luz se despierta a las paredes.
- El beso nunca es singular.
- El amor a primera vista no necesita gafas.
- El ladrido es una risa al revés.
- El agua se suelta el pelo en las cascadas.
- La O es la I después de beber.
- La eternidad envidia a lo mortal.
- Debía de haber unos prismáticos de oler para percibir el perfume de los jardines lejanos.
- Si no hubiese luna, los ríos se equivocarían de camino.
Ramón, como se le conocía, como le llamaban los conocidos y los que nunca lo fueron y como le gustaba que le llamaran, se pasó la vida, aparte de escribiendo novelas, ensayos, biografías, artículos, teatro e inaugurando y dinamizando tertulias, cazando greguerías como mariposas dentro de su caletre inquieto, genial, siempre en movimiento, hasta su muerte. La suerte de aforismos formados de metáfora y humor como elementos químicos que destilaban poesía e ironía con el inimitable regusto de una elevada (por la elevada inteligencia de su creador) crítica social.