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La traductora y editora Carmen Giussani junto a la neuropsiquiatra infantil y psicoterapeuta Mariolina Ceriotti Migliarese en EncuentroMadrid

La traductora y editora Carmen Giussani junto a la neuropsiquiatra infantil y psicoterapeuta Mariolina Ceriotti Migliarese en EncuentroMadridEncuentroMadrid / María Solano

«La pornografía es masturbatoria y no prepara para una verdadera relación de pareja»

Cuatro coloquios cierran esta edición de EncuentroMadrid, que ha versado sobre el valor de la amistad, pero en la que también se ha hablado sobre amor sexual, complementariedad entre hombre y mujer y el daño que causa dentro de las parejas la pornografía

Concluye EncuentroMadrid con una tercera jornada en la que se han escuchado conversaciones muy nítidas, tanto por parte de Mariolina Ceriotti Migliarese, como por parte del obispo Luis Argüello, el diputado Miguel Ángel Quintanilla Navarro, y de Jorge Freire y otras voces.

Carmen Giussani fue la encargada de presentar una charla con su compatriota la neuropsiquiatra infantil y psicoterapeuta Ceriotti Migliarese, que dedicó todo su tiempo a responder a preguntas del público, en especial madres y docentes. El tema que ha encabezado este coloquio es «Ante un cambio antropológico sin precedentes, ¿a quién podemos preguntar?».

«El sexo siempre es binario»

Ceriotti Migliarese ha señalado que «hoy no sabemos qué es lo masculino y lo femenino», pues, por primera vez en la historia, esta dualidad constitutiva de lo humano se ha puesto en duda. Hasta la fecha, era algo tan evidente que la pregunta parecía innecesaria, pues «el sexo siempre es binario». En concreto, la alteración cultural de nuestra época afecta, sobre todo, a los más jóvenes, a pesar de que supone un «fundamento antropológico».

En opinión de Ceriotti, «el ser humano, para parecerse a Dios, debe relacionarse mediante lo masculino y lo femenino». Porque, según ella, «el hombre y la mujer generan juntos», y no sólo en el aspecto meramente biológico. De hecho, el discurso sobre lo masculino y lo femenino debe partir del «reconocimiento de las diferencias entre los cuerpos» del hombre y de la mujer.

Destaca Ceriotti cómo este contraste somático resulta nítido para los niños pequeños, que saben de forma casi intuitiva que esas diferencias conducen a la identidad –«la identidad sexual es componente de la identidad personal»– y determinan el modo de ver el mundo. Así, ha explicado que hay dos etapas esenciales en la sexualidad de cada individuo. La primera se desarrolla entre los 2 y los 5 años, aproximadamente, y es un momento en que «se presta mucha atención a los genitales y a los esfínteres». Ello conduce al niño a «observar la dualidad del mundo, que se divide entre quienes tienen pene y quienes no tienen pene».

El niño pequeño necesita este tipo de claridad para entender el mundo, de igual modo que necesita saber que hay cosas que están bien y otras que están mal, que es de día y luego de noche, que hay blanco y hay negro. A partir de la dualidad sexual, el niño aprecia las demás diferencias que existen en el mundo. Por eso es de suma relevancia que los adultos «no confundan al niño». Durante esta etapa, el niño varón puede apreciar lo bueno y hermoso que es descubrir que comparte la misma identidad sexual que su padre, y de igual modo las niñas en el caso de su madre. Aún más: los niños pequeños observan la manera de relacionarse que hay entre su madre y su padre, y se dan cuenta de si construye un contexto de armonía que merezca la pena imitarse.

La segunda etapa es la pubertad, en torno a los 12 años, lo previo a la adolescencia. Es una época de transición, con rasgos mixtos, como la rebeldía o la incapacidad de desarrollar un pensamiento propio. Es una etapa en que el chaval asume que su sexo lo afecta de manera plena, íntima, personal, definitiva. Los chicos buscan respuestas a «su curiosidad sexual, y la hallan satisfecha en Internet», pues, por vergüenza o distancia, no acuden a sus padres. Lo cual supone un gran problema: «La pornografía mata la fantasía sexual, impide desarrollar fantasías bellas con una mujer». Por eso, «la pornografía es masturbatoria y no prepara para una verdadera relación de pareja». Algo que no sólo daña a los más jóvenes, sino a todas las edades.

Y sobre relaciones sexuales adultas también habla Ceriotti Migliarese, para indicar que «para que el encuentro sexual sea bueno para ambos, la mujer debe acoger al varón, generar un espacio de acogida». No se trata únicamente de la acogida física, sino también psíquica. Esa capacidad no es una característica pasiva, aunque requiere de la mujer fiarse al hombre, el cual emplea «su potencia sexual al penetrar el cuerpo de la mujer proporcionándole a ella seguridad». El varón, por tanto, debe conocer, modular y encauzar su agresividad, para que su «potencia no sea prepotencia», ni mucho menos violencia, sino que exprese su «capacidad de enriquecer al mundo con una energía positiva».

En consecuencia, esta complementariedad no se reduce a un reparto de roles «activo y pasivo», pues varón y mujer actúan según su propia carnalidad y psique. El hombre, en este tipo de relación, «se siente valorado, y la mujer, protegida». Es un «respeto recíproco capaz de generar vida». De igual modo, Ceriotti invita a que la divergencia entre hombres y mujeres sea un elemento, en todos los órdenes sociales, de cooperación, no de enfrentamiento.

Relaciones que generan soledad

De asuntos similares se habló en la mesa redonda «Relaciones que generan soledad», en la que departieron Juan de Haro (psicólogo clínico), Jorge Freire (filósofo y escritor) y Fernando Vidal (profesor de Psicología y Trabajo Social en la Universidad Pontificia Comillas). De Haro comentó cómo muchas veces la soledad es consecuencia de relaciones que «hacen daño y generan vacío», y que llevan a persona a degradarse. Puso el ejemplo de algunos casos que le llegan a su consulta: «abusos sexuales dentro de la pareja, ocasionados por el consumo de pornografía». El varón solicita determinadas prácticas a su pareja, la cual, en un principio se niega, pero luego acaba cediendo ante la presión psicológica del otro. Al final, eso conduce a la mujer a considerarse indigna de un amor franco y desinteresado. Freire y Vidal incidieron en cómo impacta la tecnología y el abuso de los móviles en el modo de relacionarse de los más jóvenes, y en la desaparición de lazos comunes y del más próximo, que es el verdadero prójimo.

El doctor en Sociología Fernando Vidal, el filósofo y escritor Jorge Freire, la psicóloga Ana Díaz y el psicólogo clínico Juan de Haro, en EncuentroMadrid 2023

El doctor en Sociología Fernando Vidal, el filósofo y escritor Jorge Freire, la psicóloga Ana Díaz y el psicólogo clínico Juan de Haro, en EncuentroMadrid 2023EncuentroMadrid

En otra mesa redonda, monseñor Luis Argüello (arzobispo de Valladolid) y el diputado Miguel Ángel Quintanilla, moderados por Armando Zerolo (profesor de la Universidad CEU San Pablo), charlaron sobre «Amistad cívica y sociedad española». Según Argüello, «en las crisis de las democracias parlamentarias se reafirma la importancia de notar de dónde parte el problema: la falta de vínculos comunes». Por eso, «si no nos reconocemos como iguales en dignidad, las relaciones se convierten en competencia y no en el reconocimiento del otro en una verdadera amistad». Quintanilla dice: «La nación moderna lo que hace es obligarme, al convertirme en miembro de la nación de la España, a una nueva posición moral, porque los ciudadanos españoles se convierten en mis prójimos».

EncuentroMadrid 2023 se ha clausurado tras el coloquio «Una misteriosa fecundidad» entre Concepción Monjas Pérez (visitadora provincial de las Hijas de la Caridad), Juan Ramón de la Serna (director del Colegio Internacional J.H. Newman), Marta Zaragoza (directora del colegio Mare de Déu de la Gleva), y Jordi Cabanes (director del colegio Abat Oliba – Spínola). Este último ha resaltado el «carisma de Don Giussani, fundador de Comunión y Liberación», y «el sentido de pertenencia».

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