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El escritor Aldous Huxley

Cinco poemas de Aldous Huxley, el novelista que preescribió el presente en 'Un mundo feliz'

Se cumplen 60 años de la muerte del autor británico, el mismo día que asesinaron al presidente de Estados Unidos John F. Kennedy

Apenas unos meses después de publicar Un mundo feliz, su novela más famosa, Aldous Huxley afirmó que muchas de las imaginadas truculencias de su obra se estaban convirtiendo en «penosas realidades» con una rapidez que no había podido soñar. Si al autor británico le dio miedo comprobar como su ilusión se hacía realidad en su presente, es posible que de algún modo, antes de morir, pensara que había escrito una distópica premonición, pero premonición al fin y al cabo.

Huxley escribió su primera novela en 1920, después de haber escrito previamente cuatro libros de poesía y de trabajar en distintas revista como crítico y ensayista. Se hizo amigo de D.H. Lawrence al mismo tiempo que se inició en la prosa a través de los primeros relatos. Aquella novela, Los escándalos de Crome, abundó en el personaje del autor como satírico notable de su sociedad. Viajero incansable, recorrió el mundo entero, incluida España, durante toda la década.

Quizá el conocimiento de tantas sociedades le empujó a escribir Un mundo feliz en 1932, la desesperanzada novela donde, en una sociedad ordenada por castas, no existen penalidades reconocibles y aparentemente todos son felices gracias a la tecnología y a una sexualidad libre, pero sin familia, sin religión o sin amor. La sátira huxleyana del presente que se le escapó de la imaginación para prefigurarse en el futuro: el pensamiento único, lo «woke», el adoctrinamiento, el consumismo...

Aldous Huxley es conocido universalmente por Un mundo feliz, pero su obra y su vida alcanzaron mucho más lejos, hasta Hollywood donde vivió para siempre y escribió guiones para el cine y se hizo amigo de los grandes actores y directores de la época como Chaplin o Cukor. Escribió teatro y llegó a convertirse en personaje televisivo recurrente. Muerta su esposa, después de años de viajes para despedirse del mundo, siguió adelante tras el duelo y fue a morir el mismo día que asesinaron a Kennedy, tan lejos ya de sus poemas de juventud:

cinco poemas de aldous huxley:

  • CARPE NOCTEM

    No hay futuro, no hay más pasado,
    ni raíces ni frutos, flores pasajeras solo.
    Túmbate tranquila, túmbate tranquila y la noche perdurará,
    silenciosa y oscura, no por un espacio de horas,
    sino eternamente. Déjame olvidar
    todo menos tu perfume, todas las noches menos esta,
    la pena, el infructuoso llanto, el pesar.
    Solo túmbate tranquila: este lánguido y suave embeleso
    florecerá al borde del sueño y se esparcirá,
    hasta que no haya nada más que tú y yo
    abrazados en un silencio intemporal. Mas como
    el que, condenado a morir, por la mañana estará muerto,
    yo sé, aunque la noche parezca eterna, que el cielo
    ha de iluminarse pronto antes del sol del mañana.
  • EL ESPEJO

    A cámara lenta, la luz de la luna una vez atravesó
    el soñador espejo,
    donde, hincados, inviolablemente hondos,
    viejos secretos no olvidados albergan
    inolvidables maravillas.
    Pero ahora polvorientas telarañas se entrelazan
    por el espejo, el que antaño
    viera los dedos que retiraban el oro
    de una despreocupada frente;
    y las profundidades son cegadas a la luna,
    y olvidados sus secretos, nunca dichos.
  • LAS PUERTAS DEL TEMPLO

    Numerosas son las puertas del espíritu que llevan
    al más íntimo santuario:
    y considero las puertas del templo divinas,
    pues el dios del lugar es Dios mismo.
    Y estas son las puertas que Dios dispuso
    que a su casa llevaran: vino y besos,
    fríos abismos del pensamiento, juventud sin tregua,
    y tranquila senectud, plegaria y deseo,
    el pecho del amante y de la madre,
    el fuego del juicio y el fuego del poeta.

    Pero él que venera en soledad esas puertas,
    olvidándose del santuario de más allá, verá
    de pronto abrirse los cierres,
    revelando, no el trono radiante de Dios,
    sino los fuegos de la ira y del dolor.
  • MAGNÁNIMOS ROMANOS

    Columnas y fuentes eternas,
    chorros de escarcha y viva espuma,
    desde las siete montañas dejémoslas saltar,
    Las siete colinas de Roma.

    Por resonantes arcos y bóvedas flanqueadas,
    dejemos las calles marchar triunfales;
    mandemos a los acueductos marchar
    por la llanura de abajo infatigables.

    Elevados como columnas hacia el aire azul,
    dejemos a los Césares de mármol estar;
    dejemos a los dioses, que en vida eran
    romanos, una mano dorada levantar.

    Muchos, pero cada uno solo, una multitud,
    aunque de romanos, atestan sus sepulcros;
    ellos mismos divinos fieles,
    dioses ante dioses suntuosamente inclinados;

    los romanos se inclinaban ante figuras que ellos,
    escultores de la mente, liberaban;
    suplicando poder ser
    iguales que aquellos a quienes oran.
  • ALMERÍA

    Los vientos aquí no tienen insignias en movimiento, pero recorren
    una vacía oscuridad, una destemplada luz;
    ramas que no se doblan, nunca una flor torturada
    se estremece, raíces agotadas, a punto de volar;
    alado futuro, marchito pasado, ni semillas ni hojas
    dan fe de esos veloces pies invisibles: corren
    libres por una tierra desnuda, cuyo pecho recibe
    todo el fiero ardor de un sol desnudo.
    Tú tienes la Luz por amante. ¡Tierra afortunada!
    Que concibe el fruto de su divino deseo.
    Mas el seco polvo es todo lo que ella da a luz,
    esa hija de arcilla creada por el perpetuo fuego celestial.
    Por lo tanto venid, suave lluvia y delicadas nubes, y calmad
    este amor radiante que tiene la fuerza del odio.