¿Es Nietzsche la alternativa al estoicismo para la vida moderna?
El experto en el filósofo alemán, Neil Durrant, director de la Facultad de Filosofía de la Universidad Macquarie de Australia, opone al autor de Así habló Zaratustra contra la filosofía de moda, origen del cristianismo
Neil Durrant, experto en Nietzsche de la universidad australiana Macquarie, admite no ser seguidor del estoicismo presente, 2.000 años después, en la actual vida occidental. La guía práctica, íntima y espiritual, que en muchos de sus aspectos antecede al cristianismo, y a la que el profesor opone al autor de El Anticristo. ¿Se trata de una alternativa woke-filosófica o de una alternativa únicamente filosófica?
Tres razones contra el estoicismo
Durrant expone tres razones para resistirse al pensamiento estoico como asidero para la vida moderna. La primera de ellas es la «pasividad» que le achaca a la filosofía de Marco Aurelio. Frente a la felicidad estoica, que solo es posible si uno se centra en lo que puede controlar, dejando a un lado lo demás. Para Nietzsche (según Durrant) todo está bien, tanto si uno se centra en lo que puede controlar, como si también lo hace en lo que no puede controlar.
El alemán cree que el éxito y el fracaso que supone elegir ambas cosas forma parte del aprendizaje personal. Durrant explica: «Nadie conseguiría nunca nada increíble si simplemente aceptara que lo único que «realmente» puede controlar es a sí mismo (...) Claro que no puedes controlar el resultado. Claro que experimentarás el fracaso y, como consecuencia, la angustia. La respuesta de Nietzsche a esto es simplemente: ¿y qué?».
Contra la «ecuanimidad»
Durrant define la vida estoica como «petrificante», pero Nietzsche no parece enteramente la oposición que pretende el profesor australiano. Ese «¿y qué?» parece más bien un estoicismo puro, la aceptación pura estoica de lo que, precisamente, no se puede controlar. Lo que también dice Durrant es que «un estoico practicante permanecerá pasivo ante problemas importantes como el cambio climático o la desigualdad social». Y entonces ya se entiende un poco mejor por donde van los tiros de su reticencia humanística, que parece precisamente eso.
El humanismo estoico y cristiano puesto en cuestión de aquella manera. La segunda de las razones de Durrant es la «ecuanimidad», lo que califica como el «miedo morboso a las emociones fuertes y en particular a las negativas». Durrant afirma que Marco Aurelio o Séneca tenían «miedo morboso» a algo. Personajes que asumieron su muerte (en el caso del filósofo y político romano con una entereza completamente contraria a la de ese supuesto «miedo morboso») son acusados en este caso de no querer frustrarse. ¿Acaso alguien quiere? ¿Acaso el estoicismo niega la frustración?
«Especie de muerte»
En absoluto, simplemente da pautas para combatirla, incluso para dominarla. ¿No es ese el objetivo de los males del hombre: tratar de paliarlos? Dice nuestro filósofo australiano que no puede imaginar nada peor que la ecuanimidad porque «parece una especie de muerte» por tratar de evitar emociones negativas como el odio y el miedo. Y trae a Nietzsche para decir que el amor puede ser bueno, pero también malo, lo mismo que, inversamente, la frustración, por ejemplo. Dice Durrant que así uno puede experimentar quién es en realidad.
¿No es así, mediante el conocimiento y la búsqueda del autocontrol como el estoicismo nos empuja a conocernos explorando nuestros límites? De nuevo Nietzsche no parece el más antiestoico para los propósitos antiestoicos del profesor cuya última razón para poner en duda el estoicismo es «la contradicción del perjuicio».
Comportarse bien con los demás
«Discrepo con el argumento de que si alguien se siente ofendido por algo que he hecho o dicho, en realidad el problema está en su cabeza, y no en mis acciones. Si le doy la vuelta a las perspectivas, ¿no podría decir simplemente que soy libre de hacer lo que me plazca y que, si la gente se siente perjudicada, pues allá ellos? Entonces, ¿en qué sentido estoy obligado a comportarme bien con los demás?», plantea Durrant completamente descontrolado.
Dice que no es ético rechazar la pérdida porque «no todo está en tu cabeza». Por supuesto que no. Los estoicos lo saben, pero intentan que todo esté en la cabeza para minimizar el daño, para vivir mejor, incluso sobre todo, también éticamente. ¿Qué aporta Nietzsche a este respecto según Durrant? Aquí viene lo mejor. El profesor pone al alemán como ideal antiestoico en la postura más estoica posible:
Estoicismo al fin y al cabo
«Eres una persona que se irrita por las cosas más insignificantes, cosas que escapan a tu control, como una persona que hace crujir ruidosamente las patatas chips en el cine. Acepta todo lo relacionado con esta situación, incluidas tus propias respuestas. Tu creciente odio instintivo hacia el autor del molesto ruido. Tu absoluta incapacidad para seguir adelante y disfrutar de la película, incluso. Esto me parece mucho más atractivo, realista y afirmativo», afirma, valga la redundancia, con «estoicismo» casi esencial (menos mal que lo rebate) el responsable de la Facultad de Filosofía de una de las universidades australianas más prestigiosas.