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El ministro de Cultura, Ernest Urtasun, en el CongresoGTRES

La hipocresía de Urtasun: de paladín de la «desjudicialización» a demandar a la Xunta

El ministro de Cultura continúa con su intensa agenda y declaraciones partidistas ajenas a su responsabilidad como gobernante

Cualquiera podría decir que Ernest Urtasun es el portavoz político e ideológico de Sumar y en sus ratos libres el ministro de Cultura. Sus intervenciones se cuentan por mensajes sectarios y su actividad mayor es la de vocero de su partido y del Gobierno. Urtasun no es noticia por sus iniciativas culturales más allá de sus posicionamientos radicales contra todo lo esencialmente español, desde su conocida postura antitaurina a sus declaraciones radiofónicas donde comparaba el descubrimiento de América y la Hispanidad con el colonialismo salvaje en el Congo de Bélgica.

Por esta razón, distintas asociaciones de hispanistas (con nombres como Marcelo Gullo o la Fundación Gustavo Bueno) han firmado el llamado Protocolo de Santa Pola por el desprecio del ministro a la cultura española con sus ataques verbales y sus consignas directas, absolutamente asombrosas e impropias de un cargo que existe para defender el legado español, que es justo lo contrario a lo que hace. No ha realizado ni se prevé ninguna gestión o iniciativa concreta en materia cultural sino todo lo contrario. Toda su «labor» hasta el momento ha sido la de demolición verbal de algunos de los pilares fundamentales de la cultura española.

Más allá de esto, la actividad del ministro es mayormente la de portavoz político de su partido, Sumar, y del Gobierno del que forma parte. El pasado 8 de enero aseguró que la formación que lidera Yolanda Díaz estaba estudiando denunciar a la Junta de Galicia por «inacción» tras el vertido de plásticos que está llegando a las costas gallegas: «Estamos estudiando denunciar la inacción de la Xunta por falta de acción, por incumplimiento del Decreto que regula el Plan Territorial de Contingencias de Contaminación Marina», dijo. Un recurso, el de los tribunales, que contrasta con la tan traída y llevada «desjudicialización» de la que el Gobierno, Sumar y Urtasun en particular son orgullosos paladines.

La justicia solo cuando interesa y cuando no «desjudicialización» (como la «descentralización» de los museos madrileños). El prefijo «des» para casi todo que, según la RAE, «Denota negación o inversión del significado de la palabra simple a la que va antepuesto» y que también significa «privación». Hipocresía y sectarismo a raudales y sin tapujos en lo que es, sin ninguna duda, el intento de des-montaje de España y no solo de su cultura.