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Isaiah Berlin

Isaiah Berlin

El Debate de las Ideas

Isaiah Berlin (I): Libertad

Berlin es conocido principalmente por su ensayo On Liberty («Dos conceptos de libertad»), donde defiende sus famosos dos conceptos de libertad que tanto han dado que hablar

Libertad. Pluralismo. Relativismo. Multiculturalismo. Sin duda son conceptos que están más que nunca en boga, pero ¿sabemos realmente qué significan? ¿Cómo se relacionan entre ellos? «Polarización» fue la palabra del año 2023, ¿a qué nos referimos con ella? ¿Qué hacer con tomas de postura irreconciliables en política? ¿Existen formas de entender la vida superiores a otras? Si es así, ¿implica esto que existe una naturaleza humana común, un reducto de virtudes y normas que permanece inmutable en todo grupo humano?

La producción filosófica de Isaiah Berlin (1909, Letonia - 1997, Reino Unido) resulta idónea para abordar este tipo de problemas; nos sumerge, además, en preocupaciones políticas y filosóficas del siglo XX sin las que no podemos comprender y enfocar las que nos atenazan ahora. No es posible, a su vez, adentrarse en el pensamiento de este filósofo sin dar un par de pinceladas sobre su vida personal. Berlin nació en Riga (Letonia) en el seno de una familia judía acomodada que tuvo que emigrar a Inglaterra (Oxford) por causa de la revolución soviética. Si esta experiencia lo dejó marcado, el auge del nazismo acabó por centrar parte de su preocupación filosófica en los estragos del pensamiento totalitario.

Normalmente se conoce a este oxoniense por sus reflexiones en torno a la libertad individual y la necesidad de protegerla. Berlin es, de hecho, conocido principalmente por su ensayo On Liberty («Dos conceptos de libertad»), donde defiende sus famosos dos conceptos de libertad que tanto han dado que hablar. Lamentablemente no suele tenerse tan en cuenta otros escritos en torno a este mismo concepto y, en general, aquellos en los que reflexiona sobre el pluralismo de valores, el multiculturalismo, la objetividad de los valores morales o sobre la naturaleza humana. Esta omisión aboca a que las discusiones en torno a la libertad -apoyadas en las ideas defendidas en Dos conceptos de libertad- lleven de forma inevitable a discusiones sin salida fruto de simplificaciones varias. A lo largo de esta serie de textos dedicados a este pensador intentaré poner un poco de luz en todo estos asuntos que, como ya he mencionado, son de total actualidad.

Dos conceptos de libertad es un ensayo basado en la lección inaugural impartida por Berlin al tomar posesión de la cátedra Chíchele de teoría social y política en 1957. Las repercusiones de este texto fueron tales que todavía generan discusión, por lo que puede decirse que es un ensayo imprescindible de la filosofía política contemporánea. En él, Isaiah Berlin divide el concepto de libertad en dos aspectos: negativo y positivo.

La libertad negativa consiste en la ausencia de obstáculos que tiene un individuo para llevar a cabo sus propósitos. Si nadie me impide comerme un pastel estoy siendo libre en un sentido negativo del término. La libertad positiva alude, por así decirlo, a la capacidad de autocontrol de un individuo sobre sí mismo. Esta capacidad está ligada al buen raciocinio, a la unión entre la voluntad estricta que es capaz de someterse a una mente que dirige sus acciones hacia lo que más le conviene al individuo. Se entiende mejor el asunto siguiendo el ejemplo anterior; estamos en plena «operación bikini», tratando de bajar los kilos que aumentamos en Navidad. Imaginemos, además, que somos diabéticos y, por tanto, existen determinados alimentos que no debemos tomar. Si nos saltamos la dieta para comernos cuatro donuts, somos libres en un sentido negativo del término: nadie nos ha arrebatado los deliciosos pastelitos ni nos ha plantado un plato de borrajitas apetitosas delante. Ahora bien, desde el punto de vista positivo del término no somos libres: no hemos sido capaces de controlar nuestras pasiones, nos hemos sometido a ellas, sin importar nuestros buenos propósitos ni nuestros niveles de insulina en sangre. Somos esclavos de nuestros apetitos o, como diría San Pablo «Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí».

A pesar de ser una simplificación del libre albedrío, esta división conceptual de la libertad humana resulta bastante útil para calibrar los efectos positivos o negativos de una ausencia o sobreabundancia de un tipo de libertad u otra. Es relativamente sencillo imaginar los efectos de una restricción de la libertad negativa, lo vivimos desgraciadamente durante la pandemia. Ahora bien, aferrarse únicamente a la visión negativa de la libertad lleva a una visión muy reducida de lo que es ser humano. También puede servir para maquillar visiones cínicas sobre las personas y la sociedad, como cuando se pretende legalizar las drogas, no como mal menor para solucionar los estragos del narcotráfico, sino en defensa de la libertad de quien quiera consumirlas. Los llamados vientres de alquiler, incluso la compra-venta de órganos, suelen solventarse también con un «nadie le obliga a hacerlo, es su decisión y hay que respetarla».

En los ejemplos mencionados resulta sencillo desmontar el argumento señalando que nadie haría esto último si no fuera porque necesita dinero. Es entonces cuando surgen casos en los que se puede demostrar que no es sólo una cuestión monetaria. Existen mujeres que sí gestarían el bebé de otra persona de forma gratuita. Y personas que ejercen la prostitución, no por falta de dinero, sino porque ganan más así (y de forma más sencilla, según su punto de vista). Aquí es donde entra en juego el paradigma de la libertad positiva. Es fácil defender esta última -en detrimento de la libertad negativa- cuando hablamos de menores de edad o personas que no están en pleno uso de sus facultades (borrachos, drogadictos, enfermos mentales, etc.). A nadie se le ocurre respetar a un niño al que le parece adecuado no asistir a la escuela: al muchacho se le restringe su libertad negativa (se le obliga a hacer cosas que no desea) y se ignora su libertad positiva (su capacidad para tomar decisiones acertadas). Ahora bien, ¿qué hacer en los casos mencionados: vientres de alquiler y prostitución? Los dilemas que surgen no son pocos, e impelen a profundizar en otra serie de conceptos: pluralismo, relativismo, multiculturalismo, etc. ¿Cómo analizó estas ideas Isaiah Berlin? Lo veremos en el siguiente texto dedicado a esta controvertida figura.

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