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El ministro de Cultura, Ernest Urtasun, en la comisión del pasado lunes en el Congreso

El ministro de Cultura, Ernest Urtasun, en la comisión del pasado lunes en el CongresoEFE

Urtasun anuncia una Dirección General de Derechos Culturales para maniatar a los ayuntamientos de PP y Vox

El anuncio del departamento contra la censura se produjo el lunes durante la Comisión de Cultura

La Comisión de Cultura del lunes en el Congreso fue todo un acontecimiento por la cantidad de anuncios que de momento son solo eso: anuncios. El diario El Mundo ha publicado este lunes que los museos españoles no saben a qué se refiere el ministro con «descolonizarlos». Al parecer no poseen nada que descolonizar, con la excepción del Museo de América. Pero Urtasun se refería a los museos en plural, lo que indica que la idea original carecía de un estudio preliminar donde sostenerla.

La nueva Dirección General de Derechos Culturales es uno de esos anuncios. Se crea, al parecer, para luchar contra la censura: «Queremos hacer de los derechos culturales un nuevo marco desde el que diseñar las políticas públicas como marcan las políticas públicas culturales en Europa hoy. Un enfoque que nos permitirá abordar asuntos pendientes de la política cultural en nuestro país», dijo.

Quiere Urtasun adoptar una «postura firme contra cualquier forma de censura» y garantizar que todos los ciudadanos, «independientemente de su origen, tengan acceso equitativo a los recursos y oportunidades culturales». Llueve sobre mojado donde el acceso a la cultura es absolutamente equitativo en España.

Explicó el ministro que «Se trata por lo tanto de desarrollar acciones concretas y medidas específicas que generen las mejores condiciones posibles para que los proyectos culturales puedan desarrollarse y para que la ciudadanía pueda disfrutar de una vida cultural plena, cuyo ejercicio no puede restringirse mediante ningún tipo de censura previa». Se refiere Urtasun a Vox, por supuesto, no a la censura del español en Cataluña, lengua a la que no ha apoyado en este sentido, en contraste al catalán, al que sugirió como lengua de enseñanza para todo el país, o como su reciente apoyo ministerial al asturiano y al aragonés, lenguas no oficiales.

La defensa del «plurilingüismo» tiene una salvedad en el ministro, que es el español, al que no se ha referido en ningún caso, al contrario que a las otras lenguas, cooficiales y no cooficiales. No se imagina una creación más soviética que la de una Dirección General de Derechos Culturales para luchar contra la censura de la que solo se pone como ejemplo las decisiones de algunos ayuntamientos gobernados por el PP y Vox, y más cuando lo que se promete con ello es la temible cursilería, expresada en comisión parlamentaria, de que todo es para que «la ciudadanía pueda disfrutar de una vida cultural plena».

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