Avanza Jarocho, buen estilo de Zulueta

Se inicia la serie continuada de la Feria de Fallas, después del prólogo del fin de semana anterior. Las reses de Fuente Ymbro sacan nobleza. Jarocho corta una oreja. El esperado Zulueta luce su estilo pero no redondea y falla con la espada, como El Niño de las Monjas.

Ha recuperado este novillero ese apodo, que se hizo popular por la novela y comedia de Juan López Núñez (1922), de tema cercano a «Currito de la Cruz», llevada al cine varias veces: por Calvache (1925), con Eladio Amorós; José Buchs (1935), con El Estudiante; Julio Villarreal (1944), con Luis Procuna; Ignacio F. Iquino (1959), con Enrique Vera. También se hizo famoso por la copla, que cantó la maravillosa Niña de la Puebla: «Yo quiero ser torero. / Quiero ganar dinero / para traer aquí / un manto para esa Virgen / que tanto vela por mí».

Este nuevo Niño de las Monjas es valenciano y se llama Jordi. En los tendidos, lo apoyan las monjas del Hogar de los Desamparados. Toda la tarde, muestra entrega, cierto oficio y variedad con capote y muleta. Torea de pie y de rodillas, recurre a manoletinas y circulares invertidos. Falla con la espada en los dos: en el primero, pierde el posible trofeo; en el cuarto, bordea los tres avisos.

El burgalés Jarocho procede de una conocida familia torera (su padre va en su cuadrilla). Sufrió una muy grave cornada el año pasado. Esta temporada da el salto ya a las grandes Plazas, vive el momento decisivo de su carrera. Luce en los dos sus formas clásicas, la técnica bien aprendida, la facilidad con las banderillas. En el segundo, logra algún buen natural y cambio de mano, mata entrando recto: oreja.

Intenta redondear la tarde en el quinto pero el novillo se raja a tablas: allí, le arranca algunos muletazos. Vuelve a matar cn decisión. Se ha quedado cerca de la Puerta Grande. Esta tarde ha dado un paso adelante.

Javier Zulueta es hijo del conocido alguacilillo de la Maestranza. La afición sevillana se ha ilusionado con él. El hecho de que lo apodere la empresa del coso del Baratillo es buen respaldo. Debutó con picadores en Olivenza y su toreo causó sensación. Tiene personalidad y buen gusto, intenta torear muy lento, con ritmo. En el tercero, que brinda a El Soro (en su aniversario de alternativa), dibuja algunos preciosos lances y muletazos pero a la faena le falta unidad y mata muy mal. En el último, corre la mano con limpieza pero no logra dominar las bruscas embestidas. Está claro que ha de torear más y que tiene que entrenar mucho con la espada pero los aficionados le esperan.

Repito el colofón de otras tardes: un festejo demasiado largo, con faenas que se prolongan en exceso y hasta cinco avisos. Si les pasa a las figuras, no se libran de ello los novilleros. Pero es un error evidente. El día que salga un torero con sentido de la medida y con buena espada, el público no se lo va a creer…