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Andrés Amorós
Crónica deAndrés AmorósSevilla

Vuelta al ruedo a un gran toro de La Quinta

Emilio de Justo corta dos orejas; El Cid, una; Daniel Luque da una lección como lidiador

Actualizada 22:57

El diestro Manuel Jesús 'El Cid' da un pase a «Dorador», primer toro de su lote, reconocido con la vuelta al ruedo

El diestro Manuel Jesús 'El Cid' da un pase a «Dorador», primer toro de su lote, reconocido con la vuelta al ruedoEFE

El optimismo por el juego de los toros de Santiago Domecq, El Parralejo y Victorino, durante la preferia, se esfumó luego por el muy pobre de las reses de Juan Pedro Domecq, Domingo Hernández y Garcigrande. Los de Jandilla lo mejoraron poco, por mucho que se cante su presentación: prefiero yo –y mucha gente sensata– un automóvil con un buen motor a otro que sólo tiene vistosa carrocería.

Con estos antecedentes, acudimos con esperanza a ver los toros de La Quinta: encaste Santa Coloma, depósito de bravura. Suelen ser cárdenos, no muy grandes; embisten algunos con ese ritmo especial, propio de su encaste, que a no pocos toreros desconcierta. En cambio, eran los preferidos de Paco Camino, por su gran capacidad.

Los de esta tarde lucen una hermosa estampa; varios, aplaudidos de salida. Son encastados pero dan un juego muy variado, interesante de verdad para el buen aficionado. Con tesón y valor, Emilio de Justo corta dos orejas, una a cada uno de sus enemigos. El Cid corta una al magnífico primero, premiado con la vuelta al ruedo. Con el lote más deslucido, Daniel Luque no corta trofeos pero da una lección de lidiador.

El diestro Manuel Jesús 'El Cid' da un pase a «Dorador», primer toro de su lote, reconocido con la vuelta al ruedo

El Cid con «Dorador», primer toro de la tardeEFE

El Cid cortó una oreja a ese primer toro de su lote

El Cid cortó una oreja a ese primer astadoEFE

Hace un año volvió a los toros El Cid, en esta Plaza, con toros de Victorino, los mismos con los que ha obtenido sus mayores éxitos, y el resultado fue feliz, lo mismo que en todas sus actuaciones, un número pequeño, para su categoría: la temporada pasada, toreó 7 corridas y cortó 8 orejas.

Siempre ha tenido El Cid fama de afortunado, en los sorteos. Esta tarde, desde luego, se lleva el primer toro, un precioso ejemplar, muy bravo, que embiste con alegría y reúne el difícil equilibrio de la casta y la calidad. Lo recibe con verónicas suaves y lo sujeta con delantales. Mide bien el castigo Manuel Jesús Ruiz Román (el picador del susto, la tarde anterior). Da gusto ver a un torero de cincuenta años disfrutando de verdad al correr la mano, en la Maestranza, a un toro tan noble y obediente. Logra derechazos muy lucidos, bajando mucho la mano. Sus muletazos tienen aroma y sabor clásico, mece el toreo con un toro que, más que «Dorador», merecía llamarse «de oro». Se escuchan incluso algunas voces pidiendo el indulto. Esta vez no falla con la espada –como le ha sucedido tantas veces, después de grandes faenas– y obtiene un trofeo; el toro, la merecidísima vuelta al ruedo.

El cuarto, el más grande, es recibido con una ovación. Es pronto, alegre, humilla. Saluda Lipi, con los palos. Brinda El Cid a su hijo, que está en el callejón, acompañado del abogado Joaquín Moeckel. Este toro es más incierto, le exige hacer un esfuerzo. Muy en corto, realiza un trasteo desigual, con algunos momentos brillantes. Mata sin estrecharse, a la segunda. En conjunto, ha sido, para El Cid, una tarde muy feliz, pues ha podido torear a gusto y recoger el afecto de los aficionados.

Daniel Luque, este jueves en la Maestranza con el primero de su lote

Daniel Luque, este jueves en la Maestranza con el primero de su loteEFE

Todos los focos apuntaban esta tarde a Daniel Luque. He repetido que me parece, hoy en día, el torero más poderoso. Abrió la Puerta del Príncipe el viernes pasado, con los manejables toros de Núñez del Cuvillo. Eso suponía dar el golpe sobre la mesa que necesitaba, después de haber sufrido el veto de Roca Rey y el olvido de algunos empresarios. Pero su capacidad lidiadora brilla de verdad con toros más encastados, más poderosos. Por ejemplo, los de La Quinta. Probablemente, la tarde más importante de toda su carrera fue la de agosto de 2022, en Dax, en la que mató seis toros de esa divisa. Volverá a hacerlo en septiembre, en la Feria de la Vendimia de Nimes.

Desgraciadamente, esta tarde le tocan los dos toros menos lucidos. En el segundo, que flaquea, saluda en banderillas Iván García, como tantas tardes. Luque torea a media altura, fácil, relajado. El trasteo es impecable pero encuentra poco eco porque el toro no transmite nada. Al final de la faena, muestra su dominio absoluto en unos circulares pero falta la emoción del toro.

Al quinto, que sale con alegría, lo recibe con buenas verónicas. Cuidan al toro en varas. Lo brinda al ganadero, Álvaro Martínez Conradi. Con la rodilla flexionada, le enseña a embestir pero el toro flaquea. Sabe perfectamente lo que hace, lidia como un maestro, torea a cámara lenta. El público sólo lo advierte cuando está a punto de sufrir un par de cogidas. Al final, la res se derrumba y todo el esfuerzo resulta inútil. Mata de una gran estocada. Sin trofeos, con los dos toros más deslucidos, ha estado a un gran nivel.

Emilio de Justo ya cortó una oreja en su tarde anterior. Esta vez, consigue una y una, demostrando su buen momento. El tercero es incierto, tardea pero va y repite, con emoción. En la primera serie por la derecha, ya suena la música. Una faena sobria, clásica, culminada con una buena estocada, es premiada con un trofeo. (Entra a matar con la punta de la espada apuntando a lo alto, cruza de verdad y clava con decisión. El riesgo de esta técnica, muy efectiva, es que la espada quede algo desprendida).

Emilio de Justo da un pase de pecho esta tarde en Sevilla

Emilio de Justo da un pase de pecho esta tarde en SevillaEFE

Recibe al último con una larga cambiada en el tercio, lidia luego hasta el centro. Saluda en banderillas Abraham Neiro. Brinda Emilio al Cid, un buen gesto. El toro embiste destemplado, lleva la cabeza por las nubes, le pone en peligro varias veces. Aún así, le va sacando naturales de riesgo y mérito. El público ha acabado entrando en la valerosa faena, a toma y daca, como decían los revisteros. Cuando mata de una buena estocada, con la misma técnica, exige otra oreja. Sale contento de Sevilla: ha hecho una Feria francamente buena.

Con todo respeto para los otros diestros, me hubiera gustado que alternara esta tarde con Daniel Luque, en un mano a mano, Andrés Roca Rey. Ése es el cartel que muchos aficionados desean ver. Así se han dirimido siempre los conflictos entre figuras del toreo: en el ruedo, en una Plaza importante, con toros de una ganadería exigente. Roca Rey se ha negado a aceptar ese reto: es un error de imagen que, más allá de su éxitos de taquilla, ya está empezando a pagar.

POSTDATA. Alguno de los preciosos toros de esta tarde era cárdeno lucero, con un mechón de pelo blanco en la frente; otro, cárdeno careto, con pelos blancos en la frente y en la cara. Me ha recordado el famoso toro que mató Manolete en Valencia y que parecía tener dibujada una Uve blanca en la frente. Como Churchill hizo famoso el gesto de la Uve de la Victoria, en la segunda guerra mundial, el ganadero, José María Escobar, le envió la cabeza disecada al Premier inglés. Cuando él se enteró de la muerte de Manolete, envió una carta a su madre, doña Angustias, en octubre de 1947: «Me conmoví al recibir el noble trofeo de su hijo, soberbiamente matado en la Plaza de toros, enviado a mí con ocasión de nuestra victoria en Europa. Quiero añadir mis condolencias a todos los reconocimientos que Ud. ha recibido. Sinceramente suyo, Winston Churchill».

FICHA

  • SEVILLA, jueves 18 de abril. Casi lleno. Toros de La Quinta, de hermosa presencia, encastados, de juego variado. Se da la vuelta al ruedo al primero.
  • MANUEL JESÚS EL CID, de azul marino y oro, estocada (oreja y fuerte petición de la segunda). En el cuarto, pinchazo, pinchazo hondo y 2 descabellos (aviso, saludos).
  • DANIEL LUQUE, de rioja y azabache, buena estocada (saludos). En el quinto, gran estocada y descabello (saludos).
  • EMILIO DE JUSTO, de negro y azabache, con chaleco dorado, estocada desprendida (oreja). En el sexto, estocada (aviso, oreja).
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