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Cristina Martín.

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Cristina Martín, escritora: «El cambio climático es la versión cutre, vulgar y laica del diluvio universal»

Cristina Martín habla sobre Bilderberg, Davos y Agenda 2030: «Ya tienen preparada la próxima pandemia; el señor Tedros Adhanom, secretario general de la Organización Mundial de la Salud, ya está hablando de la ‘Enfermedad X’»

Lleva desde 2005 publicando libros sobre el Club Bilderberg —tema al que ha dedicado su tesis doctoral— y sobre el modo como se organiza lo que muchos denominan «gobernanza global», y que ella califica como «maniobras de control, manipulación y propaganda». Se trata de casi una decena de títulos como El Club Bilderberg: los amos del mundo; La tercera guerra mundial ya está aquí; La verdad de la pandemia: quién ha sido y por qué; Los amos del mundo están al acecho; o Libertad o tiranía, recién editado. Son libros muy vendidos dentro y fuera de España, donde se describe de una manera muy disconforme todo aquello que constituye el contexto y consenso político y cultural de nuestro tiempo —«Nuevo Orden Mundial», como dice ella—: desde las leyes relativa al «cambio climático» hasta lo referente a esa gran «hoja de ruta» mundial llamada Agenda 2030. Es Cristina Martín Jiménez, una sevillana cuya formación periodística viajó de Salamanca a la capital bética, igual que sus conferencias y entrevistas transitan de España a Uruguay, Polonia, México, Portugal y Estados Unidos.

– En 2011, Javier Solana y Daniel Innerarity coordinaron un libro colectivo titulado La humanidad amenazada: gobernar los riesgos globales, en el que se apuntaba la necesidad de que hubiera riesgos planetarios graves para justificar un gobierno mundial en manos de supuestos expertos, entre los cuales evidentemente estaban el propio Innerarity y el propio Solana. En Libertad o tiranía ¿usted aborda este mismo tema bajo el concepto de «gran conmoción»?

– Efectivamente, esta es la idea, y acabo concluyendo que se trataría de un totalitarismo de emergencia. Davos, todos los miembros de Bilderberg, todas estas élites que se crearon, se asociaron después de la Segunda Guerra Mundial, están propagando constantemente la necesidad de un gobierno mundial. Ya han matizado un poco el término para que no suene tan fuerte. Y hablan de «gobernanza». Así es como pretenden salvar el mundo de todas las catástrofes, de todas las conmociones, de todos los shocks que vienen, que ya están sucediendo y que todavía se esperan. Funciona como una serie de ministerios globales en todos los ámbitos: la Organización Mundial de la Salud, la Organización Mundial del Comercio, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y la Junta de los Jefes Ejecutivos del Sistema de Naciones Unidas para la Coordinación. En mayo se va a aprobar, por la Asamblea de la Organización Mundial de la Salud, el nuevo Tratado de Plan de Pandemias. Ya vimos cómo la pandemia afectó a todos los sectores: al transporte, a la economía, a la educación, a la industria. Este tratado de pandemias sería un paso más de este gobierno mundial que viene a robar las soberanías nacionales, mediante una serie de instituciones supranacionales que son las máscaras del poder financiero. Y hablando de Javier Solana, él dijo, en ESADE en una conferencia durante la crisis del 2008: «La Unión Europea hoy es el laboratorio del posible gobierno mundial».

No se hacen políticas para la madre, sino que se presiona para el aborto

– A finales de 2021, Pedro Sánchez vino a decir en el Congreso de los diputados que la pandemia había supuesto una oportunidad para aplicar cambios en la forma de gobernar. ¿Toda excusa resulta válida para implantar el nuevo orden mundial, esa «antropolítica» a la que usted se refiere en el libro? Hablamos de epidemias, cambio climático, guerras…

– Sí, porque se trata de una ambición más general y más antigua. Comienza con las cumbres de la ONU en los años 70, y en los años 90, con la Carta de la Tierra. Ya nos estaban diciendo en la Carta de la Tierra que el objetivo era sustituir los Diez Mandamientos —que eran la base de la moral en Occidente— por una ética global. Lo que promulga la Agenda 2030 es una nueva religión global. De hecho, Margallo ha dicho que la Agenda 2030 es el Evangelio. Porque la Agenda 2030 pretende derribar los bastiones de la antropología que desde la Antigüedad ha habido en todas las culturas: las instituciones de la madre, del padre, de la familia, de la economía, la pesca, la agricultura, la ganadería. ¿De qué manera quieren derribarlo? ¿Cuál es el relato que está funcionando mejor en este aspecto? El relato del diluvio universal. No inventan un relato, sino que se trata de un relato antiguo que está en todas las culturas de la tierra: por culpa del mal comportamiento de la humanidad, Dios nos castigó con el diluvio universal. El cambio climático es la versión cutre, vulgar y laica de ese relato. Es nuestra culpa. Nos culpan a nosotros. Y como nosotros tenemos la culpa, debemos dejar de tener hijos, porque los hijos contaminan. El proyecto consiste en prohibir a las madres que sean madres. Como cualquiera puede ser hoy mujer, nada es mujer y se desvaloriza su estatus social. Se quiere derribar la familia, porque la familia es la principal estructura de poder; de ahí obtenemos nuestra identidad, nuestra estabilidad, nuestros valores. La Venus de Willendorf simbolizaba la fertilidad, y ahora te dice la Agenda 2030 que hay que reducir la fertilidad para frenar el crecimiento demográfico. Y eso ya es una política de Estado, porque en la Unión Europea han estado debatiendo la implementación del derecho al aborto. Y ahora estamos en la Cuarta Revolución Industrial, y nos dicen que, debido a la inteligencia artificial y la robótica, van a sobrar trabajadores. Ahora es cuando más les interesa reducir la población.

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Si no estás con los dogmas de la Agenda 2030 eres un hereje, un blasfemo

– A lo largo de una generación, el aborto primero se despenalizó y ahora se pretende definir como derecho, por lo tanto, convertirlo en inalienable: nadie podrá oponerse a un «derecho».

– Más que derecho es una presión, porque desde todos los medios de comunicación, la industria cultural, las series de televisión, las canciones, las películas, nos están presentando un modelo de mujer que debe ser independiente, pero que, en realidad, está supeditada a las grandes corporaciones, y por eso no se hacen políticas para la madre, sino que se presiona para el aborto. Se está creando un nuevo modelo de sociedad. Además, se emplea terminología religiosa: en la aprobación de este supuesto derecho en Francia han utilizado la palabra «consagración». «Consagración del derecho al aborto». «Consagración» es un término religioso. Estamos ante una nueva religión que consagra la muerte, que celebra la muerte. Esto es una religión de la muerte; la eutanasia, que va de la mano del aborto en Canadá, donde ya se está hablando de aplicarla a los niños con autismo, a los jóvenes con depresión. A los ancianos. El Fondo Monetario Internacional habla del «riesgo de longevidad»: los ancianos ya no son útiles, no producen y cuestan al Estado. Estamos ante la religión de la muerte. La Agenda 2030 es una antropolítica de la muerte.

– Uno de los efectos de la pandemia ha sido el incremento de actividades digitales. Ahora apenas usamos dinero en efectivo. Aparte, cada vez se limita más por ley el manejo de efectivo.

– La identidad digital que va aparejada al dinero digital es la implantación de la tecnoesclavitud. No solamente van contra la propiedad privada, sino contra tu dinero, contra tu libertad económica, contra tu soberanía económica. Ellos califican a los ciudadanos de confiables y no confiables. Y dependiendo de en qué te gastes el dinero —si se implementa esa identidad digital aparejada al dinero digital—, serás calificado de confiable o no confiable. Serás incluso expulsado de la sociedad. Es lo que yo llamo «la cartilla del esclavo», una cartilla de racionamiento: si has gastado demasiados vales de tu «huella de carbono», ya no vas a poder moverte de tu ciudad. Ciudades de quince minutos absolutamente vigiladas. Además, si no obedeces al Estado, no podrás ni matricularte en una universidad. Aparte, ya se está desarrollando en laboratorio el reconocimiento facial para algunas compañías aéreas. Quien lo diseña es el señor Alex Pentland, un físico computacional que es el director del Departamento de Dinámicas Sociales [Human Dynamics Laboratory] del MIT [Instituto Tecnológico de Massachusetts]; el mismo que está recabando todos los datos de si nos estamos comportando bien, si estamos obedeciendo a la autoridad o no. Este año en Davos se ha hablado acerca de que tienen que educarnos para que votemos a los líderes correctos. En una de sus cartas mensuales antes de Davos, decía el señor Bill Gates que, si él pudiese pedir un deseo, desearía que en este año 2024, con tantos procesos electorales, la gente votase a todos aquellos que estaban desarrollando la Agenda 2030; programas contra el cambio climático y programas contra la pandemia. Ya tienen preparada la próxima pandemia. Ya está hablando el señor Tedros Adhanom, el secretario general de la Organización Mundial de la Salud, de la «Enfermedad X». Esas conmociones de las que hablábamos al principio, el totalitarismo de emergencia. Si no estás con los dogmas de la Agenda 2030 eres un hereje, un blasfemo, un maldito. ¿Qué es lo que nos está diciendo Harari? Harari, que es otro profeta, otro sacerdote del Nuevo Orden Mundial, lleva años diciéndonos que el libre albedrío no existe, que eso es un invento. Y ahora Harari añade lo siguiente: que los derechos humanos no existen, son otro invento.

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