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08 de septiembre de 2024

Lola Mascarell

Lola Mascarell

Lola Mascarell, poeta: «No hace falta vivir grandes aventuras para experimentar la grandeza de estar vivo»

«La vida, su misterio, está en la mirada de alguien que se cruza con nosotros, en el olor del jazmín que nos saluda cada mañana desde el balcón, en el aroma de un guiso que alguien prepara para nosotros», señala la poetisa

Lola Mascarell es una de las jóvenes voces de la poética contemporánea. Sencilla y cercana, describe el misterio de la vida tal y como viene; tal y cómo sucede. La editorial Tusquets ha publicado su nuevo poemario, Préstame tu voz, un canto a la realidad que se nos escapa entre las grietas de la distracción diaria.

–¿Cuándo descubriste que te atraía el lenguaje poético? ¿Cuándo te descubriste poeta?

–Lo descubrí una mañana de verano resolviendo los deberes de aquellos famosos Cuadernos de Vacaciones Santillana. Debía de tener ocho años. El enunciado me pedía que hiciese un poema siguiendo un pie forzado: ayer, hoy y mañana. Cuando lo terminé, se lo enseñé a mi abuela y ella me lo dijo con toda claridad: tú eres poeta. Al día siguiente me regaló una libreta amarilla para que siguiera escribiendo. Desde entonces no he dejado de hacerlo.

Supongo que ser poeta es una manera de estar en el mundo, de estar más atento, de mirar las cosas a través de la luz de la poesía. Así que se puede decir que también me descubrí poeta cuando empecé a leerla. Muy pronto supe que quería formar parte de esa familia, que escribir y leer poesía era mi manera de habitar el mundo.

Lola Mascarell

Lola Mascarell

–¿Qué te inspira o qué te anima a escribir poesía? tu poesía es bastante cotidiana…

Escribo poesía como quien camina. O mejor: necesito caminar para escribir. Andar y ver es mi principal fuente de inspiración. La poesía ocurre en cualquier sitio, a cualquier hora del día, sin necesidad de hacer viajes extraordinarios o vivir experiencias fabulosas. La vida, su misterio, está en la mirada de alguien que se cruza con nosotros, en el olor del jazmín que nos saluda cada mañana desde el balcón, en el aroma de un guiso que alguien prepara para nosotros. No hace falta vivir grandes aventuras para experimentar la grandeza de estar vivo.

La poesía no busca responder a una pregunta, sino aprender a formularla sabiendo que no tiene respuesta

–¿Qué ves en esa cotidianidad que te enciende de tal manera el verbo?

–Veo una continuidad, una rueda que gira sin cesar y que todo lo enlaza, una forma de inmortalidad. La poesía es también una forma de levantar acta, de decir: he estado aquí. La mayor parte de las veces estamos en casa, o en el trabajo, o andando por la calle, o dando un paseo por un jardín. Esos lugares contienen todo lo que podemos desear. ¿Por qué entonces ir a buscarlo más lejos? Una voz que se escucha al otro lado del teléfono, una palabra de aliento, un caracol que camina por la pared del balcón, una gota de rocío temblando en un pétalo, el vaso de agua que nos bebemos cuando tenemos sed, son pequeños universos cotidianos donde brilla el misterio. La poesía no busca responder a una pregunta, sino aprender a formularla sabiendo que no tiene respuesta.

Préstame tu voz (Tusquets)

Préstame tu voz (Tusquets)

Cuidar a alguien puede ser el verdadero sentido de una vida y cuidar a alguien es cuidar también el mundo en el que vive

–¿La maternidad te ha hecho ver mejor aquello que intuías? ¿Te ha hecho, en definitiva, mejor poeta, más incisiva?

–La maternidad ha revolucionado mi vida de una manera que no podía imaginar. Creo que dar vida es uno de los más importantes asuntos filosóficos y me sorprende que no haya ocupado más espacio en la filosofía o en la literatura. Quizás las mujeres estaban demasiado ocupadas en el cuidado de los hijos al que les obligaban las estructuras sociales y económicas, o quizás es que el tema, por femenino, no se consideraba lo suficientemente importante para merecer un ensayo o un poema. Cuidar a alguien puede ser el verdadero sentido de una vida y cuidar a alguien es cuidar también el mundo en el que vive: hacerlo más hermoso, más diáfano, más pausado, es labor de la poesía. Como madre, la poesía me ha hecho también entender por primera vez lo que significa la muerte, experimentar lo que significa tener dos corazones latiendo dentro de ti, comprender que la vida es ahora, en presente, y que no hace falta andar corriendo a producir nada. La maternidad me ha enseñado a pararme más todavía, a fijarme más en ese tiempo maravilloso que ocurre entre las cuatro paredes de la casa.

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