Heroico Damián Castaño, con un torazo de Dolores Aguirre
Corta una oreja en el emocionante final de la Feria de Bilbao
¿En qué se parece lo que hemos visto esta tarde a lo de varias corridas de esta Feria? Por ejemplo, a los blandísimos toros de Daniel Ruiz, que trajeron la decepción y el sopor, en el buen cartel del viernes. Respuesta evidente: en casi nada. Esta tarde, hemos visto toda una señora corrida de Dolores Aguirre: toros de hermosa estampa, muy serios, de juego variado pero que aportan siempre la emoción y la dificultad de la casta. En su comportamiento, muy bueno, el tercero; duro, el segundo; tremendo, el quinto; deslucido, el último. Han sido, de verdad, «toros de Bilbao», a diferencia de varios que se han lidiado en esta Feria. Y el público de esta tarde, que sabía lo que iba a ver, los ha aplaudido de salida a todos, y, a varios, con cierta generosidad, en el arrastre. Toda la tarde, además, se ha atendido mucho a la suerte de varas. Como debe ser.
Con estos toros, Damián Castaño está realmente heroico, corta un trofeo al quinto, que hubieran sido dos, sin duda alguna, si hubiera matado a la primera. Se muestra lidiador Robleño. Salva la papeleta Garrido.
Vuelve a Bilbao después de veinte años Fernando Robleño, torero de Madrid. (Acaban de anunciar que, dentro de poco, confirmará la alternativa en la México). El primero es casi tan alto como el torero: grande, serio, encastado; vuelve rápido, con emoción; repite pero con clara querencia a tablas y pronto se raja. El trasteo es firme, serio, clásico. Mata atravesado, con habilidad.
El cuarto es un precioso burraco, coletero. No humilla pero saca cierta nobleza. Fernando se dobla con torería y le da la lidia adecuada, sin molestarle, a media altura. Un detalle: suena la música, el diestro hace señas de que calle porque no es una faena tan lucida pero la Banda no se entera: ¡hay que estar más atento! El público ha ido entrando en el trasteo, propio de un matador maduro, con gran conocimiento, pero, como tantas veces, la espada frena su triunfo.
Salto el orden de lidia. El extremeño José Garrido forjó en Bilbao el comienzo de su carrera. El tercero, Cigarrero (de una conocida reata), luce una estampa espectacular. Según la reseña, es bragado, corrido, axiblanco, gargantillo y girón, ¡nada menos! Lo recibe Garrido con buenas verónicas; resbala en la cara del toro y él mismo se hace el quite, con el capote, desde el suelo. Comienza con ayudados por alto clásicos. El toro va muy bien por la derecha, repite con nobleza, incluso hace el avión. Garrido no llega a cuajarlo. Cuando coge la espada, queda la sensación de que el toro tenía más. Y mata muy mal, entrando de lejos, sin estrecharse.
El último es el más deslucido: menos toro, pero my astifino. Por su poca fuerza, echa las manos por delante. Le pican poco, espera en banderillas. En la muleta, tiene el viaje corto, vuelve muy rápido, es tobillero. Esta vez, Garrido sólo puede mostrar su oficio para librarse del percance y se lo quita de delante a la primera.
Reciben con una ovación al salmantino Damián Castaño: el año pasado, con estos mismos toros, bajo la lluvia, tuvo una gran actuación y los aficionados lo recuerdan. El segundo, muy serio, acude al caballo metiendo los riñones y levantando el rabo: lo pica bien el gran Tito Sandoval. Se luce en la lidia Antonio Chacón. En la muleta, embiste con fiereza: nada que ver con lo que suelen torear las figuras. Con la montera puesta, Damián logra algunos naturales con emoción; por la derecha, el toro queda corto. Tiene mérito el trasteo valiente, con oficio, ante un toro que da verdadero miedo. La faena es corta y la remata mal, con un espadazo que hace guardia.
Devuelven por flojo el quinto y sale un sobrero que algunos estaban deseando ver: un torazo con más de seiscientos kilos, alto, largo, que impresiona. Sale abanto, hace hilo y ha de tirarse el diestro al callejón (una estampa que parece de otra época). Lo pican tapándole la salida pero no lo suficiente. Pasan apuros los banderilleros. Lo brinda Damián Castaño al Club Taurino Tres Puyazos, un grupo de aficionados exigentes, que organizan cada año una feria en San Agustín de Guadalix, para ver los toros que ellos prefieren. La faena de Damián es una auténtica lucha épica por los dos lados, jugándose el tipo de verdad, con gran valor. Y, para asombro de todos, ¡hasta le saca algún muletazo relajado! Ha puesto al público en pie, entusiasmado. Por pinchar una vez, no corta las seguras dos orejas. Acierta a la segunda: ¿cómo no darle un trofeo?
Sin demagogias, hemos vivido una tarde realmente memorable, con los toros de Dolores Aguirre y el valor heroico de Damián Castaño. Enhorabuena a la ganadera, la hija de la recordada Dolores, y al torero: ha sido un emocionante final de Feria. Ésa es, sencillamente, la verdad de la Fiesta: lo que tantas tardes, con carteles de mucho más relumbrón, echamos de menos.
FICHA
- BILBAO. Plaza de Toros de Vista Alegre. Corridas Generales. Buena entrada. Toros de Dolores Aguirre (5º, sobrero): muy serios, de hermosa estampa, encastados, de juego variado, emocionantes.
- FERNANDO ROBLEÑO, de champán y oro con cabos negros, estocada atravesada (saludos). En el cuarto, 5 pinchazos (aviso, silencio).
- DAMIÁN CASTAÑO, de azul azafata y oro, estocada que hace guardia (silencio). En el quinto, pinchazo y estocada delantera (oreja).
- JOSÉ GARRIDO, de azul pavo y oro, 5 pinchazos, media tendida y 4 descabellos (aviso, silencio). En el sexto, estocada trasera contraria (palmas).