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Imagen de archivo de Michael Ende

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Se cumplen 45 años de ‘La historia interminable’, uno de los libros más crípticos de la literatura juvenil

La influencia de la novela de Michael Ende sigue creciendo año tras año y auspiciando debates sobre el significado de su contenido metafísico

La historia de Bastian, Atreyu y la Emperatriz Infantil y su lucha por salvar el reino de Fantasía de la acción destructora de la Nada y su avance que, metro a metro, devora el mundo entero dejando tras de sí el vacío más absoluto, cautivó a millones de jóvenes y adultos desde la publicación de La historia interminable en septiembre de 1979.

En España se publicó unos años más tarde, en 1982, pero, aun así, su influencia en nuestro país ha sido enorme.

La fama del libro aumentó tras la —muy criticada en su momento, pero hoy convertida en un clásico— adaptación cinematográfica firmada por Wolfgang Petersen en 1984.

Con todo, la importancia del libro del escritor alemán Michael Ende no ha dejado de crecer año tras año.

La historia interminable es una novela juvenil, y así quedó encasillada. Sin embargo, los temas tratados por Ende son de importancia universal, lo que ha convertido el libro en un clásico que todo adulto debe leer.

Cubierta de 'La historia interminable' de Michael Ende

Cubierta de 'La historia interminable' de Michael EndeAlfaguara

Tras su disfraz de cuento de fantasía para niños y jóvenes, Ende escondió una profunda reflexión metafísica sobre las ideas nihilistas y pesimistas que ya dominaban Europa y el mundo occidental en su momento y que hoy, lamentablemente, han eclosionado en ideologías tan perversas y antihumanistas como la ideología woke o su hermana la ideología de género.

Estas ideologías dejan tras de sí la más absoluta «nada», esa misma Nada que en la novela de Ende devora el reino de Fantasía ante la impotencia y la desesperación de sus habitantes, y que destruye todo lo bello y bueno que en ella existía.

En ese sentido, Ende fue un profeta que vio venir en los años 70 el mundo que tenemos hoy. Algo que también logró en otra de sus novelas «infantiles» para adultos, Momo, donde, al más puro estilo de Orwell en 1984, visionó un mundo regido por ideologías totalitarias y liberticidas para beneficio de unas pocas élites egoístas que se escudan tras un bien común que tratan de destruir.

La historia interminable, sin embargo, es también un canto a la esperanza, y su argumento contiene muchos paralelismos con la historia cristiana de la salvación.

El reino de Fantasía y su salvación frente a la voraz Nada depende de la acción de un niño desconocido y frágil, un débil entre los débiles que esconde, sin saberlo, el poder de transformar las cosas.

Al final, con la acción destructora de la Nada, Fantasía queda reducida a un simple grano de arena. Eso es todo lo que queda del reino de la Emperatriz infantil. Un grano que se ha salvado gracias a un acto de fe protagonizado por Bastian.

Un Bastian que, salvador del Reino de Fantasía, tiene a partir de entonces el poder de reconstruirlo a través de sus deseos. Pero, del mismo modo que los buenos deseos de Bastian ensanchan Fantasía, los malos deseos la destruyen, lo que introduce una batalla, esta vez moral, dentro del protagonista que le lleva a comprender cuál es la mayor acción posible de justicia.

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