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16 de septiembre de 2024

Inger Enkvist durante la entrevista con El Debate

Inger Enkvist durante la entrevista con El DebatePaula Andrade

Inger Enkvist: «La Segunda República cae porque no era realmente democrática»

La hispanista y pedagoga sueca cree que existen paralelismos entre la Segunda República y el actual gobierno de Pedro Sánchez

Inger Enkvist es historiadora, pedagoga, hispanista y escritora sueca. Llega a España con el libro El naufragio de la Segunda República. Una democracia sin demócratas (La Esfera de los Libros).

Catedrática de filología española en la Universidad de Lund y asesora del Ministerio de Educación sueco, en los últimos años ha saltado a la prensa española por sus opiniones sobre el sistema educativo español.

El Debate ha mantenido una conversación con ella en la que ha demostrado tener unos conocimientos asombrosos sobre la historia reciente de nuestro país y los problemas de la educación en España.

–¿Cómo de democrática era la Segunda República? ¿Tenía un pecado original por el modo en que se proclamó y se redactó su Constitución?

–La Segunda República empezó muy mal porque no es un régimen consecuencia de unas elecciones, sino que, como sabe todo el mundo, las elecciones fueron unas elecciones municipales y dieron la victoria a los monárquicos.

Por lo tanto, no hay una relación clara entre esas elecciones y un gobierno republicano y bastante radical.

Hay un vacío entre las elecciones y el gobierno que resultó de todo aquello. Así que empieza mal. Había una falta de claridad en el derecho del gobierno de actuar como actuaron.

Sabemos que Azaña intentó anular las elecciones

Por otro lado, es algo muy interesante que se haya utilizado la Segunda República como ejemplo de algo especialmente democrático, porque hay signos de interrogación de forma constante.

Lo más llamativos es que los ministros más conocidos no eran muy democráticos, en el sentido de apoyarse en elecciones para saber qué es lo que quiere la población, sino que pensaban que el poder debía ser suyo de cualquier modo.

Resulta chocante que en noviembre de 1933 el gobierno pierde las elecciones y entra a gobernar un gobierno de centro derecha, y los que habían sido ministros no aceptan perder unas elecciones.

Y no puede haber democracia si no se acepta perder cuando tu adversario obtiene más votos. Es el mecanismo mismo de la democracia. Y sabemos que Azaña intentó anular las elecciones, y Prieto y Largo Caballero empezaron a preparar la sublevación militar del año siguiente.

Eso es increíble. Unos ministros de un régimen democrático que pierden unas elecciones no pueden pretender anular el resultado de esas elecciones y no pueden preparar una rebelión militar. Es inconcebible.

–¿Por qué cae la Segunda República?

–La Segunda República cae porque primero no era realmente democrática, no respeta la ley, no mantiene la ley y la seguridad en la calle. Resultaron muy importantes (para el fracaso de la República) las maniobras del presidente Alcalá Zamora, que tenía mucho poder, según la Constitución, y utiliza ese poder para intentar cambiar el gobierno.

Había una mayoría parlamentaria de centro derecha y se podría haber continuado con el gobierno de Lerroux, pero el presidente de la República y antiguos ministros participan en maniobras semisecretas para debilitar al gobierno.

La República cae por la inercia de las malas decisiones de las personas en el poder

Alcalá Zamora nombra presidentes del Consejo que no tienen mayoría en el Parlamento. Se sabe que eso no puede funcionar. Teniendo una mayoría hace caso omiso de la mayoría que existe e intenta nombrar a otros de presidentes.

Finalmente, no funciona esta idea suya y tiene que convocar nuevas elecciones. Entonces es él quien precipita lo que ocurrió después en primavera de 1936,

La República cae por la inercia de las malas decisiones de las personas en el poder y, en particular, por la actuación de Alcalá Zamora. Como dice Lerorux, no hay explicación ni tampoco hay disculpa a cómo actuó Alcalá Zamora. Me sorprende que Alcalá Zamora y también Azaña escapen de una crítica más dura.

–¿Existe un paralelismo entre la Segunda República y la España de Pedro Sánchez?

–Sí, existe un paralelismo, pero no voy a decir todos los paralelismos que se pueden ver o vislumbrar. Por ejemplo, se puede mencionar el tono muy duro que se utilizó en la vida política y en el Parlamento, eso de ir insultándose, utilizando expresiones hirientes contra el adversario, y la idea de cancelar al otro, la cultura de la cancelación, intentar deshacerse del otro por diferentes motivos, y lo vemos claro en particular durante la primavera del 36. Porque la vida parlamentaria de los últimos meses de la Segunda República son muy tristes de observar.

–Usted es pedagoga, hablemos ahora de educación y de los efectos de la ideología en ella. Empecemos por una pregunta general: ¿Por qué fracasan en España todas las leyes educativas?

–Porque se han introducido unos modelos que no solamente fracasan en España, sino que fracasan en cualquier país. Me refiero a la idea de la educación progresista, nueva educación, nueva pedagogía, que es una idea basada en el igualitarismo combinado con la ausencia de exigencia, de esfuerzo. El deseo de que todos los alumnos salgan iguales es tan fuerza que no se exige esfuerzo, no se hacen exámenes, no se aprovechan bien el tiempo.

Como consecuencia, hay desordenes en las aulas, es menos atractivo ser profesor, no se atrae a los más idóneos a la profesión docente y empiezan a bajar los resultados.

Las diferentes leyes han fracasado porque no han cambiado esa idea fundamental de una talla para todos

Es un proceso gradual, el deterioro no se ve de inmediato. En cuanto se toma una decisión (equivocada) y en un horizonte de 10 o 15 años se empieza a ver que se van los mejores profesores.

Cuando pasa el tiempo, también los padres de los alumnos han pasado pr ese nuevo régimen y son más indulgentes hacia sus hijos, exigen menos en casa, hay menos orden en la casa… Los nuevos profesores también han pasado por ese método, se han exigido menos y en la formación docente se exige menos… Es todo un proceso y hay que pensar en 20 o 25 años para que se vean todos los resultados de una decisión.

Lo más llamativo en España es la ley Logse de 1990. En Suecia tenemos una ley similar de 1962, en Gran Bretaña también hay una ley similar, en Francia hay una ley así, y se llama en general ley de colegio único.

Lo fundamental de estas leyes es que los alumnos estén con el mismo currículo, en el mismo grupo hasta los 16 años y que estudien las mismas cosas al mismo ritmo. Es un método que se llama una talla para todos y el propósito es obtener un tipo de justicia social.

¿Por qué fracasa? Porque los alumnos son diferentes, y eso es lo que no se quiere admitir.

Antes se exigía más y funcionaba mejor. Los países asiáticos aplican más exigencia a todos y los resultados son mejores. Si el programa es el mismo para todos y no se exige, el resultado es decepcionante. Esto no es solamente un fenómeno español, así funciona en todos sitios.

Las diferentes leyes han fracasado porque no han cambiado esa idea fundamental de una talla para todos. Si se mantiene ese modelo y solo se hacen pequeños cambios en la superficie, no cambia nada en el fondo.

Yo he estudiado el fracaso de este modelo en diferentes modelos occidentales y veo que en España introduce un modelo que ya se sabe que ha fracasado.

–Vivimos en tiempos de ofensiva de la ideología woke. ¿De qué manera se está introduciendo es ideología en las nuevas generaciones?

–Lamentablemente se introduce masivamente por todos los canales que existen, y podemos empezar por la escuela. Son muchos los países que ponen en sus currículos las teorías de género, las teorías multiculturalistas, la educación sexual y, con ella, una discusión sobre la homosexualidad.

Es algo que 20 años no hubiéramos pensado que fuera posible. Los gobiernos lo introducen en los currículos y obligan a los profesores a enseñarlo y obligan a los editores a introducirlo en los libros de texto.

En las universidades no solamente se introduce en las diferentes materias, sino que se crean materias especiales: estudios de género, estudios de etnicidad, estudios de esto y de lo otro.

Es muy difícil que los profesores e investigadores digan algo, porque temen por su puesto, temen ser cancelados

Es un tipo de corrupción en la universidad. La universidad se fundó para investigar sobre lo que era verdad y enseñar lo que se demostró que era verdad.

Si se establecen institutos, facultades especiales sobre teorías o ideologías, es decir, algo no comprobado, entonces eso va contra la ética de la universidad.

Y en ese sentido es una corrupción de la idea misma de la misión de la universidad. En la vida práctica en la universidad obliga a los colegas de otras asignaturas a negociar con esas facultades ideologizadas, a compartir el dinero de la investigación, a competir con ellos.

Después de establecerse, los que representan a estas disciplinas pueden exigir dinero para investigación, que se creen cursos, que haya becas de doctorando, que pueda haber revistas especializadas para esas nuevas materias, y ahí se cierra el círculo, porque los investigadores y profesores pueden publicar sus trabajos en esas revistas y utilizar esos textos como merito, evaluarse los unos a los otros, ser miembros de los jurados para elegir un puesto…

Lo que era la manera de comprobar la calidad del trabajo universitario, de investigación o de enseñanza, ya no funciona como antes, porque ya no se basa en esos resultados comprobados y aceptados por todos.

Y eso es corrupción. Aquí hay un dinero que no se ve porque va a través de los presupuestos y lo que va a las asignaturas de este tipo (con sesgo woke), no va a otras asignaturas que se podrían haber utilizado mejor ese dinero.

Es muy difícil que los profesores e investigadores digan algo, porque temen por su puesto, temen ser cancelados o ser objeto de un ataque de críticas o de odio.

Hemos hablado de la escuela, hemos hablado de la universidad, después viene la prensa, los medios de comunicación y el mundo del entretenimiento, que tiene mucha fuerza: Hollywood, Netflix…, Almodóvar. Con Almodóvar España tiene una plaza pionera (en materia woke). Antes solíamos admirar las series de la BBC, porque eran muy buenas, pero la propaganda woke ahora es muy fuerte.

–¿Cómo afecta lo woke al proceso de aprendizaje?

–El primer paso es que quita espacio a otras materias que serían más provechosas para el alumno.

Luego, introduce ideas no basadas en una investigación o una observación que se puedan comprobar. Con esto nos alejamos de un empirismo. De pronto, no debemos decir lo que podemos comprobar todos. Eso es un paso atrás gigantesco.

En las teorías woke hay un fuerte elemento de sentimentalismo, de compasión, pero una compasión de tipo político que tiene que ver con virtudes, pero tan sesgadas que lo que sale es más algo político que algo ético.

La gran palabra ahora es «víctima». Quien pueda presentarse como víctima desde alguna perspectiva, supuestamente tiene derecho a nuestra compasión

La gran palabra ahora es «víctima». Quien pueda presentarse como víctima desde alguna perspectiva, supuestamente tiene derecho a nuestra compasión y son como intocables, se ven como heroicos, como ejemplos. Es el mundo al revés, porque ser víctima no garantiza que esta persona sea más ética que otra. Es algo que no tiene relación.

Lo woke introduce elementos no racionales en muchos campos y por eso corrompe y oculta nuestras sociedades, que hay que llamarlas avanzadas.

Probablemente tiene que ver con el nivel de desarrollo, porque las sociedades menos desarrolladas no se dan el lujo de introducir estas ideas.

Muchos han dicho que Rusia, China o los países musulmanes para anda introducen estas ideas, sino que miran con asombro que occidente se está dañando a sí mismo a través de estas teorías.

Muchos han visto que viene dinero de Rusia a apoyar esos movimientos porque le conviene a Rusia que los occidentales se dividan. Ahora, en las recientes manifestaciones, hemos visto un apoyo digital de países como Irán a los estudiantes que protestan porque a Irán le conviene que los occidentales se dividan.

Por lo tanto, es muy peligroso. (La ideología woke) no es solo un capricho que pasará, sino que antes de que pase puede hacernos mucho daño.

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