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17 de septiembre de 2024

Panorámica de la localidad de Malula, en Siria, uno de los últimos lugares donde se habla arameo

Panorámica de la localidad de Malula, en Siria, uno de los últimos lugares donde se habla arameoWikipedia

Fue la lengua de Jesús y hoy sobrevive contra todo pronóstico en pequeños núcleos

Los últimos hablantes de arameo sobreviven con grandes dificultades en un contexto nada favorable para la continuidad de su idioma

Medir la importancia de una lengua por su antigüedad es un sinsentido desde el momento en el que todas las lenguas actuales, desde las más habladas hasta las más minoritarias, son el resultado de una compleja y larga evolución.

Los nacionalistas vascos presumen de que el vascuence es la lengua más antigua de Europa, sin embargo, es poco probable que un vascoparlante de hoy pudiera entenderse en su idioma materno con un vascoparlante del siglo I.

Del mismo modo, en Grecia presumen de hablar la misma lengua que hablaba Homero, cuando tampoco es probable que el legendario poeta autor de la Ilíada y la Odisea pudiera comunicarse en el idioma actual de la administración helénica.

Siguiendo la argumentación de los nacionalistas lingüísticos, los españoles, al igual que los franceses, los portugueses y, por supuesto, los italianos, podríamos presumir de hablar un latín con pedigrí. ¿Significa eso que podríamos mantener una animada conversación de barra de bar con Julio César? Es obvio que no.

¿A qué viene toda esta perorata? Pues viene a cuento de que entre todas las lenguas –todas con su desarrollo histórico que se remonta a los orígenes de la civilización– hay algunas que sí son un milagro histórico, su forma actual es el resultado de un proceso de «fosilización lingüística» y su pérdida sería un daño lamentable, aunque, casi siempre, inevitable.

Hablemos, en concreto, del idioma arameo. O, mejor dicho, el conjunto de dialectos arameos.

El arameo es una lengua semítica, muy cercana al idioma de los antiguos fenicios, prima hermana del hebreo y del árabe, y, lo más importante, fue la lengua materna de Jesucristo.

El norte del antiguo Israel, lo que hoy se corresponde con Galilea, estaba sometida a una fuerte influencia fenicia, por lo que compartían idioma. En el Antiguo Testamento incluso se habla de que las tribus norteñas de Israel cayeron en el paganismo como resultado de la influencia de los cananeos (pueblo fenicio) y Dios los castigó por su infidelidad.

El arameo llegó a ser la lengua más importante de Oriente Medio durante gran parte de la Edad Antigua, entró en decadencia y sobrevivió a lo largo de los siglos acosada por el auge de las lenguas túrquica, árabe, persa que la acosaron y minorizaron.

Con todo, ha llegado hasta nuestros días, aunque su desaparición como lengua moderna, parece sentenciada.

El arameo sobrevive en pequeños núcleos de comunidades de hablantes de unas pocas decenas o centenares cada uno en Oriente Medio. Son comunidades muy distanciadas geográficamente, repartidas en diferentes países, con regímenes muy distintos y con idiomas oficiales que no tienen nada que ver.

Hay núcleos actuales de arameo en Israel, en Líbano, en Siria, en Irak, en Irán y en Turquía, principalmente.

El arameo es idioma litúrgico de la Iglesia ortodoxa Siríaca y de la Iglesia Católica Maronita.

Sus principales amenazas son el empuje de las lenguas vehiculares de sus respectivos países –el hebreo, el árabe, el persa, el turco–, la falta de una unidad lingüística –más que un idioma arameo habría que hablar de varios dialectos arameos– y la desintegración de las comunidades de hablantes como consecuencia de las guerras, la represión y el fanatismo étnico-religioso.

De todas estas comunidades, si hay una particularmente emblemática, considerada por muchos como «capital» del arameo por su particular simbolismo, es la localidad siria de Maalula, donde sobrevive un arameo encuadrado en el bloque occidental moderno.

Esta antigua comunidad cristiana, cuyo origen se remonta a la primera expansión del cristianismo, cincelada en la piedra arenisca de sus barrancos, con históricos monasterios ortodoxos colgando de los riscos, acogía hasta 2013 una de las más antiguas comunidades cristianas de Oriente Medio.

Su monasterio de Santa Tecla está considerado uno de los lugares más santos de Oriente Medio, y un centro de peregrinación tanto para cristianos como para musulmanes sirios.

Sin embargo, Maalula y sus habitantes fueron duramente golpeados por la guerra civil siria, aún en curso.

La localidad, habitada por unos pocos miles de vecinos, fue ocupada por milicias terroristas de Al Qaeda en 2013, expulsaron a los religiosos y religiosas cristianos, secuestraron a 12 monjas, asesinaron a los habitantes que se negaron a someterse al poder islámico y la comunidad se dispersó en una huida desesperada del terror yihadista.

El Ejército regular sirio reconquistó la ciudad en 2014. Lo que se encontraron fue una ciudad abandonada por sus habitantes, gran parte de su patrimonio y herencia cultural destruido o saqueado y una comunidad dispersada.

Desde entonces, Maalula ha ido recuperando poco a poco a su población superviviente. Los religiosos y religiosas cristianos regresaron y repararon los monasterios y el arameo litúrgico volvió a sonar en sus iglesias y el moderno en sus calles.

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