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Kafka, Tolstoi y Delibes

Cinco escritores míticos que nunca ganaron el Nobel

Más de ciento veinte años de historia no son suficientes para evitar que grandes escritores de la literatura universal se quedaran sin ganar el premio de la Academia sueca

Por muchos que sean ciento veinte años de historia no son suficientes para evitar que grandes escritores de la literatura universal se quedaran sin ganar el Premio Nobel. Por el camino los intereses, las corrientes o la actualidad del momento dejaron en la orilla nombres impresionantes que en su momento también lo eran entre el público. Auténticos ídolos y no semidesconocidos como muchos de los premiados de la actualidad se quedaron fuera. Este es un repóker de monstruos de la literatura sin premio:

Leon Tolstoi

El realismo de sus novelas y cuentos monumentales como Guerra y paz, Ana Karenina o La muerte de Ivan Ilich le convirtieron en un icono de la Rusia lectora y amante de la literatura del XIX. Seguro que el aristócrata estaba en el punto de mira de la Academia sueca hasta que su viraje personal (fundó su propia religión por la que cada vez fue renunciando más a su pasado) quizá fue el gran motivo de su no consideración.

James Joyce

Al irlandés los jóvenes escritores de todos los países que vivían en París a principios del siglo XX le veneraban como a un Dios. El joven Hemingway le solía preguntar a su amiga librera y editora de Ulises y benefactora absoluta del de Dublín, que a qué hora solía pasarse el ídolo por la librería. También contó que le observaba desde fuera, a través de los cristales, cuando Joyce cenaba con su familia en algún restaurante. Quizá fue el escándalo de Ulises lo que le cerró las puertas del galardón.

Franz Kafka

En realidad el escritor checo nunca fue considerado para el premio porque su obra pasó desapercibida durante su corta y a menudo penosa existencia que reflejó en sus obras. Lo kafkiano ha quedado como sinónimo de lo inquietante y de lo carente de lógica. Sus novelas El proceso o La metamorfosis son buena prueba de ello, además de un reflejo de la íntima sociedad de entonces y todavía de hoy.

Jorge Luis Borges

En 1967 se hablaba fuerte de que el argentino conseguiría el premio, pero ganó Miguel Ángel Asturias. Según unos informes desclasificados de aquel año, desvelados por un periódico sueco, el presidente del jurado del Nobel sentenció en su contra: «Es demasiado exclusivo o artificial en su ingenioso arte en miniatura». Siguió siendo candidato durante muchos años hasta que, según cuenta su viuda, María Kodama, fueron unas palabras brevemente elogiosas a Pinochet las que lo vetaron definitivamente.

Miguel Delibes

Durante los últimos años de su vida fue candidato eterno. Pero cuando se lo concedieron a Cela en 1989, supo que nunca lo ganaría. Algo que nunca le importó. Le parecía «un coñazo» si lo hubiera recibido, por tener que ir hasta Suecia, la ceremonia, las entrevistas, lejos de su casa y de su campo. Hasta el último momento fue candidato al premio, probablemente el único que no ganó.