Jay Gatsby era el prototipo del nuevo rico que Fitzgerald odiaba ser y que al final acaba destruido por una sociedad que no le acepta. El sueño americano, las flappers, la vida alegre antes del crack. Una destrucción muy distinta a la del autor, pero de algún modo muy cierto paralela: el declive, el ocaso, al agotamiento por no alcanzar lo soñado que acabaron con Gatsby y con Fitzgerald, que escribe al final de su excelso fracaso, por boca del encantador Nick Carraway: «Gatsby creía en la luz verde, el orgiástico futuro que, año tras año, aparece ante nosotros... Nos esquiva, pero no importa; mañana correremos más de prisa, abriremos los brazos, y... un buen día...
Y así vamos adelante, botes que reman contra la corriente, incesantemente arrastrados hacia el pasado».