¿Qué es la «sympátheia», la aspiración estoica que puede ayudarnos a olvidar la tristeza?
El estoicismo es el mástil al que se agarra Ulises en La Odisea para resistir la atracción de las sirenas, siendo Ulises el hombre moderno y el mástil la filosofía
El estoicismo está mucho más que de moda. No es una prenda que se vuelve a llevar, sino una forma de pensar que nunca se fue y ahora se extiende silenciosa y también ruidosamente bajo otros nombres y otras formas. Es la filosofía que se contagia de pensamiento en pensamiento y de obra en obra. Es la teoría en la que muchos atisban el secreto de la felicidad, del bienestar en la vida, en el trabajo, en las relaciones o en el propio ser.
Distancia de las emociones
El estoicismo es el mástil al que se agarra Ulises en La Odisea para resistir la atracción de las sirenas, siendo Ulises el hombre moderno y el mástil la filosofía inasible. Qué grandeza la de los antiguos griegos, la de Homero que escribió la historia de los hombres a través de los mitos y la de los filósofos que descendieron hasta las profundidades de esos hombres para mostrárnoslos con sencillez, esencialmente desnudos para que todos podamos observarlos con naturalidad.
Más de dos mil años después siguen aquí, incluso con mayor fuerza. Como si esta fuerza fuese inagotable y solo descansara en medio de las décadas para volver a mostrarse con todo su poder irresistible: los principios del estoicismo que nos hablan de una vida virtuosa que pretende la perfección y aspira a la felicidad en todos los sentidos como pretende la «sympátheia», la parte de la idea estoica que se ocupa de marcar las distancias con las emociones que nos limitan.
Simpatía y «sympátheia»
La tristeza es una de ellas. Y la «sympátheia» es la simpatía que viene del griego y que significa «comunidad de sentimientos», según la RAE. El DRAE lo define como «inclinación afectiva». Pero la «comunidad de sentimientos» de los antiguos griegos «solo» habla de correspondencia, sin «afecto» por ser este una emoción que el estoico siempre pretende controlar o alejar si está fuera de su control. La «sympátheia», como la simpatía, es una forma de mirar las cosas.
Se puede ser simpático o ser antipático. El simpático mira de una manera y el antipático de otra. El simpático de alguna forma trasciende a los obstáculos que limitan al antipático, trasciende al propio ser, al propio individuo, le supera para alcanzar la interconexión elevada que une a todos los hombres: un poco el lugar donde está el secreto de la felicidad o de lo más parecido a la felicidad o de la visión de la felicidad que atrae a los hombres como anhelo último.
La forma de mirar
La simpatía por alguien nos conecta con ese alguien y del mismo modo la «sympátheia» nos conecta no con alguien sino con todos, con la esencia del ser humano que en este caso puede mirar a la tristeza de otro modo, puede transformarla en una emoción sin afecto y sin efecto. El simpático lo es con todos los hombres y el «sympátheico» lo es con todas las emociones.
Marco Aurelio escribió en sus Meditaciones que «todas las cosas están entretejidas entre sí y, por lo tanto, tienen afinidad entre sí». La conclusión de los estoicos es que todos respiramos el mismo aire y venimos del mismo lugar, lo que nos diferencia es el modo en que pensamos, como dijo Epicteto en su Manual de vida: «No son las cosas las que nos perturban, sino nuestra interpretación de su significado», también el significado de la tristeza.