Fundado en 1910
Donald Trump la noche de su victoria electoral

Donald Trump la noche de su victoria electoralAFP

La victoria de Trump en EE.UU. certifica el fin de la «era woke» en las democracias occidentales

La agenda woke se ha mostrado como liberticida, autoritaria y antihumanista, lo que a la postre ha ocasionado la derrota de su agenda

A la previsible victoria de Donald Trump en las elecciones en Estados Unidos le ha seguido el previsible estallido de histeria en la izquierda estadounidense y global.

Se ha escuchado de todo. Desde que Trump desatará una «guerra contra las mujeres», que denunció la cantante estadounidense Billie Eilish pasando por toda clase de vaticinios apocalípticos.

Sin embargo, lo único que ha ocurrido en Estados Unidos es que ha ganado el candidato del Partido Republicano, que ejercerá el poder de forma legítima durante los próximos cuatro años y, finalizado su mandato, habrá nuevas elecciones de las que saldrá un nuevo presidente republicano o demócrata, según las preferencias de los votantes cuando llegue el momento.

Y otra certeza: la victoria de Donald Trump trae con ella la derrota de la cultura woke que, a estas alturas, ya se puede decir que ha fracasado en su intento de imponerse en todo el mundo.

Cierto que el daño hecho por la ideología woke ha sido muy grande, y sus efectos perniciosos se seguirán notando durante años, sobre todo en Europa. Pero la marejada woke dejará paso a una retirada de aguas, y entonces podrá evaluarse el alcance real de los daños.

Pero que el período woke ha llegado a su fin es una evidencia que queda reflejada en la decisión de numerosas empresas en Estados Unidos de abandonar las agendas ideológicas y centrarse en sus negocios si mirar el pie del que cojean sus empleados y clientes.

Informaba El Debate hace unos meses de que empresas estadounidenses como Jack Daniel's, Harley-Davidson, Ford Motor o John Deere habían decidido apearse del tren de la ideología woke.

La tendencia sigue en esa dirección, y cada vez con un viento de cola más fuerte. Elon Musk, dueño de Tesla, Space X o Twitter, se ha convertido en una de las principales voces contra la agenda woke, en parte porque su propia familia ha sido víctima de las consecuencias de esta familia.

La cultura de la cancelación y otras prácticas propias de sistemas autoritarios o, incluso, directamente totalitarios, para tratar de imponer una serie de puntos de vista sobre temas que generan muy poco consenso terminó por sepultar la agenda woke.

Era evidente que antes o después las prácticas woke terminarían chocando contra los principios democráticos en los que se sustentan regímenes de libertades como Estados Unidos, Reino Unido o los Estados miembro de la Unión Europea. Y eso es, exactamente, lo que ha sucedido.

No se trata de un cambio trivial o anecdótico. La ideología woke nació en Estados Unidos, sus grandes promotores lograron que muchas de las universidades más prestigiosas del país y las principales multinacionales con sede en Estados Unidos la asumieran, la incluyeran en sus programas, ya fueran de estudios o de negocios, y la promocionaran y divulgaran por todo el mundo con un potente respaldo financiero que hiciera imposible resistirse a la agenda.

Ahora, ese castillo se ha desmoronado. La agenda woke ha perdido su apoyo institucional al perder la Casa Blanca, las grandes empresas han renunciado a ella y las universidades empiezan a replantearse sus agendas ideológicas ante la contestación de parte del alumnado y las denuncias de falta de libertad de pensamiento en los campus.

Si lo woke acaba derrotado en Estados Unidos, ya no tendrá la base sólida desde donde se impulsó a Europa y al resto del mundo. Habrá que ver si es el fin de la historia woke o un circunstancial movimiento pendular.

comentarios
tracking