Javier Cercas: «Hoy un escritor de verdad puede ser cualquier cosa, menos un idiota»
El autor de Soldados de Salamina ingresa en la Real Academia Española con un homenaje a su predecesor, Javier Marías
La solemnidad de los actos de la Real Academia Española y, en particular, el acto de ingreso en el templo de la lengua española, está revestido de una solemnidad que puede abrumar.
Javier Cercas, sin embargo, accedió al gran salón de actos de la RAE este domingo para tomar posesión de la silla R como académico de la lengua, con una humildad que desarma.
El nuevo académico de la lengua Javier Cercas toma el relevo de Javier Marías, a quien dedicó toda la primera mitad de su discurso de ingreso.
Cercas cubrió los pasos que le separaban de la entrada del salón al estrado desde donde leería su discurso y tomaría los laureles de la Academia, sin la necesidad de ningún siervo que le susurrara aquel «recuerda que eres mortal».
Esa humildad del autor de Soldados de Salamina quedó subrayada cuando se refirió a la institución de la Real Academia Española como una «vieja congregación de lectores expertos».
Cervantes nunca hubiera ganado el premio CervantesAcadémico de la RAE
Porque, para Cercas, lo esencial de los libros, de las letras, de la literatura, es que haya lectores que lean. «El protagonista del Quijote es un lector», recordó
«El protagonista de la lectura es el lector, que es quien termina los libros. Un libro sin lectores es letra muerta», afirmó. «Una novela es una partitura y es el lector el que la interpreta y cada lector la interpreta a su manera y en eso consiste el embrujo o gran parte del embrujo de la literatura».
De hecho, Cercas, en su discurso, ha dejado varias frases memorables: «Cervantes nunca hubiera ganado el premio Cervantes». «Hoy un escritor de verdad puede ser cualquier cosa, menos un idiota».
«El público no existe, es sólo una abstracción. Lo único que existe son los lectores concretos». «Un escritor de verdad solo escribe lo que lleva en las entrañas». «Los grandes escritores no reflejan la realidad, ni siquiera la recrean. Los grandes escritores la inventan». Todas ellas frases para enmarcar.
Cercas trató también desmontar la creencia de que una novela de éxito es una mala novela y recordó que grandes clásicos de la literatura como Cervantes, Shakespeare o grandes escritores decimonónicos, como Dickens, gozaron de una enorme popularidad.
El nuevo académico, que subrayó el «gran honor» y la «gran responsabilidad» al ingresar en la RAE, quiso homenajear a Javier Marías, «de cuya herencia excepcional trataré de hacerme cargo a partir de hoy».
«A penas lo conocí personalmente, de hecho, no conversé con él más que en una ocasión, muy cerca de esta casa, en el Parque del Retiro. Marías se había construido una reputación de hombre difícil, pero la verdad es que aquel día todo fue muy fácil entre nosotros, como l fue en la breve correspondencia que mantuvimos en sus últimos años de vida en la que vislumbré a una persona afectuosa y cabal», desveló.
Aseguró que «Marías fue uno de los grandes novelistas españoles del último siglo. Tal vez uno de los grandes novelistas españoles, a secas. Sus novelas cosecharon muchísimos lectores en todo el mundo y gozaron de una reputación internacional con muy pocos precedentes en nuestra narrativa».
«Sus dos primeras novelas, Los dominios del lobo y Travesía del horizonte, se publicaron cuando él contaba 20 y 21 años, respectivamente. Aunque se tratan de dos joyas que sorprenderán a quienes tengan la fortuna de no haberlas leído, es lógico que puedan interpretarse ahora, retrospectivamente, como un prólogo juvenil a la obra de madurez del escritor».
«Marías es un psicólogo sutilísimo», destacó Cercas. «Un espeleólogo capaz de alcanzar los últimos recovecos de nuestra conciencia y orientarse en la maraña inextricable de nuestras motivaciones. También es un gran arquitecto, o un gran músico. Sus novelas están construidas como sinfonías a base de repeticiones y variaciones de motivos cuyos significados se expanden, se entrelazan y se vuelven más profundos, ambiguos y complejos gracias a ese constante variar y repetir, a ese tejer y destejer constante».
Apuntó a que «profundidad, ambigüedad y complejidad» son los «tres elementos esenciales del orbe novelesco de Marías. Un mundo de personajes recurrentes, que aparecen y reaparecen en novelas distintas, pero también de temas recurrentes».
De hecho, «gran parte de la novelística de Marías podría leerse como una dilatada interrogación sobre algunos de ellos: sobre la conveniencia del secreto y el engaño, sobre la naturaleza inasible de la verdad o la impotencia del conocimiento, sobre el estatus mismo de la ficción y las trampas de la memoria y el olvido, sobre la impunidad del crimen y la legitimidad del asesinato».
En definitiva, Marías, en sus novelas, «formula preguntas complejas y desasosegantes de la manera más compleja y desasosegante posible. Pero no las responde. Al menos n las responde de una forma clara. Unívoca y taxativa».
«Sus respuestas son ambiguas, complejas, poliédricas, tornasoladas, esencialmente irónicas. En el fondo la respuesta es la propia pregunta, la propia novela, el propio libro. En eso consiste en verdad, al fin de cuentas, el arte de la novela: en formular preguntas sin respuesta o cuya única respuesta posee el lector. Y cada lector posee la suya».