
Sohrab Ahmari
El converso iraní que marca el pulso ideológico a la nueva derecha
El pensamiento de Sohrab Ahmari es fundamental para entender los postulados de políticos como el vicepresidente de Estados Unidos
A pesar de los intentos de simplificación de algunos políticos, medios y analistas, el panorama ideológico actual presenta importantes complejidades. Lo que tradicionalmente se reduce a izquierda y derecha se divide en varias vertientes que no siempre son fáciles de unir bajos las siglas de un solo partido o el nombre de un candidato. El caso paradigmático del momento actual lo representa Donald Trump.
En un artículo publicado hace apenas unos días en Unherd, el pensador Patrick Deneen, uno de los teóricos fundamentales de la nueva derecha, analizaba la necesaria convivencia de dos grandes corrientes en el seno de la Casa Blanca. Por un lado está el «tecnoliberalismo» de Elon Musk y su proyecto DOGE para «reducir y eliminar por completo amplios sectores del gobierno federal». En el otro, el «populismo» del concepto MAGA (Make America Great Again) y su rechazo al orden «neoliberal» y el «autoritarismo progresista» en el que ha derivado.
Concluye su reflexión Deneen explicando que las dos familias encuentran su mejor elemento de cohesión en el vicepresidente JD Vance. Este ha sabido identificar un «enemigo común» en los ataques a la libertad de expresión y los intentos por imponer una agenda de corte woke. Así, los esfuerzos liberalizadores de DOGE pueden servir a los intereses electorales e ideológicos de MAGA.
Una mirada conservadora
La figura de Vance ha llamado mucho la atención en el comienzo del segundo mandato de Trump. En otro artículo publicado en El Debate, Francisco José Contreras define al político como un «un peso pesado intelectual» influido por la doctrina social de la Iglesia, el pensamiento de René Girard o las ideas de teóricos postliberales como Sohrab Ahmari o Patrick Deneen.De todos los intelectuales citados, quizá en España el menos conocido sea Sohrab Ahmari. Su historia vital marca su pensamiento y es de especial interés para conocer algunas propuestas de corte conservador dentro del océano de la nueva derecha internacional.
Ahmari nació en Irán poco después de que triunfase la República Islámica. Como él mismo relata en El hilo que une, su infancia avanzó entre interrogatorios de la policía de la moral y una televisión clandestina con la que alcanzaba la cultura occidental de la mano de Estados Unidos. Con solo 13 años emigró al país de Bart Simpson y Los vigilantes de la playa y allí ha hecho carrera.
En un texto publicado en 2016 en The Catholic Herald el propio pensador anunció y narró su conversión al catolicismo. Un camino «de Teherán a Roma» que pasó por el Así habló Zaratustra de Nietzsche, el existencialismo de Camus y Sartre, el marxismo y la conclusión de que el hombre vivía «sin hogar». Con ese bagaje llegó a dar clase en la universidad y a reconocer que «el trabajo duro, la honestidad y una disciplina férrea» consigue dar resultados en todo tipo de alumnos.
Habla Sohrab Ahmari de un primer «susurro de Dios» que lo remitía a una moral y la contemplación de aquellas sociedades que tratan al hombre como «inherentemente digno» y apuestan por la belleza y la libertad ordenada como reflejo de una «verdad subyacente». La conversión fue tomando forma de la mano de otras lecturas como el Jesús de Nazaret de Benedicto XVI y concluyó con el bautismo en la Iglesia Católica.
Este camino de fe es también un camino de conservadurismo donde se aprecia un fuerte sentido estético y un reconocimiento de la Belleza al estilo del recordado Roger Scruton. También una apuesta por el catolicismo al considerarlo más firme: «Tras haber superado miles de herejías, Roma sería menos propensa a permitir que la idea cristiana se viera distorsionada por las modas pasajeras del momento». Dentro de esas modas el iraní no duda en señalar a las políticas de izquierdas o los postulados pseudo-espirituales de nuestros días
Ya como católico (y también como padre), Sohrab Ahmari rechaza un mundo «que no erige barrera alguna que limite los apetitos individuales» y que destruye las que ya existen. Se puede entender esta idea como un ataque frontal a todo tipo de corriente woke, de autodeterminación y que «banaliza» una de las dimensión más íntima del ser humano.
El enemigo en casa
Entre los culpables, el pensador no duda en señalar a aquellas políticas que lo apuestan todo a «maximizar los derechos individuales y garantizar el buen funcionamiento de una economía de mercado». Como señalaba el profesor Contreras, un postulado básico del postliberalismo y que muy difícilmente casa con personajes como Elon Musk o Javier Milei.
En sus primeros discursos, JD Vance no ha dudado en citar a san Juan Pablo II para apoyar algunas de sus tesis en el terreno laboral. En este tipo de argumentos también se puede ver la sombra del converso iraní. Frente a ese mundo marcado por el liberalismo, Sohrab Ahmari vuelve su mirada a la tradición de la doctrina social de la Iglesia. En otro artículo publicado en Plough no tiene reparos en criticar a algunos sectores del catolicismo por su silencio frente a la «precariedad laboral» y cita la carta de Santiago para «clamar contra el salario no pagado».
En sentido, recupera Ahmari su tesis principal: la crisis cultural de occidente, incluida la familiar y el suicidio demográfico, guardan una estrecha relación «con el modelo económico neoliberal» y con «las obscenas desigualdades en poder y riqueza que este genera».
Será difícil para la nueva derecha mantener el equilibrio entre posturas que, aparentemente están tan alejadas. El propio Deneen, al que ya mencionábamos al comienzo, apuesta por un entendimiento no carente de tensiones y también Contreras cree que es necesario un punto intermedio entre los extremos que apueste por la adecuación entre liberalismo económico y conservadurismo social.