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El cuadro de Joan Miró de 2 millones de euros en la galería Leandro Navarro, en la feria ARCO

Un Miró de dos millones, la protesta de un disidente cubano, una vagina cosida... ARCO cumple 40 años y vuelve a la «normalidad»

La feria celebra su aniversario con una propuesta conservadora donde abunda la pintura y hay poco espacio para la política, aunque vuelve Franco y hay espacio para la crítica a Pedro Sánchez, revisión poscolonialista e ideología de género

Al pasar por el espacio de la galería Moisés Pérez de Albéniz sorprenden algunos puntos rojos juntos a sus cuadros. Es la mañana inaugural de la Feria ARCO 2022 y una de las galerías más potentes de Madrid ya ha vendido tres cuadros. «En realidad, algunos más: hemos cerrado algunas ventas a puerta cerrada», explica a El Debate quien lleva más de 25 años como galerista apostando por el arte contemporáneo y la internacionalización. Santiago Giralda y Juan Uslé han sido los elegidos por los coleccionistas, aunque la mujer del segundo, Victoria Civera, también ha llamado la atención de los visitantes. «Volvemos a saludar a clientes y amigos que venían antes a la feria con asiduidad: tras el parón de la pandemia, el coleccionismo en España vuelve a crecer, aunque los que habíamos consolidado las ventas en el exterior hemos sobrellevado mejor la crisis», añade Pérez de Albéniz.

En su espacio, uno de los más grandes de ARCO, convive una selección de once artistas, pero siempre pensando en el mayor impacto. A la entrada, una mecedora realizada a base de soldaditos de plástico firmada por Antoni Miralda y un cuadro de gran formato de Nico Munuera: «Siempre pienso en los precios: combino artistas emergentes con otros consolidados para cubrir todo el abanico del mundo del arte». El foco de Moisés Pérez Albéniz vuelve una y otra vez a la venta, y no es casual: esta edición de la feria de arte contemporáneo está pensada para conseguir compensar las pérdidas pandémicas.

Una escultura de Jaume Plensa en la feria ARCO domina el espacio expositivo

Una escultura de Jaume Plensa en la feria ARCO domina el espacio expositivoPaula Argüelles

40+1: el museo imaginario

«Las propuestas de este año son muy buenas, en gran medida por ese tiempo ganado de los artistas, que antes vivían en la vorágine, en la que estábamos todos», explica Maribel López, directora de ARCO, que es clara también al abordar el problema económico: «La crisis obligó a las galerías a abrir la horquilla de precios, sobre todo a la baja, algo que se mantendrá este año. Sirve a la feria para tener nuevos coleccionistas, que la gente pierda el miedo a los precios». Antiguos, nuevos y eternos, porque este año, coincidiendo con el 40 aniversario (en realidad, se cumplen 41), se propone un recorrido expositivo museístico, una suerte de «museo imaginario» en el que se puede ver una veintena de artistas que han sido, junto con sus galerías, fundamentales a lo largo de historia de la feria.

Según Sergio Rubira, comisario de ‘40+1’, «no se entiende que estas obras aún estén disponibles en el mercado y no formen parte de un museo». En la sección central encontramos uno de los famosos iglús de Mario Merz, el más destacado artista del movimiento povera, que la galería Giorgio Persano pone a dialogar con una estructura metálica de Susan Solano. «Queríamos subrayar el compromiso de las galerías tanto con sus artistas como con la feria: son las que han participado de una forma más constante y aquellas que han colaborado en la internacionalización de ARCO, incluso sirviendo de embajadoras y atrayendo a otras galerías a España», explica a El Debate Rubira, en la actualidad profesor de la Universidad de Navarra.

El iglú de Mario Merz, en el espacio '40+1', en la feria ARCO

El iglú de Mario Merz, en el espacio '40+1', en la feria ARCOPaula Argüelles

María Moreno y las mujeres del realismo

La complicidad entre artista y galerista queda plasmada en los 19 stands del museo, donde destaca especialmente la galería Leandro Navarro, que ha unido de nuevo a las grandes mujeres del realismo. María Moreno, Isabel Quintanilla y Amalia Alvia son las mujeres, además, de Antonio López, Paco López Hernández y Lucio Muñoz: todos ellos artistas, todos ellos amigos, y, sin embargo, los hombres destacaron mientras las mujeres quedaban en segundo plano. De ahí la importancia de unirlas y destacarlas alrededor de una escultura de la recién fallecida Carmen Laffón.

De hecho, el cuadro Entrada de casa, de María Moreno, es la única obra presente hoy en ARCO que se vendía aquel 1981 inaugural. Entonces fue vendida a un coleccionista y posteriormente recomprada por el marido de la artista, el también pintor Antonio López. «Una de las piezas al mismo tiempo muy grande pero muy discreta es el mural de Elena Asins, que ha traído la galería Elvira González, un dibujo de nueve metros que habla de sistema y repetición: una obra muy delicada que hay que mirar con mucho detalle y con mucho tiempo», continúa el comisario.

'Entrada de casa', el cuadro de María Moreno que recompró su marido, Antonio López

'Entrada de casa', el cuadro de María Moreno que recompró su marido, Antonio LópezMaría Serrano

Mientras algunas cosas cambian, otras permanecen iguales. Es una edición muy conservadora, con gran protagonismo de la pintura («es el formato comercialmente más viable», recuerda López), sin apenas escultura ni instalaciones. La fotografía es también anecdótica, aunque tiene una gran defensora: Juana de Aizpuru, otra de las grandes galeristas de este país, que a sus 87 años y con su inconfundible melena rojo fuego permanece sentada en otro de los principales stands de la feria. A ella le debemos, de hecho, que ARCO exista: su impulso tozudo, junto al de Adrián Piera y Enrique Tierno Galván, logró que se celebrara la primera edición allá por 1982. «ARCO ha hecho un papelón en la importancia del patrimonio de arte contemporáneo en España. Algo que antes no existía», explica mientras echa en falta más riesgo en los coleccionistas.

Un Miró de dos millones

Aunque uno de sus favoritos es Alberto García-Alix, apuesta este año por sus mujeres: las fotografías en blanco y negro de la serie Georgia de Cristina García Rodero o las mujeres con burka de la serie Dictámenes de Cristina de Middel. Frente a ellas, un espejo roto de casi tres metros de alto con la rama de un árbol superpuesta, obra de Glenda León, aparece señalada: otra venta. Y si Juana de Aizpuru ha ido con todo y están presentes sus grandes tótems (Miguel Ángel Campano, Philipp Fröhlich, Heimo Zobernig), el principal reclamo lo tiene la galería de Leandro Navarro. El hijo del galerista y actual director, Íñigo Navarro, nos muestra el reverso del cuadro de Joan Miró, que, valorado en 2 millones de euros, está considerado el más caro de esta edición: «Es una obra muy importante, porque Miró es uno de nuestros grandes artistas dentro de la vanguardia internacional. Tenemos siempre el compromiso de traer a ARCO piezas de gran excelencia, y estamos muy satisfechos», explica Navarro.

Íñigo Navarro descuelga el cuadro de Joan Miró para mostrar su firma y la fecha, 4 de diciembre de 1973

Íñigo Navarro descuelga el cuadro de Joan Miró para mostrar su firma y la fecha, 4 de diciembre de 1973María Serrano

Sin embargo, según él, el gran tesoro son dos dibujos firmados por Matisse, Jeune femme accoudée à la blouses Roumaine y Portrait de femme. Junto a ellos, la escultura Nu accroupi, la obra Le Coq de Chagall, los Círculos de Antoni Tàpies (o un colchón enrrollado valorado en 275.000 euros) y la innovación de Darío Villalba, que continúa con su serie de Encapsulados pero esta vez con un perro en lugar de con sus acostumbradas figuras humanas. Frente al stand de Leandro Navarro, el otro gran gigante, Guillermo de Osma, con obras de Esteban Vicente, Dis Berlín o José Manuel Broto. En Malborough Madrid han unido este año fuerzas con las sedes en Londres y Nueva York y han traído piezas de Paula Rego –una de sus series sobre el aborto, por 850.000 euros– y de Frank Auerbach –605.000 euros–. Senda de Barcelona cuenta con una escultura de Jaume Plensa por 500.000 euros. Y galerías como Elvira González exhibe una impactante instalación de Olafur Eliasson que comparte con la galería Neugerriemschneider.

Pedro Sánchez y la extrema izquierda solo valen 16.000 euros

La controversia proviene este año de Riiko Sakkinen, todo un especialista en remover conciencias. En una imagen estilo póster aparece el presidente Pedro Sánchez bajo el rótulo Mis líderes favoritos de extrema izquierda (valorada en 16.000 euros) y aquellos nombres propios del peor comunismo como Lenin, Stalin, Fidel Castro o Pol Pot. Inspirado por las conversaciones con su cuñado, que piensa que el sanchismo representa la vuelta al comunismo, él mismo se considera «decepcionado tras las promesas de que las cosas iban a cambiar». El artista finlandés afincado en Toledo también firma un retrato de Juan Carlos I, Todos somos reyes en exilio (2020), y un assemblage de bufandas patrióticas con mensajes excesivos («Esto es España y al que no le guste que se vaya») y referencias a la Guardia Civil, la Legión, Gibraltar y Blas de Lezo.

Las obras de Riiko Sakkinen, una imagen de Pedro Sánchez y un 'assemblage' de bufandas españolas

Las obras de Riiko Sakkinen, una imagen de Pedro Sánchez y un 'assemblage' de bufandas españolasPaula Argüelles

En lo político destaca también el disidente cubano Hamlet Lavastida, que critica a través de sus obras el sistema represivo del régimen. «La obra Nivel Local, Nivel Central, Código Penal, realizada hace cinco años, habla del abuso del Estado sobre el individuo. El imaginario represivo en Cuba no se da únicamente por la fuerza, sino también en símbolos, iconos y textos. Los sistemas totalitarios imponen también la violencia legalista, simbólica y cultural. No nos hace falta libertad únicamente para crear, sino también para existir», destaca el artista frente a su obra.

Y como siempre, Franco resucita en ARCO. Aunque en esta ocasión no aparece criogenizado en una nevera (aunque Eugenio Merino sí que tiene presencia, en este caso con postales que muestran estatuas de Colón derribadas en una crítica poscolonialista propia de la cultura woke), el galerista José de la Mano expone distintas muestras de la crónica visual del tardofranquismo que firmó el artista vasco Ramón Bilbao a mediados de los 70 y que no se habían expuesto en público desde 1977. Entre sus cuadros, figuran un retrato de Franco en lo que parece el punto de mira de un arma de fuego y una serie de retratos de los últimos fusilados por el régimen, una decena de terroristas del FRAP y de ETA. Lo encontramos de nuevo en el espacio de la galería Filomena Soares, donde Pilar Albarracín se autorretrata en llamas con la biografía de Franco que firmó Ricardo de la Cierva en las manos.

La obra de Hamlet Lavastida 'Nivel Local, Nivel Central, Código Penal', en el stand de la galería Crone

La obra de Hamlet Lavastida 'Nivel Local, Nivel Central, Código Penal', en el stand de la galería CroneMaría Serrano

Los despropósitos: verduras que mueren y vaginas suturadas

La colección de Helga de Alvear, una de las más importantes en Europa, suma más de 3.000 piezas de artistas de la talla de Olafur Eliasson, Doris Salcedo, Yves Klein, Tàpies, Luis Gordillo, Louise Bourgeois, Carmen Laffón o Richard Long. Con su stand en el espacio ‘40+1’, apuesta en esta ocasión por Karin Sander, que expone naturalezas muertas que ahora están vivas pero que, como el plátano de Cattelan, están condenadas a perecer. Su obra, Kitchen Pieces, muestra un bodegón donde ramos de apio, limones, tomates y calabazas, además de un plátano, están condenados a morir. «Las hortalizas están muy presentes en la historia del arte en frisos, cenefas, bodegones y naturalezas muertas. Esta exposición exhibe el dilema entra la representación y la presentación, como hizo Duchamp con sus ready-mades, y a la vez es una crítica a la mercantilización del arte», explican desde la galería.

La obra 'Kitchen Pieces', de la artista Karin Sander, en el stand de la galería Helga de Alvear

La obra 'Kitchen Pieces', de la artista Karin Sander, en el stand de la galería Helga de AlvearPaula Argüelles

En el pabellón 9, un cuadro de gran formato de la artista peruana Wynnie Mynerva (Lima, 1992) muestra la negación de la sexualidad. La negación, en realidad, de la humanidad. Junto a él, un vídeo de poco más de dos minutos ante el que ARCO se plantea poner un aviso, ya que registra una desagradable operación quirúrgica mediante la cual se suturó parcialmente la vagina. «No tenía conexión con mi vagina ni identificaba mi género con ella, así que me operé para coserme tres cuartas partes de mi órgano: ahora solo tengo un pequeño orificio para la menstruación», explica sobre su obra, que valora en 15.000 euros. La obra en cuestión se llama Closing to open: «No quiero tener hijos ni la utilizo en mis relaciones sexuales, por lo que es una vagina obsoleta. Nunca me he sentido identificada con una mujer, ni creo que alguien pueda definirse como una mujer biológica por tener una vagina». Es una muestra de tres aspectos importantes de ARCO: la aparición de nuevos creadores, la puerta de entrada al arte iberoamericano y la progresiva incorporación de las mujeres. Y, en parte, el despropósito.

La artista Wynnie Mynerva frente a su obra pictórica 'Closing to open'

La artista Wynnie Mynerva frente a su obra pictórica 'Closing to open'Instagram @wynniemynerva_

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